Hace unos meses nos visitaron especialistas ambientales en recuperación de otros ríos, como el Támesis, que sufrió históricamente un gran deterioro. Inclusive obligando a trasladar las sesiones del parlamento inglés a otros sitios por los olores nauseabundos, o como sucedió con aquella niebla toxica que padecieran en la posguerra y que se llevó la vida de 4 mil londinenses, en una noche. Hoy ese río, se encuentra muy recuperado, pero lejos de las posibilidades de la natación, cercano a la pesca, pero no a su consumo. Este especialista nos decía que nunca se prohibió su navegación, aun en los peores momentos y que tampoco se suspendió nunca la legendaria regata de Oxford y Cambridge.
Puntos de vista, tal vez de patriotismos y defensa de lo propio. Nuestros hermanos Querandíes, denominaban al Río de La Plata y al Riachuelo las aguas de la paz y las recorrían con sus canoas. Para el conquistador fue el primer fondeadero seguro para sus navíos, allí también el Almirante Brown armó su escuadra triunfal. Y en el tiempo ese curso de agua fue el receptor de la inmigración y grandes barcos de ultramar. Pero también fue el lugar donde aquellos “tanos” de la Liguria, los “xeneizes”, emprendieron sus oficios marineros, entre otros, la pesca, que muchos años después llevarían al puerto de Mar del Plata, junto con los colores característicos de La Boca.
La cuenca baja se desarrolló con el puerto y ya sin él, entró en una pronunciada decadencia, por eso sus habitantes la quieren limpia y navegable.
Habilitar la navegabilidad del Riachuelo desde su kilómetro 0 hasta el Transbordador Nicolás Avellaneda, con sus correspondientes controles, es una acción imprescindible para poder recuperar un lugar que supo de barcos, marineros, puerto y la construcción de prosperidad.
También hacemos la salvedad de informar que allí habitualmente hay actividad naval por parte de distintas empresas y los habituales boteros que reman hace más de 100 años. Reman diariamente, llevando estudiantes de guardapolvos blancos a las escuelas, trabajadores y trabajadoras, convalecientes a los hospitales, turistas y vecinos. Nunca supimos de enfermedades, ni de gente que de esas embarcaciones se cayera al agua. Pregunta que extrañamente nos hacen cuando hablamos de embarcaciones de otro porte más relevante.
Creemos que la navegabilidad representa una buena oportunidad para la recuperación, urbanística y cultural de una zona llena de identidad marinera.
Recordando la hermosa canción, Os argonautas de Caetano Veloso, que tan bellamente canta junto a Chico Buarque, donde se vale de la inspiración y los versos de Fernando Pessoa, “navegar es preciso, vivir no es preciso”, tomando el sentido que le da a esa frase el poeta, donde la vida no permite planeamientos inmutables, ni reglas determinadas e inflexibles por siempre, la vida es el transcurrir donde todo puede cambiar y ese es el gran secreto de vivir. Esos versos nos dicen que debemos abandonar la mezquindad y los falsos proyectos para apostar a nosotros mismos.
Por eso volver a navegar es una apuesta a la identidad y el sentir de un lugar que quiere salir de la rigidez de la prohibición transitoria, que hoy puede cumplirse en este pequeño pero simbólico espacio de la desembocadura de la Cuenca Matanza /Riachuelo. La oferta de otros puntos de vista y de llegada a determinadas navegaciones que permitan establecer una poli modalidad de transporte, como el transbordador o los automotores, sumados al transporte fluvial, es una novedad absoluta. El río llevando de puerto en puerto, pasando por el Aeropuerto, por la cercanía de trenes y subtes, nos saca de la única y aburrida oferta del automotor.
Una posibilidad de recorridos diferentes que nos presentarían un mundo a explorar y recuperar. Nadie ama lo que no conoce.
Tal vez los tres objetivos que expresaron las concurridas y mayoritarias audiencias públicas, cuya participación fue ampliamente favorable a la navegabilidad convocadas por ACUMAR, nos den algunas pistas del deseo de ir por el río:
Promover el turismo sustentable, permite reflexionar en la recuperación, no solo del Riachuelo, sino del Río de Plata ya que el proyecto une al Tigre con Quilmes.
Defender el ambiente, verlo, sentirlo, tener una perspectiva vivida sobre él.
Y por último y tal vez la más importante, recuperar la relación de la comunidad con el río.
Una relación perdida desde hace más de cuarenta años. Relación de navegarlo, nadarlo, verlo, degustar su horizonte y el transcurrir de sus aguas, seguiremos soñando con volver a sus balnearios sin renunciar a que esto ocurra, alguna vez.
La reciente resolución del juzgado de Jorge Rodríguez es muy clara al respecto y solo habilita a ingresar a los primeros metros del Riachuelo al “Paseo náutico turístico Quilmes –Tigre”, con determinadas y exactas especificaciones técnicas y controles ambientales, que recaen sobre los organismos que hicieron las recomendaciones técnicas y pertinentes del tipo de embarcaciones y de aquellos que deben controlar la navegación.
Este pequeño primer paso para el Riachuelo es de una gran importancia porque en él se resumen acuerdos entre jurisdicciones, de esos que no abundan en la gestión y que hacen al bien común. Acuerdos donde intervienen el Estado Nacional (Ministerio de Turismo y Deportes, ACUMAR, Vialidad Nacional), el provincial bonaerense, el municipal de Avellaneda y el de la Comuna 4, junto al Gobierno de la CABA, a través de su Ministerio de Turismo además de la Universidad Nacional de Avellaneda y otros estamentos provinciales y nacionales como áreas de cultura y trabajo y por sobre todo la justicia, que viene haciendo el seguimiento de todo el proceso en la Cuenca Matanza Riachuelo (CMR).
Esto se denomina Estado presente en su plenitud y es la más absoluta acción interjuriccional, un ejemplo de cómo navegar esas encrespadas aguas de la gestión, tal vez más difíciles que las del propio Riachuelo.
*Director de Gestión Política y social de ACUMAR