Cientos de miles de fieles arribados de diversas provincias y de países de la región comenzaron a llegar entre las 5 y las 6 de la madrugada bajo un clima de lluvia y frío. La peregrinación a pie recorrió la antigua ruta 5, donde hubo instalados 15 puestos de apoyo y 59 puestos sanitarios, dispuestos cada 500 metros y asistidos por unos 6.000 voluntarios.
Solos, en grupo, ayudados por bastones o con lágrimas en los ojos por la proeza de haber podido llegar y cumplir su promesa o pedido a la Virgen de Luján, los fieles recorrieron los 60 kilómetros que separan el barrio porteño de Liniers de la Basílica, con lluvias en el último tramo del recorrido.
En la misa central dada por el arzobispo Mario Poli a las 7 de la mañana, convocó a los fieles a no ser indiferentes ante la pobreza» y «a no esperar a los de arriba para echarse la Patria al hombro». De esta forma Poli tomó la reciente frase del papa Francisco en su mensaje a los argentinos y en ese sentido agregó: «Y si podemos hacer algo por los pobres, especialmente por los que pasan a nuestro lado, no seamos indiferentes. Y si podemos compartir algo con ellos, hagámoslo. Eso es también llevarse la Patria al hombro». El arzobispo ofició su homilía en la misa central que cerró la 42º Peregrinación a Pie a Luján que como todos los años congregó a una multitud y que se efectuó bajo el lema «Madre danos tu mirada para vivir como hermanos». La misa del Arzobispo Poli arrancó muy temprano, a las 7.30, ya que a esa hora empezaron a llegar los peregrinos que salieron desde Liniers y la misa debió efectuarse dentro de la Basílica a causa de la lluvia.
En la plaza que rodea al templo, se realizaron confesiones y bautismos, mientras que otros optaban por descansar y tirarse en los parques cercanos luego de haber ingresado y realizado su agradecimiento o pedido a la Virgen. Noelia, de la localidad bonaerense de San Miguel, detalló que fue «la fe en la Virgen» la que la movilizó y que buscó reparo del frío y de la lluvia «con termo de mate y un abrigo, vinimos despacito pero llegamos». Esteban, de la provincia de Córdoba, aseguró que es la primera vez que se une a la peregrinación «por mi prima que vive en Luján y me animó ya que soy muy agradecido a mi familia y vengo a pedir y agradecer por ellos a la Virgen. Tener la familia unida en estos tiempos difíciles es un regalo de Dios, ellos me dieron fuerzas para llegar desde Laborde, Córdoba. Estoy muy cansado y dolorido pero entero. Estuvimos a punto de desertar cuando se descompuso una sobrina», aseguró.
El cuerpo cansado, el agotamiento a flor de piel, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Así estaba Rita, psicopedagoga del colegio Don Orione de Lugano que acompañó junto a un equipo de profesores a casi cincuenta jóvenes pertenecientes a la institución a la parroquia que también funciona allí. «Es un esfuerzo que uno hace por los chicos y se lo ofrecemos a la Virgen, para que ella los cuide y los proteja», afirmó.
También estaba Mónica, que junto a su pareja Daniel, llevaban una remera con la cara de su hijo Nicolás, asesinado al salir de un boliche. «Hace un mes que sucedió el asesinato de Nico y nos cuesta mucho seguir adelante. Si bien tenemos mucho apoyo de diferentes instituciones, es un vacío que nunca se llenará» confesó la mujer y añadió: «Confiamos que la Virgen nos marcará el camino a seguir y por eso queremos compartir nuestra pena con ella»