En el chat de familias del colegio se empiezan a suceder los mensajes. «Hola, disculpen pero Cata no va a poder ir al cumple, salimos del pediatra, Cata está con neumonitis«. Al instante se suma otra madre: «Uh pobre! A Nina la retiré con fiebre, me dijeron que tiene eso también». Y después otra: «Que se mejoren pronto, a Santi lo tengo también con neumonitis». No es un grupo aislado. El país vive un brote de enfermedades respiratorias agudas, pero no es solo bronquiolitis. La neumonitis empieza a ser palabra recurrente en diagnósticos de guardias pediátricas.
En la nebulosa de internet, si se busca qué es «Neumonitis», podemos encontrar que lo relacionan «a un término general que se refiere a la inflamación del tejido pulmonar». Y acotan que «técnicamente, la neumonía es un tipo de neumonitis porque la infección provoca inflamación. Sin embargo, los médicos suelen utilizar el término ‘neumonitis’ para referirse a las causas no infecciosas de la inflamación pulmonar».
La doctora Silvina Smith, coordinadora de la sección Neumonología Pediátrica de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, explica a Tiempo: “La neumonitis y la neumonía son afecciones que tienen en la estructura del pulmón distinta localización. La neumonitis es una infección de la zona periférica del pulmón, en lo que se llama intersticio, y cuya etiología es generalmente viral. La neumonía es un proceso más importante donde hay una infección del Alvéolo dentro del pulmón. En las radiografías se ve como una imagen de más condensación, y suele tener un cuadro clínico más importante”.
Eso no significa que la neumonitis no vaya a necesitar internación, pero suele ser menos potente que la neumonía. La neumonía puede ser por origen bacteriológico o virósico. En el caso de la neumonitis siempre es viral.
Por eso Smith habla de factores que inciden en su expansión: “después de la pandemia se vuelve a la ‘normalidad’, ya los padres no trabajan tanto home office, y cada vez envían a sus chicos a las guarderías a más temprana edad. Cuantos más pequeños son, y más cantidad hay reunidos en un espacio cerrado en esta época del año, más peligro de infecciones”.
Oscar López, pediatra e infectólogo que trabaja en el Hospital de Pediatría de Posadas, cuenta a este diario que «generalmente se usa el término ‘neumonitis’ para referirse a una inflamación no infecciosa del pulmón».
Cuenta que en el hospital provincial donde atiende, uno de los cinco del país que están siendo ‘unidad centinela’ controlando infecciones virales, se ve un aumento de casos: «la neumonitis por sí sola se trata con antiinflamatorios o corticoides, las neumonías sí necesitan antibióticos, y las bronquiolitis no necesitan tratamiento específico, solo a veces usar broncodilatadores (el clásico puf o salbutamol) para ayudar a que el niño respire mejor».
Mejores diagnósticos, peores cuidados personales
Sostiene que en general se lo diagnostica una vez realizada la radiografía. Y que usualmente se los asume como “sobreinfectados” y se da el tratamiento con antibiótico de eritromicina. “En esta época suele ser el primer diagnóstico de causa viral. A veces ni siquiera se medica”.
Para la gravedad que pueda generar el cuadro incide la edad del niño (si es más chico o no), y si cuenta con factores de riesgo, sobre todo pulmonares. Suele venir acompañada de fiebre, dificultad respiratoria, tos, moco. Si el modo en que se siente le compromete comer, dormir, o si la fiebre persiste a pesar de tomar antitérmicos, hay que ir a la guardia. “A menor edad, mayor riesgo de infección respiratoria aguda baja grave”, especifica la especialista.
Hoy el país transita las semanas claves para este tipo de afecciones. De hecho, el brote de bronquiolitis supera en un 70% a los niveles prepandémicos. El Ministerio de Salud nacional informó notificó 50.594 casos en lo que va de 2023. Y la Organización Panamericana de la Salud emitió un alerta epidemiológica para la región por la expansión de los virus respiratorios.
Smith atiende en el Hospital Pedro de Elizalde y en el Británico. Cuenta que junio y julio son “el pico” de casos de este tipo. Que se adelantó unas semanas el brote de enfermedades respiratorias, como ya alertó meses atrás el Ministerio de Salud, pero que también en los últimos años los centros de salud mejoraron los diagnósticos.
“Se suelen utilizar las técnicas de biología molecular (PCR) y así identificamos de forma más precisa qué produce está produciendo la infección respiratoria aguda baja en el paciente. Si es influenza, si es sincicial. Hay más detección, promoción y también más internación”, añade.
¿Hay forma de evitarlo o prevenirlo? Smith remarca que “los cuidados personales, como la higiene de manos o el uso del barbijo, disminuyeron tras la pandemia. Lastimosamente nos olvidamos de esas medidas, hay un rechazo social al barbijo quizás por hacernos recordar situaciones difíciles que superamos; nos volvimos a resfriar, y muchas veces ocurre que la persona en ese estado va a trabajar, sin barbijo, o lleva a sus hijos enfermos a la escuela. Hay que tener conciencia y solidaridad con el otro”. Ella sigue utilizando barbijo en el consultorio, pero actualmente el tapabocas ya incluso de usarse en las guardias. Ni hablar del transporte público.
De la lactancia a la contaminación ambiental
Smith agrega la necesidad de mantener al día el calendario de vacunación: “en el hospital vemos el incumplimiento del esquema, llegan chicos sin el esquema completo actualizado. Con la pandemia bajó mucho el tema vacunas. Y las infecciones respiratorias son más graves en quienes tienen el esquema completo desactualizado”.
También abogó por otros cuidados, como por ejemplo evitar la contaminación ambiental (sobre todo el humo de cigarrillo, incluso el “fumar afuera” en el balcón o en otro ambiente le causa daño al niño o la niña a través del llamado ‘humo de segunda mano’), y algo más: en los más niños, tratar de mantener la lactancia materna, de uno a los dos años de vida.
López enfatiza que no ven mayor virulencia de los virus post pandemia: «no hay ninguna cuestión que pueda definir eso. Lo que parece ser es que post pandemia nuestro sistema inmunológico no está tan activo como lo estaba previo a ella. Probablemente haya habido una especie de descanso del sistema inmunológico durante este tiempo que hace que la respuesta a las infecciones sea menos efectiva».