Un diario con tres ediciones –matutina, quinta y sexta–, las ya célebres placas rojas del cable y un estilo incomparable para ejercer un periodismo referenciado en lo popular, son algunos de los hitos que catapultaron a Héctor Ricardo García, que acaba de fallecer a los 86 años, a la categoría de mito de la prensa argentina.
El creador del diario Crónica y de Crónica TV estaba alejado del periodismo por cuestiones de salud, y en 2016 había vendido toda su participación accionaria en la empresa.
El «Gallego» García se inició en los medios como canillita, luego fue reportero gráfico, y enseguida, en 1954, creó su propio revista, Así es Boca. También ideó Así y los semanarios Ahora y Flash. Pero su gran obra fue, en el ’63, con apenas 31 años, la fundación de Crónica, el diario con el que inventó un lenguaje nuevo para la prensa argentina, simbolizado en su lema, «firme junto al pueblo», que llegó a vender un millón de ejemplares en un día y que podía, por ejemplo, titular simplemente «Murió», cuando se produjo la muerte de Juan Domingo Perón, en 1974. Una tapa histórica por la que hoy se paga no menos de mil pesos en Mercado Libre.
Considerado el padre del periodismo popular en la Argentina, fue un verdadero pionero en lo que luego fue llamado multimedio. Incursionó en la radio con la adquisición de Radio Colonia. En televisión, llevó a Teleonce a ser líder de audiencia en los años ’70, hasta que los canales se estatizaron, y en los ’80 se hizo cargo de la programación de Canal 2, convirtiéndolo en uno de los más vistos gracias a la contratación de figuras de reconocida popularidad. En 1994, por fin, creó Crónica TV, la primera señal de noticias de cable que transmitió las 24 horas, y que popularizó las «placas rojas», acompañadas de la inconfundible marcha «Stars and stripes for ever», de John Philip Sousa, acelerada, para dar mayor impacto a las noticias de «último momento». Casi un descubrimiento de García.
El «Gallego», como lo llamaban sus amigos, también dejó su impronta en el teatro –fue propietario del Astros en la Avenida Corrientes, y del Tronador en Mar del Plata– e hizo un culto del periodismo de chimentos: él mismo escribía los rumores de»“La Pavada», en la contratapa de su diario, nutriéndose de primicias que le confiaban, en ocasiones, los propios protagonistas de los escándalos.
Él mismo fue protagonista de varios episodios noticiosos. En 1966 fue el único periodista testigo del Operativo Cóndor, cuando la resistencia peronista secuestró un avión de Aerolíneas Argentinas para hacerlo aterrizar en las Malvinas y realizar una ocupación simbólica del archipiélago, con el izamiento de la bandera argentina, que duró 36 horas. En 1973, fue secuestrado por la fracción 22 de agosto del Ejército Revolucionario del Pueblo, y liberado luego de que Crónica publicara un comunicado de la organización. En 1976 estuvo tres semanas prófugo tras el allanamiento de la redacción: había publicado la noticia de la muerte de Mario Santucho. En 2012, el mismo año que dio a conocer La culpa la tuve yo, su segundo libro autobiográfico (el primero había sido Cien veces me quisieron matar, en 1993), fue absuelto en un juicio por evasión impositiva. Por esa causa pasó siete meses en prisión domiciliaria, un hecho sin precedentes hasta aquel momento en la historia del periodismo.
Desde las páginas de Crónica, García fue uno de los primeros perjudicados por la apropiación de Papel Prensa, entregada por la dictadura cívico militar a los dueños de Clarín, La Nación y La Razón, y fue también el primero en salir a denunciarlo en medio del silencio de la mayoría de los medios.
A las 10:14 de la mañana del sábado, la pantalla de Crónica TV viró a rojo como cada vez que su locutor anuncia una noticia de último momento. «La placa más triste», decía el sobreimpreso, para despedir a una figura emblemática del periodismo argentino . «