La zona sur de la ciudad de Buenos Aires volvió a convertirse en un escenario donde la violencia y la muerte intentan sacar rédito todos los días. En las últimas horas se dieron por lo menos tres episodios de intolerancia política en las villas 21-24 de Barracas, Zavaleta y Los Piletones. Algunos de los agresores están íntimamente vinculados con punteros del macrismo y la mayoría de las víctimas, que pertenecen a la Corriente Villera Independiente, exigen protección y justicia.
La primera seguidilla de actos intimidatorios se registró el miércoles. Eran las 8 de la mañana cuando dos mujeres de la Corriente Villera trabajaban en la zona conocida como Alvarado, en el denominado triángulo de la Villa 21. Intempestivamente, se bajó de un auto un sospechoso para apretarlas: «Les mostró un revólver y las echó. Les dijo que ese lugar era de ellos», explica a Tiempo Natalia Molina perteneciente al Movimiento Popular La Dignidad, el brazo político de esa agrupación. «En ese sector venimos trabajando hace 12 años», argumenta.
Los delincuentes siguieron rumbo al local de la Corriente Villera, en Iriarte 3512, donde se encontraron con dos de sus integrantes. Roberto «El Cuni» Basualdo, era uno de los presentes. «Arma en mano, me dicen que querían los puestos de laburo porque vivían ahí y eran los referentes. Mi respuesta fue negativa porque los que están trabajando en ese sector son vecinos del mismo lugar», cuenta el testigo.
«Me dijeron agrega el referente del MPLD que no me haga el tonto, que sabía lo que me iba a pasar. Sacó el revólver, lo envainó, lo montó, apuntó y tiró para el techo. Se subió al coche y salió quemando gomas». De ahí, la patota hizo unos 300 metros y en Iriarte al 3700, ya en la Villa Zavaleta, se cruzó con otras dos trabajadoras de la Corriente a quienes amedrentaron con siete disparos al aire.
En la fiscalía de Barracas confirmaron los hechos. «Los sospechosos serían otros vecinos. Se registra una especie de puja interna por los planes sociales», señala una fuente judicial. Uno de los investigadores indicó que el auto en el que se movilizaban los atacantes ya fue identificado, aunque reconoció que no se pudo recoger ningún casquillo porque habrían utilizado un revólver.
El local de la Corriente Villera Independiente se encuentra a unos 20 metros de la Casa Central de la Cultura Popular, que depende del Ministerio de Cultura de la Nación, y a una distancia similar de un retén de Prefectura. Sin embargo, nadie salió a perseguir a los tiradores.
Al mismo tiempo, Stella Vega, vinculada a la estructura PRO de la Zavaleta, donde maneja un comedor y un jardín, increpó a un grupo de trabajadores de la Corriente Villera. El Cuni y los suyos tienen serias sospechas de que los ataques pudieron haber sido coordinados. «Esta mujer utilizó el mismo método de los pibes que me apretaron a mí. Les dijo a nuestras compañeras que se tenían que ir porque ellos eran los referentes. Por eso creemos que todos los caminos conducen a ella o, por lo menos, aprovechó bastante bien la jugada para intentar echarnos», analiza.
Para El Cuni, todo se debe al «trabajo territorial transformador» que el MPLD lleva adelante en el barrio, donde tienen dos cooperativas: una relacionada con Urbaser, donde los trabajadores hacen la recolección de basura puerta a puerta; y la otra vinculada con una Unidad de Gestión de Intervención Social (UGIS) que tiene que ver con el barrido y la limpieza de los pasillos y espacios comunes. En total, son 48 cooperativistas que cobran entre 5000 y 6000 pesos. Además, recientemente lograron incorporar a 50 vecinos al Salario Social Complementario, por el que trabajadores informales recibirán 4000 pesos y contarán con seguro de vida y obra social.
Violencia en Los Piletones Los Osuna, que supieron estar al servicio de todos los partidos políticos y hoy están embanderados con el PRO, es una poderosa familia que dirige a sangre y fuego los destinos de muchos habitantes de Los Piletones. Tal como informó este diario, el 22 de enero pasado una patota mató a golpes a Bernardo Vera por estacionar su auto y molestar a un allegado de estos punteros. Por el crimen fue detenido Rafael Osuna, quien manejaba junto con su hermano Miguel varias cooperativas del lugar.
El lunes pasado cayó preso José Osuna, hijo de Rafael, acusado de haberle dado una paliza hasta la muerte a un cuñado de Miguel, quien habría venido de Paraguay para ayudarlo a manejar los negocios en el barrio. Es que Miguel reparte su tiempo entre la provincia de San Juan y la Capital, donde busca expandir sus dominios. Dos fines de semana atrás, hubo profundas diferencias entre la víctima y su asesino. «