Fernanda Nicora dejó la vida en la búsqueda de verdad y justicia por su hijo Sebastián. Desde que ella falleció, en 2017, las redes que tejió se mantienen firmes sosteniendo esa lucha. Pero su ausencia pesa: era la que le ponía el cuerpo a un reclamo que aún no tiene respuestas. Este 14 de febrero se cumplen ocho años sin Sebastián Nicora, el adolescente de 16 años cuyo cuerpo apareció en la playa El Pericón, de Punta Indio, con un tiro en la cabeza.
Aunque el dato sobre el balazo que lo mató no se conoció en un primer momento. La pesquisa inicial apuntó a un golpe y la versión policial culpabilizó a un amigo de Sebastián. Llevó casi dos años lograr una segunda autopsia, tras demasiadas irregularidades en la investigación, y se supo entonces que el adolescente había sido ejecutado de un disparo de frente y del lado izquierdo, a poca distancia.
“Seguimos el reclamo de justicia que dejó resonando Fernanda”, dice Margarita Jarque, abogada de la familia Nicora y directora del Programa de Litigio Estratégico de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). Y cuenta que durante la pandemia se suspendió el juicio contra el profesional que realizó la primera autopsia, el exmédico policial de Punta Indio, José Daraio. Por el momento, no fue reprogramado.
“Luego de detectar en la causa principal que había muchas contradicciones, sostuvimos que había encubrimiento por parte del personal policial. Lo único que se desagregó fue algo que se descubrió por insistencia nuestra y de Fernanda de realizar una nueva autopsia. Ahí aparecen restos de proyectil que entendemos que se buscaba encubrir: obviando una radiografía se produjo el ocultamiento durante dos años”, remarca Jarque ante Tiempo.
Ese juicio ahora sin fecha se da en una de las tres causas abiertas por el crimen de Sebastián: la primera busca establecer quiénes fueron los autores, y otra apunta al encubrimiento de los policías que intervinieron. “La causa principal está lamentablemente detenida. No había testigos presenciales, es una zona donde en ese momento no había cámaras. Y no hubo un énfasis, en nuestra opinión, en la investigación inicial de la fiscalía. Eso nos llevó a abrir esa línea complementaria de investigación sobre una gran cantidad de policías, pero lo único que arrojó fue lo del médico, por ser tan contundente la prueba”.
Este domingo el clima impidió un nuevo reclamo de justicia en la playa donde fue hallado el cadáver del adolescente, un acto que se repite desde hace ocho años. “Se reclama justicia, tratamos de sensibilizar, sabemos que Sebastián estaba con otro amigo menor, que siempre negó haber estado en el lugar, aunque hay testimonios -incluso un remis que dice haberlos llevado-. Siempre se negó a declarar, habría que hacer una apuesta desde la justicia a ver si tiene algo para decir”, plantea la abogada.
Sebastián tenía dos hermanes menores por los que se desvivía. Y le gustaba la música. Pero sus 16 años no eran fáciles, incluyendo una expulsión escolar y adicciones por las que su mamá ya había pedido ayuda profesional. Era blanco de malas miradas entre las y los pocos vecinos de Punta Indio, y también de la persecución policial y la violencia institucional.
«Lo tenían bien marcado”, denunciaba su mamá, Fernanda. Y responsabilizaba también a los policías por no haber preservado el lugar y la prueba ante el hallazgo del cadáver, a primera hora del 15 de febrero de 2013, en una de las playas más concurridas de la zona. “Acá existió ocultamiento del asesinato de mi hijo y voy a llegar hasta las últimas consecuencias. Creo que me subestimaron, creyeron que yo no iba a salir a buscar la verdad. Pero yo voy por la verdad y la justicia”, decía la mujer, que dejó huella más allá de su propia búsqueda: impulsó la creación del consejo de prevención de la violencia institucional de Punta Indio y participó de la conformación de la Red de familiares contra la tortura y otras violencias estatales de la CPM.
El crimen de Sebastián Nicora “marcó un cambio en la zona por la lucha de Fernanda, que dejó su vida en esto”, dice Jarque. Y aspira a que alguien hable, que se rompa el silencio cerrado en torno a lo que pasó hace ocho años a orillas del Río de la Plata. “Siempre se trata de sensibilizar a alguien que pueda tener información”.