Javier Alagastino es un paciente psiquiátrico con diagnóstico de esquizofrenia desde los 15 años. Hoy, con 43, está preso en el Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza porque el 18 de diciembre, durante la manifestación en contra del proyecto de ley de reforma previsional, llamó al 911 y dijo, entre otras definiciones inverosímiles, que iba a poner una bomba en el avión presidencial.
«Cualquier persona que haya visto o hablado con mi hijo se da cuenta de que es una persona con problemas psiquiátricos. Para el único que no es así es para el juez (Sergio) Torres, que me dijo que Javier sabía lo que estaba haciendo», se indigna Isabel. Sentado a su lado, Roque, el marido, asiente con un movimiento de la cabeza. El hombre no es de hablar pero el dolor se filtra en cada gesto. Finalmente, algo se desborda.
«Pude hablar con mi hijo cuenta a través de un vidrio como si fuera el peor criminal. Mi hijo está enfermo. No es un delincuente.»
Aquel 18 de diciembre, en el departamento del cuarto piso en la Torre 6, frente al peaje de Dock Sud, los Alagastino miraban por televisión la represión en los alrededores del Congreso. Adentro, en el recinto, los diputados se encaminaban a convertir en ley la reforma jubilatoria propuesta por el Ejecutivo. Javier no lo soportó más. «Este hijo de puta quiere meterse con los jubilados», dijo, y sin dudarlo bajó a la calle y caminó hasta la plaza Alsina, en el centro de Avellaneda.
«Llamó al 911 desde su celular y dijo que si no le pagaban 70 mil dólares iba a poner una bomba en el avión presidencial y no sé cuantas incoherencias más», recuerda Isabel, y no puede evitar una risa amarga, evidenciando que algo tan ridículo difícilmente pueda considerarse una amenaza.
Javier repitió el llamado tres veces. En la última comunicación, el operador que lo atendió le dijo que le entregarían un celular nuevo, que sólo debía decir su ubicación exacta y cómo estaba vestido. Javier respondió, cortó y esperó sin moverse del lugar. A los pocos minutos un grupo de gendarmes bajó de un camión, lo acorraló y se lo llevó esposado a la comisaría ubicada dentro del Aeroparque Jorge Newbery.
»Cuando llegué al lugar recuerda Isabel no me dejaban verlo. Uno de los policías que me atendió era joven y le dije: «Vos sos un mocosito y yo una persona grande. Quiero ver a mi hijo, ver que no lo hayan golpeado porque está enfermo. Al final me dejaron verlo pero nos rodearon entre varios policías como si fuera un terrorista».
La enfermedad de Javier se manifiesta de dos formas. La más habitual es el delirio místico, que sucede cuando el cerebro se desorganiza y produce una perturbación en los pensamientos y las acciones. Si el delirio es del tipo paranoide, el paciente puede adoptar actitudes agresivas.
«En Comodoro Py presenté todos los papeles que demostraban que mi hijo tiene una enfermedad irreversible: certificados de discapacidad, la historia clínica del sanatorio donde lo atienden, el historial de internaciones, porque Javier ya pasó por el Borda, el Alvear, el Infanto Juvenil. Va ser muy difícil estabilizarlo después del trauma de estar preso», dice la madre.
Javier está alojado en el Hospital Penitenciario Central (HPC) del penal de Ezeiza. Hasta el momento, el juez Torres sólo valoró un peritaje de la Policía Federal que justificó la detención y la consecuente imputación del delito de intimidación pública, a contramano de la pila de documentación que aportó la familia y que demostraría la condición de inimputable.
Isabel visita a su hijo cada martes, mientras que al padre le toca los viernes. Se turnan porque dos jubilados no pueden costearse los gastos de trasladarse más seguido de Dock Sud a Ezeiza.
«Mi hijo concluye Isabel está enfermo pero no es bobo. Él se siente mal y me dice que si tiene que pagar algo por lo que hizo que sea afuera, no en la cárcel. Yo le digo que no tiene que pagar nada porque sólo hay dichos, no hechos, aunque sé que en el último tiempo la justicia cambió un mil por mil y encima para mal.» «
Un insólito antecedente
En septiembre último, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, confirmó con una publicación en su cuenta de Twitter la detención de María Carolina Pavlovsky, luego de amenazar, también en una red social, a la hija menor del presidente Mauricio Macri. La mujer fue detenida en la Clínica Solar Colonial de Castelar, especializada en salud mental, donde se encontraba internada por su diagnóstico de esquizofrenia. Luego se supo que era prima hermana del vocero del presidente, Iván Pavlovsky.