Si algo dejó en claro el devenir de los sucesos de Fran Fijap, corrido por manifestantes en el Congreso cuando fue a provocar, o el último de «La Pistarini» atacando a Dillom en un tuit arriba de un avión, sin darse cuenta que el cantante lo iba a leer y lo fue a increpar, es la falta de visión de los militantes mileístas de qué sucede cuando se corre la barrera de lo virtual a lo real. Mientras tanto, el ingenio popular se aprovecha.

A la catarata de tuits y memes que generó el suceso de La Pistarini, se le sumó en las últimas horas la novedad del mundo de los coleccionistas y amantes de los juguetes: el merchandising que recrea ese momento.

Está a cargo, como no podía ser de otra manera, de Milonga Customs, reconocidos en el ambiente popular por otras recreaciones, como Serú Girán en la tapa de La Grasa de las Capitales, El Diego del Mundial ’94, Eduardo Feinmann, Franco Colapinto, «Señora Holograma» y hasta el tobillo de Messi hinchado que puede adquirirse como llavero. El de Pistarini se puede conseguir a 10.000 pesos.

En el paquete que trae a los muñecos de Dillom y La Pistarini se puede ver el «diálogo» entre el rapero y el tuitero «libertario» que, frente a frente, casi no pudo emitir palabras del temor que reflejaba su rostro, cuando el anonimato de X le cedió lugar a la presencia física real.

El título es el ya clásico «¿Vos sos Pistarini?», que incluso lo llegaron a usar cuentas oficiales de clubes como Independiente y el Tottenham. «Pelotudo, portate bien, dale?», es el cierre del cruce. Además trae dos aclaraciones: «No incluye el teclado para defenderse»; «Los huevos se venden por separado».

La Pistarini

En su nota de Tiempo de este domingo, Ricardo Ragendorfer relata cómo lo de La Pistarini fue involuntario. Un caso de “mala praxis”.

«Así, de golpe, su ‘alter ego’ digital se desplomó como un piano de cola. Y en un avión de línea, mientras era filmado por su víctima, quien le perdonó la vida mientras lo tocaba como acariciando la cabeza de un perrito. La indignación con él se extendió hacia sus propios colegas, al punto de que otro libertario, un tal “Joni Cordobés”, lo cruzó en la red de Elon Musk con gran severidad: “Rompiste la primera regla al tuitear: no se publican ni se suben imágenes al toque si estás en un sitio público. Te regalas como lo hiciste”. Sabias palabras. Pero tardías».

Ragendorfer resalta que en ese mismo instante ya se sabía que La Pistarini en realidad se llamaba Juan Carlos Siber Guerrero, que poseía estudios secundarios incompletos en el Colegio Don Bosco y que allí había padecido bullyng: «Su ‘otro yo’, el que hasta ese día le dio sentido a su tortuosa vida, había implosionado definitivamente».

Mucho texto, sin Dillom enfrente

Días y numerosas horas después del episodio, Juan Carlos «La Pistarini» tomó fuerzas y se atrevió a tuitear:

«Quiero que sepan qué no me arrepiento de NADA de lo que sucedió, mantengo al 100% mi postura sobre mis dichos, yo ejercí mi derecho a expresarme y Dillom por su lado hizo lo mismo. Cosa que respeto totalmente. Estábamos en un avión en el medio del Atlántico, no iba a ejercer violencia física teniendo en cuenta todas las consecuencias que eso podría traer para ambos, siempre mantuve la calma», afirmó en un largo texto que hasta sus propios compañeros de LLA admitieron no haber podido terminar de leer.

«Desde el momento uno, cuando Dillom prende la cámara y me pregunta si yo era la persona del tweet y si me gustaba sacarle fotos, dije siempre que si haciéndome responsable de todo, como siempre. En el vídeo se ve claramente cuando Dillom intenta agredirme, automáticamente y por reflejo pongo la mano para evitar el contacto, cosa que logré y al instante se cae su teléfono. En ese momento levanta el teléfono, dice una frase más y se retira, ahí termina nuestro intercambio», añadió.