“Yo digo que las preguntas más importantes vienen del pueblo. Este concepto tiene otras dos partes: que esas preguntas necesitan, exigen la ciencia más rigurosa y que ninguna pregunta es demasiado grande, se puede pedir cualquier cosa”. La autora de esta sentencia es la científica y genetista estadounidense Mary-Claire King quien fue homenajeada este miércoles ante un colmado auditorio del Centro Cultural de la Ciencia, en uno de los muchos reconocimientos que recibió esta semana en su visita a Buenos Aires.
Más allá de sus numerosas investigaciones, de haber demostrado que los seres humanos y los chimpancés son genéticamente idénticos en un 99%, de haber identificado el llamado gen del cáncer de mama, entre otros descubrimientos, esta mujer de 77 años es sobre todo reconocida en Argentina como quien desarrolló a pedido de las Abuelas de Plaza de Mayo, el “índice de abuelidad”. Se trata de una fórmula estadística que, a partir del material genético de las personas involucradas, establece con una precisión indubitable la posibilidad de parentesco entre una abuela y su nieto o nieta. Fue en 1984, en la incipiente democracia, y resultó un método revolucionario para identificar a los bebés nacidos en cautiverio y robados en la dictadura, cuando sus padres estaban desaparecidos.
Fueron pocas las veces que King pisó suelo argentino, la última se remonta a la década del 80, pero su desarrollo científico permitió identificar los primeros 84 nietos y nietas restituidos de los 137 casos resueltos hasta el momento. Las Abuelas aún buscan a unos 300 nietos.
La primera restitución por medio de ese “índice de abuelidad” ocurrió en 1984 y fue la de Paula Eva Logares quien, a los 23 meses, había sido apropiada por un subcomisario de la Policía Bonaerense tras ser separada de sus padres, Mónica Grinspon y Claudio Logares, quienes continúan desaparecidos. Paula y su abuela, Elsa Pavón, estuvieron presentes en el homenaje en el ministerio de Ciencia, así como ambas participaron el martes en la Facultad de Ciencias Exactas del acto en el que King fue distinguida con el premio Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires.
“Mi nieta fue la primera restituida por la justicia y por la ciencia. Es historia de nuestro país. A través de la ciencia de Mary-Claire pudimos recuperar a los nietos. El objetivo de Abuelas desde un primer momento fue que nuestros nietos supiesen que no habían sido abandonados”, declaró Elsa Pavón a Tiempo Argentino al término del acto. Antes pidió el micrófono para pedir a los presentes un aplauso para Chicha Mariani, la histórica fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, ya fallecida, “porque ella fue la que salió en principio al mundo a buscar la forma de identificar a nuestros nietos y me parecía que tenía que estar acá”, explicó.
En su breve alocución, King reconoció la importancia de la certidumbre que da el ADN para que la justicia se expida en las restituciones, pero sobre todo para los nietos. “Ellos saben cómo son sus secuencias genéticas, cómo es su ADN, que no es solo la imaginación de unas abuelas, sino que es exactamente la certidumbre. Y esto es una suerte de poder, de fuerza para ellos. Ellos pueden hacer con esa información lo que ellos quieran”.
Durante el acto, en el que estuvieron presentes una quincena de nietos y nietas recuperados, Estela de Carlotto recibió en nombre de Abuelas de Plaza de Mayo la distinción Mary-Claire King, recién instituida por el Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (Conicet) en reconocimiento a las instituciones o personas comprometidas con la ciencia y los derechos humanos.
“Para nosotros es un lujo tenerte aquí, querida amiga. No sé cuántas veces viniste a la Argentina pero estuviste siempre al lado nuestro. Te fuimos a ver a Berckeley, a Seattle, te vimos trabajando y hoy te tenemos acá. Mary-Claire, gracias porque nos permitiste poder encontrar estos nietos, incluso el mío (Ignacio Montoya-Carlotto), aunque me costó bastante”, le dijo Estela a la homenajeada. Y prometió no bajar los brazos, ni rendise «así venga el más estúpido de los presidentes”.
“Nosotros los argentinos somos bravos cuando nos provocan y si nos provocan los malos, la respuesta nuestra será combatirlos. No con el odio, el rencor ni las armas, sino con la sabiduría, el amor y la unidad”, advirtió en el cierre antes de fundirse en un abrazo con la científica.
Las precedieron en el uso de la palabra, la directora técnica del Banco Nacional de Datos Genéticos, Mariana Herrera; la presidenta del Conicet, Ana Franchi, el nieto restituído Leonardo Fosatti, y los ministros de Ciencia, Daniel Filmus, y del Interior, Wado de Pedro.
“Tu trabajo no solo le dio identidad a las familias de los nietos, sino que a medida que fuimos encontrando nietos y nietas también aportaste mucho a la reconstrucción de la sociedad”, expresó Wado de Pedro, un nieto “con suerte”, según sus propias palabras porque fue restituido pocos meses después de haber sido apropiado.
A 40 años de democracia y cuando aparecen discursos negacionistas hasta por parte de candidatos presidenciales, la visita de esta investigadora y profesora de la Universidad de Washington en Seattle coincidió con la declaración de Patrimonio de la Humanidad del Museo Sitio de Memoria ESMA, dos hechos que representan un fuerte respaldo a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia del país.
El poder de la Ciencia
“La ciencia es ciencia, es neutra. Se puede usar para buenos o malos propósitos. Trabajar con las Abuelas es un ejemplo paradigmático del poder que tiene la ciencia para ayudar a las causas justas, a los derechos humanos”, advirtió King, cuya estadía incluye visitas al Banco Nacional de Datos Genéticos y al Parque de la Memoria, además de haber sido recibida por la vicepresidenta Cristina Kirchner.
En declaraciones a un grupo de periodistas, entre ellos Tiempo Argentino, esta multipremiada investigadora admitió nunca haberse preguntado cuánto influyó en su carrera científica haberse cruzado con el pedido de las Abuelas . “Soy una genetista y la genética es muy poderosa. Siempre tuve el privilegio de haberme tenido que enfrentar a preguntas muy importantes. Sin duda la pregunta que me trajeron las Abuelas de Plaza de Mayo era de suma importancia”, afirmó.
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“Cuando pienso en la influencia que ellas han tenido quizás no sea tanto en mi recorrido como científica, pero sí en que pude reconocer la importancia de que las personas trabajemos juntos. El poder que tiene el pueblo cuando trabaja en forma conjunta parece una obviedad, pero es absolutamente real. La tecnología al servicio de la gente, eso es lo importante, y eso es lo que he logrado entender con mi trabajo conjunto con las Abuelas”, insistió.
Como científica, los avances nunca le alcanzan: “Cada vez que escucho que se encontró a un nieto, pienso que siempre hay más, que ese es el número 5 o el 6 o el 100 o el 133… pero hay más, necesitamos los próximos, hay más trabajo para hacer”, reflexionó.
Así también fue como trabajó en este tema. Las primeras identificaciones se hacían con muestras de sangre bajo microscopio, pero dependían demasiado del ojo humano. Había que ir por más. Y fue cuando comenzó a trabajar con el ADN mitocondrial que se hereda por vía materna y proporciona secuencias prácticamente únicas por cada familia. Esto fue lo que impulsó la creación en 1987 del Banco Nacional de Datos Genéticos para conservar y archivar el material genético de los familiares de desaparecidos.
Quizás la síntesis la haya dado Mariana Herrera, la directora del BNDG, al afirmar: “Mary-Claire dice que Dios creó el ADN mitocrondial para ayudar a las Abuelas y yo digo que vos, Mary Claire fuiste la mano de Dios en esta búsqueda”.