«En las áreas de biomedicina y de salud, producimos conocimiento financiado con fondos públicos que se lo terminan apropiando las corporaciones privadas y los países centrales, que son los que pueden importar ese conocimiento en bruto y transformarlo en algo que después pueden vender en forma de un tratamiento o de un fármaco”, dispara Matías Blaustein, investigador del CONICET en el Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología Traslacional (IB3) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. “Nuestro grupo de investigación trabaja en biología molecular del cáncer. Por lo tanto, esto nos incluye también a nosotros”, reconoce.
Blaustein es uno de los autores de un estudio multidisciplinario que se publicó en la revista científica Heliyon: “En este trabajo tratamos de describir la matriz en la cual nosotros trabajamos, que nos afecta a todos y a todas”.
La agenda de los patrones
Hace poco más de un año y medio, NEXciencia daba a conocer una investigación que ponía en evidencia los vínculos entre las grandes firmas privadas y las instituciones académicas líderes a nivel global, en el ámbito de la salud y las ciencias biomédicas (SyCB).
Aquel estudio -realizado por Blaustein, una economista, una bióloga, un politólogo y un lingüista- consistió en un análisis bibliométrico y léxico de 95.415 artículos científicos publicados entre 1999 y 2018 en las revistas de mayor factor de impacto internacional. Fue el primer trabajo cuantitativo que, con herramientas de big data y de minería de datos, permitió construir mapas que muestran a los actores claves y los contenidos de la agenda de investigación mundial hegemónica en SyCB.
Ese estudio pionero demostró que la red predominante de investigación en SyCB está dominada por destacadas instituciones académicas de investigación y por grandes corporaciones farmacéuticas. También, puso en evidencia de manera cuantitativa que los temas dominantes en la agenda de investigación internacional en SyCB están relacionados con la biología molecular de ciertas enfermedades cuyos tratamientos son muy redituables, como el cáncer y las dolencias cardiovasculares, en desmedro de las enfermedades respiratorias, diarreicas e infecciosas, que son prevalentes en los países más pobres y en los sectores más carenciados de los países ricos.
Con estos resultados, el equipo multidisciplinario que integra Blaustein se preguntó si esa agenda de investigación global influye o no en los temas de investigación que promueve el CONICET en el área de SyCB. En otras palabras: ¿El CONICET repite los mismos tópicos de la agenda internacional en SyCB, o tiene algún margen de autonomía?
División internacional del trabajo
Buscaron todos los papers del área de SyCB publicados entre 1999 y 2018 en los que alguno de los autores es investigador o investigadora del CONICET. Reunieron 16.309 artículos.
Con la misma metodología utilizada en el trabajo anterior, analizaron los textos y construyeron mapas con los temas de investigación que aparecen con mayor frecuencia. Después, compararon esos mapas con los que habían obtenido el año pasado a partir del análisis de la agenda de investigación internacional.
“Encontramos que la agenda de investigación del CONICET en el área de Salud y Ciencias Biomédicas está muy alineada con la agenda global, algo que nosotros llamamos ‘dependencia académica’. Este alineamiento, se da tanto en el tipo de enfermedades que se estudian como en el enfoque”, informa Blaustein.
Respecto del enfoque, el análisis léxico muestra que los términos vinculados a la biología molecular y celular están presentes en más del 60% de las publicaciones del CONICET en el área de SyCB: “Esa mirada privilegiada desde ‘lo molecular’ tiene que ver con un abordaje reduccionista de las patologías, porque deja de lado los determinantes sociales y ambientales de la salud y de la enfermedad. Es un enfoque que promueve el desarrollo de tratamientos más que la elaboración de medidas de prevención”, subraya.
Blaustein destaca que hay algunos temas que escapan al alineamiento con la agenda global: “Algunas enfermedades endémicas, como el Chagas, están prácticamente ausentes de la agenda de investigación internacional pero sí aparecen en la agenda del CONICET. Aun así, se las estudia sustancialmente con el enfoque molecular”.
Según el investigador, este abordaje molecular de la investigación en SyCB “en la Argentina es muy fuerte, porque no hay una articulación directa entre las instituciones de ciencia y las instituciones de salud, como sí ocurre en los países centrales”. En este sentido, Blaustein explica que “los costos de la investigación clínica son muy altos, por eso en el área de salud y biomedicina quedamos relegados al lugar de productores de ciencia básica”, y remata: “Es una dependencia económica que, una vez más, evidencia el lugar que ocupa la Argentina en la división internacional del trabajo. Porque la ciencia argentina queda condenada a ser productora de conocimiento como un commodity que luego utilizan los países centrales y las corporaciones farmacéuticas para producir tratamientos con alto valor agregado. Es lo que nosotros llamamos extractivismo de conocimiento”.
Los resultados del trabajo muestran que hay otros tópicos investigados por el CONICET que se escapan de la agenda hegemónica en SyCB, pero que podrían leerse en la misma dirección: “En nuestro país aparecen con mucha más fuerza que en la agenda global las investigaciones básicas relacionadas con la agrobiotecnología y la industria alimentaria, vinculadas al desarrollo de conocimiento para el sector primario y de alimentos. En definitiva, para el agronegocio”.
Discurso dominante
Para el análisis, los investigadores dividieron el período de veinte años de publicaciones del CONICET en SyCB en dos décadas: 1999-2008 y 2009-2018. “En la segunda década aumenta la cantidad de publicaciones, pero el contenido de la agenda es prácticamente el mismo”.
Para los autores, los resultados del estudio pueden examinarse desde la perspectiva de la Teoría del Discurso Dominante. Desde esta mirada, habría un discurso dominante científico que asigna valor a ciertos símbolos, condicionando la producción científica y, por lo tanto, la posición que determinados temas ocupan en la agenda.
“La existencia de un discurso dominante científico supone un rol disciplinario durante la producción científica, que alinea las agendas de investigación local a la agenda internacional predominante”, escriben Mercedes García Carrillo, Federico Testoni, Marc-André Gagnon, Cecilia Rikap y Matías Blaustein.
Con el reconocimiento de que su propio trabajo está inmerso en esa matriz productiva, Blaustein señala la necesidad de reflexionar y debatir los temas que se investigan en el país: “No se trata solamente de aumentar el presupuesto destinado a la investigación científica, sino de discutir para qué y para quién hacemos ciencia”.
*Artículo publicado por Gabriel Stekolschik en NEXCiencia, el sitio de divulgación científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.