“Ni facho ni macrista, puto y peronista”, dice una de las remeras que vende la escritora y performer Naty Menstrual, en la feria montada en la Plaza de Mayo. “Se cierra un año muy cuesta arriba en todo sentido. Decidimos sacarnos de encima a este gobierno, y empieza algo nuevo, queremos tener un poco más de humanidad”, reflexiona. El abrasador sol del 2 de noviembre viene asomando y un arco iris inflable corona la Avenida de Mayo desde su nacimiento, junto al histórico Cabildo. Este 2019, la 28º Marcha del Orgullo no va a estar concurrida. Será, más bien, multitudinaria. Hay miles en las calles del centro porteño. Es la verdadera marcha del millón.
“Se fue el gato, pero yo no quiero que nos engatusen. Te iba a decir que no me quiero comer ninguna más, pero en realidad, si me la ponen, que sea con amor”, se despide la escritora, y ofrece otra de sus remeras, que reza: “Al que odia a las maricas, seguro el culo le pica”.
Desde el escenario, el set de cumbia de Mala Fama hace mover los pies, las cabezas, las colas de la marea diversa. En el backstage, Pablo Vasco está atento al más mínimo detalle del evento. Milita en Libre Diversidad del MST, uno de los muchos colectivos que forman la comisión organizadora. Espacios que en el día a día no articulan, pero que en esta fecha caminan de la mano. Vasco cuenta que hace seis meses vienen preparando la gran marcha. Es de la vieja escuela del colectivo, estuvo presente en la marcha germinal del año 1992: “Éramos 200, y cien llevaban caretas por temor a perder el laburo o a ser reconocidos por sus familias. Los tiempos cambian, y ver ahora a decenas de miles muestra el notable avance de nuestra comunidad.” Entre las principales demandas para seguir peleando este año, destaca que se pide por el fin de la violencia institucional y religiosa, el cupo laboral trans y el cese de los crímenes de odio.
Balestra, titular de Puerta Abierta a la Diversidad, lleva dos décadas en la comisión. Dice que “después de que gracias al trabajo de tantos activistas se consiguieran las leyes de matrimonio igualitario e identidad de género, en estos años ha habido un retroceso, porque hay mucha más homofobia, más crímenes de odio, y encima este año es la primera vez que el gobierno nacional no nos habilitó el escenario en el Congreso”.
“Este año decidimos retirar las letras del nombre: es Marcha del Orgullo a secas. A esta altura, no alcanza el alfabeto. Con decir orgullo, incluimos a todo el colectivo”, explica Vasco. En su discurso, no olvida sus principios internacionalistas: “Vamos a condenar a Bolsonaro, por su participación en el crimen de Marielle Franco. Y como putos, tortas, no binaries y trans, apoyamos la rebelión popular en Chile.”
Los puestos estallan de clientes. Los chicos de Bagallo ofrecen banderas multicolores, musculosas de red y shorcitos de vinilo ajustados a precios populares. En otro rincón se venden accesorios BDSM forjados en cuero y metal. Cuentan que pegó dura la macrisis en el gremio sadomasoquista. Pero por la cantidad de ventas, parece que esta tarde pinta la recuperación. Un detalle de este año: las multinacionales de gaseosas y cosmética tienen sus puestos en la feria, careteando diversidad.
Cerca de la Catedral, los futboleros de Los Dogos y los rugbiers de los Ciervos Pampas dejan ver la apertura en el mundo de la pelota. “El deporte es un espacio que permite abrir cabezas. A la homofobia le ganamos peleando”, explica Bernardo, presidente de Deportistas por la Diversidad, un colectivo con 20 años sobre el lomo. A unos pasitos, sus colegas le ponen garra a un besazo colectivo.
La Beltrán no se puso lo primero que encontró para salir del clóset. El activista gorde luce una malla de lucha olímpica, borcegos brillantes, sombrero de cowboy y glitter. Todo el outfit en tono rosa chicle globo. “Me preparo para este día hace un mes. Fijate cómo se destaca la panza. Es importante mostrar que no hay sólo una forma de ser visible.”
Valeria es del Movimiento Evita y torta orgullosa. Baila con sus compañeras antes de subir al camión del colectivo plebeyo. “Este día celebramos la diversidad, pero también que se va Macri, que no es puto, es liberal”, dice la piba llegada desde el Conurbano. Entonces, los camiones encienden los motores, los parlantes suenan al máximo y la masa diversa empieza a marchar. Hacia el arco iris inflable, el barrio de Congreso y mucho más allá.
La agenda de la igualdad va por el cupo trans a nivel nacional
La Argentina tiene una deuda en materia de igualdad de género mucho más grande y anterior a la deuda externa de la que por estos días ocupa el debate público. Y aunque en los últimos tiempos las demandas de las diversidades sexuales hayan ganado visibilidad, sus derechos aún siguen siendo vulnerados cotidianamente. El presidente electo, Alberto Fernández, prometió incluir el tema en su agenda de gobierno e incluso mencionó que le dedicaría un ministerio, que acaso se llame «de la igualdad». El presente, sin embargo, muestra el enorme déficit sobre el que será necesario avanzar.
