Policías acorazados con armas largas. Así está presente el Estado en el cruce de Avenida Iriarte y Luna, la boca de acceso a la Villa 20-21. En la barriada popular que hermana Barracas, Pompeya, Parque Patricios y el Riachuelo poluido, donde viven 40 mil vecinos, corrió el rumor por la tarde del miércoles: “Después de las seis hay saqueos”, “Ya entraron a un chino de la calle Iguazú”, “Parece que hay saqueos del lado de Pompeya”. Nadie tiene certezas.
A las siete en punto, la noche cae pesada en el arrabal sur de la ciudad. Los pocos locales que están abiertos atienden con las persianas bajas. “La policía pidió que cerremos”, explica el carnicero que se gana el mango en la esquina de Luna. “Dicen que sobre Iguazú, un grupito intentó entrar a un local, pero nadie sabe nada”, agrega el matarife.
A dos cuadras, sobre Santo Domingo, hay fila en la verdulería. Las bolsas pasan por las rejas. Doña Susana, vecina de la manzana 13, pide tres tomates y se queja: “Es una locura, todo esto de los rumores, de los robos, de la plata que no vale nada. ¿Y los políticos dónde están?”.
Dagna trabaja en la Casa Usina de Sueños, un espacio popular que pone el pecho frente a la crisis: “Rumores de saqueos que te llegan por WhatsApp, por las redes. Hay mucha psicosis y miedo. Y encima pasa la policía acelerando. Nos quedamos adentro de casa o en el comedor”.
Pasan más patrulleros y motos oscuras acelerando por la calle Osvaldo Cruz. En esa arteria está encajada la Parroquia Virgen de Caacupé. El padre Lorenzo “Toto” de Vedia lo cruzo mientras prepara el altar para la misa postrera del día. El cura villero predica hace más de 20 años en la barriada. Está preocupado, quiere que baje la psicosis que corre sin freno entre los vecinos.
“Hay mucho de nervio que llega por la tele, por las redes sociales. Estábamos con los pibes de la escuela de música y empezaron a pasar patrulleros a mil por hora, los camiones con policías. Se pasaba la voz en la calle de supuestos saqueos. Yo agarré la bici y me di una vuelta –relata a Tiempo–. En una verdulería se habían afanado las naranjas y unos cajones de frutas que había en la puerta. Nada más. Y cerraron un chino que hay en Iguazú, por un supuesto intento. Vi que estaban cerrados los mercaditos de Iriarte. Mucha policía y mucha gente expectante, con ese rumor que circuló, pero nada más.”
-¿Cómo ve la situación socio-económica en el barrio?
-La situación es dramática. La gente está muy complicada, con el sueldo que no alcanza. El Estado no está presente, no está dando respuestas. Los vecinos necesitan respuestas urgentes, que les den aliento, la certeza de que alguien los puede cuidar.
-Un barrio a la buena de dios.
-Sí, y nos da bronca. Sabíamos que después del macrismo era muy difícil, también la pandemia, pero sentimos que, salvo algunas acciones estratégicas, no nos cuidan, no alcanza. Seguimos esperando, porque sabemos que si sube la derecha, vienen con medidas que nos fusilan. No se puede volver a otro gobierno neoliberal.
Toto se despide frente a una imagen del padre Mugica. Debe arrancar con la misa. Sentencia: «La gran necesidad es que la clase dirigente se acerque al pueblo. Pero están muy lejos de acá.”