La semana de los Premios Nobel comenzó con la Medicina, y el galardonado resultó ser el japonés Yoshinori Ohsumi, por haber descubierto los mecanismos de la «autofagia». Se trata del proceso por el cual las células degradan y reciclan contenido, lo que permite comprender episodios como la respuesta del organismo ante una infección. Igual, el experto aclaró que el dinero recibido por el reconocimiento sólo le alcanza para investigar durante un año.
Como es costumbre, el anuncio estuvo a cargo del Instituto Karolinska de Estocolmo. «Los descubrimientos de Ohsumi supusieron un nuevo paradigma para comprender cómo la célula recicla su contenido. Abrieron una senda para entender la importancia fundamental de la ‘autofagia’ en muchos procesos fisiológicos, como la adaptación a la inanición o la respuesta a una infección», enfatizaron en el texto donde anunciaron al ganador 2016.
La autofagia es esencial para la renovación celular. Así lo resumió para la Fundación Nobel, Juleen Zierath, profesora de medicina molecular: Nuestras células se autodestruyen, se encierran en unas vesículas con doble membrana y luego pasan a los lisosomas, los organismos encargados de digerir y destruir los desechos y bacterias. Lo que mostró es que no se trataba de vertederos, sino de fábricas de reciclaje». La mutación en los genes de la autofagia, un mal funcionamiento en este proceso de renovación celular, puede causar enfermedades, desde las lisosómicas de origen genético hasta miopatías, Huntington y Alzheimer.
La palabra autofagia proviene del griego y significa «comerse a sí mismo». El concepto nació en los 60, cuando los científicos observaron por primera vez que la célula podía destruir sus propios contenidos encerrándolos en una membrana y trasladándolos a un compartimento de «reciclaje» para su degradación. Casi treinta años más tarde, Yoshinori Ohsumi recurrió a la levadura para identificar los genes fundamentales para la autofagia. Los descubrió, y reveló que en nuestras células ocurría ese mismo sofisticado proceso.
«Cuando comencé no esperaba para nada que este estudio pudiera ayudar a hacer frente al cáncer y otras enfermedades. Las ciencias básicas son importantes aunque no se vea el futuro», destacó. Aunque reconoció que su descubrimiento tuvo mucho que ver con la «suerte».