Desde el escenario, Mimi Maura grita que ya no llora más. La marea diversa disfruta el ritmo caribeño moviendo las patitas y le contesta que, si se quiere ir, que se vaya. En el backstage, Barby sigue atenta el devenir de la jornada. Milita en Unidos y Organizados, una de las 60 organizaciones LGBTIQ, sociales, sindicales y político-partidarias que forman parte de la comisión organizadora. Espacios que en el día a día no articulan, pero que en esta fecha caminan de la mano. Barby cuenta que hace seis meses vienen preparando la gran marcha. Esperan más de 100 mil personas y cuentan con más de 20 carrozas para el recorrido hasta el Congreso. «Hay muchas consignas: la diversidad sexual, el respeto de las identidades, basta de lesbo-odio, entre muchas otras. Pero en el contexto de ajuste, decimos también basta al FMI y a la persecución política. Macri y la Iglesia son antiderechos», se despide la piba maquillada con glitter verde esperanza.
Frente a la Catedral, los puestos estallan de clientes. Los chicos de AY Jockstrap ofrecen banderas multicolores, suspensores floridos y shorcitos ajustados a precios bien populares. Los clientes se los sacan de las manos. No muy lejos, los Ciervos Pampas se dan el gusto de jugar una tocata sobre el asfalto gris. «Somos el primer equipo de rugby diverso de Latinoamérica. Participamos en un torneo de la URBA», cuenta Ezequiel desde el improvisado ingoal. Cuenta que entrenan en el Parque Avellaneda, que ya tienen cinco años de historia y que le ganaron por empuje de scrum a la discriminación. «El deporte –cierra Eze antes de sumarse a un fogoso besazo colectivo– también es un espacio que permite abrir cabezas. A la homofobia le ganamos peleando».
¿Quién dijo que no hay osos en Salta? «Yo soy el rey gay de los ositos salteños», se presenta en sociedad el barbudo y bien alimentado Cristian. Cuenta que ahorra todo el año, pesito a pesito, para venir a la marcha nacional cumbre. «Sabe por qué marcho, por amor. Creo que a todes les que estamos acá nos mueve el corazón». También los derechos conseguidos: «Hay que ejercerlos, cuidarlos y ayudar a que todes los tengan».
Ataviado como el sumo pontífice, Claudio regala bendiciones para los fieles de la diversidad: «Soy creyente, pero vivo la fe a mi manera. No comulgo con una Iglesia que nos discrimina. Mire que leí la Biblia, pero en ningún lado dice que nos tienen que discriminar», se despide con una sonrisa pícara y beatífica.
Antes de que arranque la caravana hacia el Palacio Legislativo, Jimena Barón ofrece un tórrido cierre a toda orquesta. Entonces, los camiones encienden los motores, los parlantes y la masa diversa empieza a marchar. Hacia el arco iris inflable, el barrio de Congreso y más allá. «