Verificarlo es muy fácil. Basta con escribir en el buscador «app para mujeres» para descubrir que los resultados de Internet refuerzan los pilares machistas. La lista se compone de aplicaciones para el maquillaje y la moda, el control del peso, la organización de las tareas del hogar, el progreso del embarazo y la maternidad y hasta el control de los gastos. Según la lógica online, las mujeres serían incapaces de resolver estas cuestiones por sí solas.
Distinto es el caso para los varones, donde las propuestas, casi en su totalidad, apuntan a perfeccionar «habilidades inexploradas», como descubrir el mejor restaurante o conocer de vinos. También están orientadas a que los hombres se constituyan en personas más competitivas, preparándolos para nuevos desafíos y apuntando a su superación personal, laboral y social. Las recomendaciones van desde mantenerse informado de las noticias que suceden en el mundo hasta consejos para optimizar la vida sexual.
«La primera consideración es que no sólo la información que tenemos a disposición en Internet, sino también las herramientas que se habilitan a partir del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), tienen que ver con una visión masculina y machista. La realidad es que las mujeres no tienen el mismo acceso que los varones al mundo tecnológico», advierte Marina Demtschenko, abogada y presidenta de la Fundación Activismo Feminista Digital, una organización no gubernamental que plantea el abordaje, la investigación y el desarrollo de las múltiples aristas que surgen de la combinación del feminismo, las TIC y las políticas públicas en nuestro país y el resto de Latinoamérica.
Demtschenko y su equipo realizaron un relevamiento sobre las app que se instalan en los dispositivos móviles de las mujeres que pretenden constituirse en herramientas para facilitarles la vida cotidiana. Sin embargo, lo que se puso en evidencia es que el universo digital replica los estereotipos de género del mundo real.
«En la investigación que realizamos –explica Demtschenko– vimos que las app que se ofrecen en el mercado digital tienden o se prestan a facilitar ciertas tareas cotidianas, que pretenden ser funcionales en la vida de las mujeres, como por ejemplo, aplicaciones para aprender a cocinar o para encontrar la dieta más adecuada. Precisamente es en este punto donde operan los estereotipos machistas por excelencia. Según este modelo, las mujeres debieran estar mejor preparadas para cumplir esas funciones y no otras. Aun con el empoderamiento que suponen las TIC, estas app, en vez de ser funcionales a las mujeres, lo son al machismo imperante, ubicándolas en un lugar instrumental y de sumisión, reproduciendo lo mismo que ocurre en el mundo offline.»
Desde este punto de vista, las app para mujeres, en general, no aportan nada por fuera de la más rancia oferta «patriarcalW». «Las mujeres –continúa la especialista– no necesitamos saber cómo maquillarnos y tampoco aprender técnicas para no realizar gastos excesivos en ropa. La poca oferta de app que pueden ser útiles –por ser de asistencia o emergencia– no llega a compensar las necesidades colectivas. Se plantean como recursos interesantes, pero la mayoría no devela ningún misterio.»
Retomando la comparación con los hombres, las app más promocionadas para ellos en el mercado virtual son las de citas. Este dato desecha la idea de que varones y mujeres tienen los mismos intereses en experimentar una vida sexual plena y reproduce la mirada dominante: la sexualidad activa en el hombre se festeja y en la mujer se condena. Eso explica que muchas usuarias de estas aplicaciones oculten o nieguen su uso.
Menstruapps
Dentro de cualquier lista de aplicaciones «imprescindibles» para la mujer, las «menstruapps» se encuentran al tope. Estas app realizan un seguimiento del ciclo menstrual y el control de la fertilidad a partir del cómputo de los días fértiles, convirtiendo a los cuerpos en mecanismos predecibles por algoritmos y estadísticas.
En la actualidad, las menstruapps se encuentran entre las aplicaciones de salud más populares en las app stores. La búsqueda de los términos «ciclo menstrual», «menstruación», «fertilidad» y «calendario menstrual» entregan más de 1000 resultados de app. Sin embargo, el seguimiento de los ciclos menstruales puede también ser un negocio rentable para startups y empresas interesadas en expandir su base de datos.
Siguiendo esa línea de pensamiento, estas herramientas, en realidad, funcionan como laboratorios para la observación de patrones fisiológicos y de comportamiento, que van desde la frecuencia de la menstruación y los síntomas asociados con ella, hasta los hábitos de compras y navegación por Internet de todas sus usuarias. Con las menstruapps, entonces, monitorear el ciclo menstrual significaría también informar a las empresas si la mujer salió, fumó, tomó algún remedio o tuvo sexo, entre otras confidencias.
«Estamos acostumbrados –concluye Demtschenko– a consumir aplicaciones sin tener una mirada de género, lo que tiende a remarcar la desigualdad estructural existente. El poder, detentado por el hombre, determina en la mujer sus gustos, intereses y necesidades reales o no. Lo que nuestro informe cuestiona son los contenidos que se nos presentan a las mujeres. Que se nos pone a disposición con la promesa de convertirnos en personas más independientes y más lindas. La pregunta es si nos están vendiendo todas esas aplicaciones para una optimización de nuestras vidas o si sólo pretenden la continuidad y la perpetuación de nuestra sumisión”. «
Violencia de género invisibilizada
La violencia de género ya no es una problemática oculta y naturalizada, y la tecnología de alguna forma recepta el reclamo del movimiento feminista que enfrenta y denuncia las estructuras patriarcales
En ese sentido, el relevamiento que Fundación Activismo Feminista Digital hizo de las apps para mujeres destacó las que abordan la violencia contra las mujeres y las agrupó en categorías: las que visibilizan violencias (ejemplo: zonas de acoso callejero); las instructivas (que educan o promueven el conocimiento sobre temas de interés o relacionados al colectivo); las de asistencia (que brindan información o asesoramiento a las usuarias sobre determinados requerimientos ante situaciones de peligro, vulnerabilidad, etc.); las de sensibilización (que promueven campañas para la concientización del colectivo); las de denuncia (que promueven el acceso a la autoridad pública sobre determinado hecho violento); las de emergencia (que ofrecen mecanismos de alertas para activar ante situaciones de necesidad); y las combinadas o mixtas.
Entre las conclusiones más importantes está el difícil acceso. La gran mayoría no fue dada a conocer a través de una campaña masiva de comunicación. En consecuencia, un número importante de mujeres no las descarga por la simple razón de que no conocen su existencia.
En el listado de apps analizadas también se corroboró que ante una simple búsqueda en las tiendas de dispositivos como Google Play y Apps Store, no aparecen en los resultados.
Otras deficiencias que encontró el informe fueron, por un lado, la consideración binaria de género (limitando la aplicación a hombres y mujeres e invisibilizando a las personas trans) y la dificultad de algunas apps que requieren un cierto nivel de alfabetización digital que no todas las mujeres poseen. Por último, están las aplicaciones que fueron consideradas como simples «aspiradoras de datos».