La viuda, el hermano y el padre de Mariano Barbieri, el ingeniero civil asesinado de una puñalada tras un robo en los bosques de Palermo el miércoles de la semana pasada, encabezaron hoy una marcha para pedir justicia por el crimen y por todas las víctimas de violencia, bajo el lema «No me quiero morir», en referencia a las últimas palabras que pronunció el hombre antes de desplomarse en el interior de una heladería a la que entró para pedir ayuda.
Minutos después de las 20, y desde la esquina de avenida Del Libertador y Lafinur, frente a la plaza en donde Barbieri fue asaltado, su esposa Maricel, su hermano Fernando y su padre Carlos, rodeados de otros familiares y amigos, dieron inicio a la movilización que había sido convocada a través de las redes sociales.
La mayoría de los presentes llevaba en sus manos una hoja con la frase “#No me quiero morir”, en alusión a las últimas palabras mencionadas por el ingeniero en la heladería a la que acudió para pedir ayuda.
También llevaban velas en sus manos y un cartel se destacó por sobre el resto, con la leyenda “Hartos!!! de sepultar inocentes. Fin! al garantismo”.
Luego, una amiga de la víctima comenzó a leer un documento, en el que se describió al ingeniero civil asesinado, por cuyo crimen hay un detenido, como “una persona llena de vida, alegre, idealista. Un tipo sencillo que estudió, que se esforzó, trabajó diariamente porque amaba su profesión y quería un futuro mejor para todos”.
“Sin embargo, ese día decidió salir a caminar y ver la luna, nunca imaginó que se cruzaría con su asesino. A Mariano le arrebataron la vida para sacarle el celular, lo mataron para sacarle el celular. ¿Ustedes lo entienden? Porque nosotros no”, expresó.
En ese sentido, el texto continuó: “Fue un hecho totalmente evitable que le podía suceder a cualquier de nosotros, vivimos encerrados, con miedo de salir a la calle, mientras los delincuentes están libres. A veces se dice que necesitamos cambios profundos, pero si no se cumplen las leyes que ya están escritas, no sirve de nada”.
“Por eso le pedimos a las autoridades gubernamentales, a los senadores, a los diputados, a los jueces, a los policías, que hagan su trabajo, porque para construir una sociedad justa todos tenemos que hacer nuestro trabajo”, continuó.
Por último, la amiga de la víctima dijo: “Hoy, nada nos va a devolver la risa y los abrazos de Mariano, Luca (el bebé de dos meses, hijo de Barbieri) no va a conocer a su papá, así que por desgracia lo único que nos queda pedir es justicia y seguridad para todos, para que nadie más vuelva a sentir una pérdida por un ser querido, por una situación de inseguridad. Para que no haya más Mariano, porque no nos queremos morir. Hoy todos somos Mariano”.
Tras los aplausos de los manifestantes, Maricel, visiblemente conmovida, dijo a la prensa: “Agradezco a todos, empiezo a ver justicia con encontrar al presunto culpable, pero en mi corazón y en la vida de mi hijo nunca va a haber justicia”.
Quebrada en llanto y sin poder continuar hablando, tomó la palabra su cuñado y hermano del hombre asesinado, quien refirió que “están esperando las pericias” pero que “todo indicaría que es esta persona”, en referencia al sospechoso detenido por el crimen de su hermano.
“Estamos tratando de salir adelante y yo me baso en Luca, que solo tiene dos meses, en mi sobrino, en mi hijo, en mi abuela. En ellos tomo la fuerza y trato de pelear y seguir adelante”, concluyó.
Mientras que la mujer que leyó el documento, señaló: “Vinimos a pegar carteles hace dos días para concientizar y para fomentar la marcha y es terrible, en el parque no hay una luz, no hay un policía, no hay nadie, estas desamparado totalmente”.
El crimen de Barbieri fue cometido cerca de las 22.45 de la noche del 30 de agosto pasado, cuando salió de la casa de un amigo en la que circunstancialmente ese día paraba y se encaminó hacia el Parque Tres de Febrero para ver la luna llena, según dijeron sus allegados.
En esas circunstancias fue abordado por un delincuente armado con un cuchillo tipo «Tramontina» que lo apuñaló en medio de un forcejeo para robarle el teléfono celular con el que huyó y que hasta ahora no fue encontrado.
Barbieri, herido, logró cruzar avenida Del Liberador e ingresar a una heladería situada en la esquina con la calle Lafinur, donde frente a empleados y clientes se desplomó luego de decir «No me quiero morir» y pedir a uno de los presentes que por una red social le avisara a un familiar lo que le había pasado.
Tras la llegada de una ambulancia, el ingeniero fue trasladado al Hospital Fernández, donde murió a raíz de la lesión punzante, que le afectó el corazón.
En base al análisis de las cámaras de seguridad de la ciudad y particulares, y a la declaración de un testigo del ataque que paseaba a su perro por el parque cuando vio que apuñalaban a Barbieri, los investigadores lograron identificar y detener el lunes en el interior del Barrio 31 de Retiro a un sospechoso, identificado como Isaías José Suárez (29).
Ese hombre fue reconocido por un testigo en una rueda de presos como la persona que escapó del lugar del homicidio, pero al ser indagado por la jueza Yamile Susana Bernan negó haber cometido el hecho, según fuentes judiciales.
Los investigadores reconstruyeron con al menos 15 cámaras el recorrido que en 56 minutos hizo el presunto homicida para llegar a la escena del crimen y huir de ella rumbo al Barrio 31 de Retiro.
Mientras que los voceros revelaron que existen más elementos que comprometen a Suárez: presentaba dos presuntos arañazos en el cuello que ahora se investiga si fueron provocados por Barbieri en su lucha y le secuestraron una gorra y una bufanda similares a las que se ve en los videos con manchas de sangre.
Además, un testigo de identidad reservada reveló que al llegar al Barrio 31, el ahora detenido se jactó de haberle dado «un puntazo» a la víctima para robarle el celular.
«Me mandé una cagada, uno se me paró de manos, se trabó y luchó», le dijo el sospechoso a esa persona, según lo que reconstruyó la Justicia.
Las fuentes informaron que Suárez estuvo detenido al menos 14 veces por casos de robos y hurtos, y contaba con cuatro condenas desde el 2012, la última cumplida hasta el 13 de junio último, cuando fue liberado por decisión del juzgado en lo Penal, Contravencional y de Faltas número 31 porteño, en el marco de una causa de violencia de género por «lesiones leves».