El número más dramático para entender la situación es el de la expectativa de vida. Una persona trans mayor de 35 años es considerada sobreviviente. Según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio hacia Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, durante 2018 fueron asesinadas once personas por haberse corrido de la heteronormatividad. Si a eso se suman las 43 personas trans que murieron por ausencia y/o abandono estatal y los cinco suicidios vinculados registrados por el observatorio, se llega a la ominosa cifra de 59 travesticidios sociales. Eso da un asesinato cada 96 horas.
Está claro que estos números no alcanzan para dimensionar la situación concreta de vulnerabilidad que vive la comunidad trans, ya que no hay estadísticas oficiales. Recién en el Censo 2020 se los incluirá en el cuestionario. Por lo tanto, la información hoy disponible es parcial. Según datos de 2014 relevados por la Fundación Huésped y la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina (ATTA), sólo el 18% de las personas travestis y trans habían accedido a un trabajo formal. Además, al menos el 80% está o estuvo en situación de prostitución.
Desde el colectivo se trabaja para impulsar un proyecto de ley nacional de cupo laboral travesti-trans para cambiar esta situación, pero la iniciativa duerme en el Congreso desde julio de 2018. Allí se propone que el 1% de los empleos de la administración pública nacional sean ocupados por personas travestis, transexuales, transgéneros y masculinidades trans. Pero mientras se pelea en ese flanco, se trata de avanzar a nivel provincial. En ese ámbito, ya había cuatro distritos con legislaciones que incluyen el cupo trans: Buenos Aires, Chubut, Río Negro y Chaco. Y esta semana, en vísperas de la Marcha del Orgullo, la provincia de Santa Fe se sumó a esa lista. Sin embargo, hasta el día de hoy, ningún gobierno provincial lo reglamentó y, por lo tanto, todavía no se cumple.
Estanislao, good as hell
«Mi mood de hoy es feeling good as hell. ¡Feliz Orgullo, bellezas! Que nunca más ningún fachito, machito o viejo loco nos diga quiénes podemos ser o no ser. Nos vemos en la Marcha. Les amo». Con ese posteo en Twitter, poco antes de que se iniciara la marcha de Plaza de Mayo al Congreso, Estanislao Fernández, o más bien Dyhzy, tal el nombre que utiliza como drag queen y en las redes, mostró el look que usaría en la Marcha del Orgullo.
Con toda lógica, el hijo del presidente electo se ha convertido en un aliciente para los colectivos de la diversidad. En los días previos a la Marcha del Orgullo, su nombre apareció en los medios por la bravuconada machista del hijo de Jair Bolsonaro, Eduardo, que posteó una imagen suya armado hasta los dientes, para compararla con la de Estanislao, caracterizado como Pikachu, el personaje de animé de la serie Pokemón. La respuesta del hijo de Alberto fue, en portugués, a los «hermanos brasileños, estamos juntos en esta lucha. Recuerden que el amor siempre vence al odio y entre nosotres nos tenemos que cuidar siempre».
El propio Estanislao dijo en redes que la Marcha del Orgullo «es el evento del año para mí, donde realmente podemos ser quienes queremos ser y sentirnos segures entre nosotres. Me generan ansiedad los grupos grandes de gente, pero pondré todo mi esfuerzo en ir».
Horas antes, había criticado un posteo de la Secretaría de Derechos Humanos que sostenía que «la heterosexualidad es parte de la diversidad sexual». «Ya lo sabemos –escribió–, pero en plenas vísperas del Día del Orgullo, haber publicado esto fue una especie de ninguneo al colectivo. No es sólo un día para celebrar, es para conmemorar a aquelles caídos por la homofobia, transfobia, bifobia, etc. Y casualmente ese tipo de ‘fobias’ siempre fue ejecutada por mano de gente heterosexual, Incluirlxs en el colectivo como si debiesen tener una carroza representándolxs es una falta de respeto para todxs aquellxs que no están por mano del odio».
Grosso, Ferraro y Pedelacq, tres bancas LBGTI+
Entre los cientos de candidatos que compitieron en las elecciones generales del domingo pasado, apenas había 19 integrantes del colectivo LGBTI+. De ese relevamiento hecho por la Agencia Presentes, apenas tres lograron una banca legislativa. Uno de ellos es Leonardo Grosso, referente del Movimiento Evita y diputado nacional electo por la Provincia de Buenos Aires por el Frente de Todos. Como explicó a Presentes, se percibe «marica» para «resignificar un término que se usó mucho tiempo de forma despectiva y reivindicar la construcción de la identidad autopercibida». Maximiliano Ferraro, que se define gay, también fue electo diputado nacional pero por la Ciudad de Buenos Aires y en la lista de Juntos por el Cambio. La tercera es Carolina Pedelacq, también del Movimiento Evita y autopercibida lesbiana. Fue electa concejala de San Martín por el Frente de Todos.