Cultivadores, consumidores y representantes de organizaciones sociales y políticas concretaron este miércoles una nueva edición de la Marcha Nacional de la Marihuana desde Plaza de Mayo al Congreso en reclamo de la implementación de la ley de cannabis medicinal, la legalización de todos los usos de la planta y la liberación de personas detenidas por cultivo.
La movilización, que comenzó pasadas las 16, busca el cese de los allanamientos y detenciones a usuarios y cultivadores de todo el país; la libertad de las personas detenidas por cultivar, tener o vender para subsistir marihuana, como primer delito; y la regulación del cannabis en todos sus usos y formas, informaron los organizadores.
El reclamo también abarca el reconocimiento de las prácticas tradicionales y fitoterapéuticas y un plan de reducción de riesgos asociados al consumo en todos los establecimientos educativos, sociales y de salud con constante capacitación a profesionales tanto en el ámbito público como en el privado.
Los manifestantes marcharon bajo las consignas de «legalización de la marihuana para todos sus usos y formas»; «basta de persecución y estigmatización»; «derogación de la Ley 23.737», considerada la primera causante de privación de la libertad de mujeres cis y trans; «inclusión en la Educación Sexual Integral (ESI) del uso de sustancias psicoactivas desde un enfoque respetuoso de los derechos humanos y con perspectiva de reducción de riesgos y daños», indicaron voceros de Igualdad Evita.
«Estamos acá para exigir la plena derogación de la ley 23.737, una política de drogas de hace 32 años que quedó totalmente desactualizada para la época. Y también para visibilizar la necesidad de una regulación integral del consumo, el uso y los derivados del cannabis que amplíe derechos, ya que consideramos que la ley 27.350 es un parche», aseguró Pablo Lema, abogado miembro de la Asociación de Agricultores Cannábicos Argentinos.
La Ley 27.350 de Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados fue aprobada en 2017 y estableció la creación del Registro Nacional del Programa de Cannabis (Reprocann).
Al respecto, Lema expresó que «el Reprocann sirve, pero, lamentablemente, en muchos casos llega tarde por problemas burocráticos o administrativos», por lo que hay «pacientes con distintas patologías que son criminalizados por la ley, aun estando inscriptos».
El abogado señaló que en «el sentido común de la sociedad» es «muy mal considerado» el consumo de «sustancias prohibidas», aun cuando existen y se permite el consumo de «sustancias mucho más nocivas como el tabaco, el alcohol, los ansiolíticos y los antidepresivos».
En ese marco, Lema instó a «cambiar el paradigma cultural y entender que esto atraviesa a toda la sociedad y todas las clases sociales pero que quienes pagan los platos rotos de una sociedad que consume son los más pobres» y resaltó la importancia de considerar «los potenciales industriales» que la planta tiene.
Por su parte, Leticia Mores, integrante de Mamá Cultiva Fundadoras, manifestó que el objetivo de la marcha es «seguir pidiendo la libertad de cultivo de la planta para todos sus usos», como así también la libertad de los presos por cultivar.
«Nadie tendría que tener miedo por tener una o dos plantas en su casa que está usando para su hijo, su familia o uso propio, porque el bienestar de nuestros seres queridos es superior a todo y vamos a seguir cultivando como sea», expresó Leticia, quien hace cinco años le da aceite de cannabis a su hija Micaela.
La niña tiene 14 años y nació con una malformación en el cerebro que le genera un retraso psicomotriz y epilepsia refractaria. A los seis años tuvo un accidente cerebrovascular (ACV) «que le hizo perder todo lo que había logrado pese a su patología», recordó la mamá.
«Antes de empezar con el cannabis mi hija tenía entre 15 a 20 veces crisis diarias, algunas de 15 minutos y ha llegado a estar media hora convulsionando. Hoy tiene una o dos por día o día por medio y comenzó a conectar con el entorno», relató desde Plaza de Mayo, mientras que personas autoconvocadas y organizaciones cannábicas comenzaban a llegar con carteles y banderas.
«Mi hija ahora es otra, disfruta de la vida. Antes con toda la medicación que tenía que tomar por día estaba completamente perdida. El cannabis es vida y a mi no me lo contaron, lo vivo», expresó Leticia.
«Pero para poder cultivar tranquilos necesitamos una ley que nos ampare y nos permita poder darles a nuestros seres queridos algo que sabemos cómo está hecho y que le va a hacer bien, ya que cuando tenemos que salir a comprar nos exponemos a no saber si está tratada con pesticidas o qué le ponen al aceite», contó.