Este martes se realizó la tercera audiencia del juicio que imputa a 19 represores por los crímenes de Lesa Humanidad cometidos en el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y El Infierno de Avellaneda. El proceso que comenzó el 27 de octubre tuvo la proyección de las exposiciones de Adriana Calvo, María Cristina Gioglio, sobrevivientes de los centros clandestinos de detención Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes.
Los testimonios que se proyectaron son parte del registro audiovisual del juicio en 2006 contra Miguel Etchecolatz. En el caso de Adriana Calvo, en la proyección relató su paso por el Centro Clandestino Pozo de Banfield y refirió a una exhaustiva investigación como integrante de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos que recopiló datos para que se conozcan los delitos aberrantes a los derechos humanos cometidos durante la dictadura.
Calvo fue una de las sobrevivientes que denunció los maltratos y el rol en la apropiación de niños y niñas del médico de policía Jorge Bergés, imputado en este juicio y que cuenta con el beneficio de la prisión domiciliaria. El médico fue indagado y no quiso declarar como el resto de los genocidas en el banquillo.
“El Pozo de Banfield funcionaba en la Brigada de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, lugar que funcionó un centro clandestino de detención entre noviembre de 1974 y octubre de 1978. Fueron identificadas 104 personas desaparecidas o asesinadas, 115 personas liberadas, de las cuales 24 aún se desconoce su paradero, personas no identificadas por apellido son 57. El estudio arroja además que en ese lugar nacieron 10 bebés, de los cuales cinco recuperaron su identidad años después. Aún resta saber el paradero de los restantes, quienes continúan desaparecidos. Estos datos muestran que 309 personas pasaron por este centro clandestino”, detalló Calvo.
Adriana fue la primera testigo en el Juicio a las Juntas Militares en 1985 y su testimonio fue fundamental para esclarecer la apropiación de menores durante la dictadura en los centros clandestinos que funcionaron en el territorio provincial. Era docente en la Facultad de Ciencias Exactas en la Universidad Nacional de La Plata y militante gremial. El 4 de febrero de 1977 se encontró rodeada en su casa de Tolosa por una patota. Ese día no había ido a trabajar para quedarse con su hijo Santiago. Su hija Martina había ido a la casa de sus abuelas en Temperley. Adriana estaba embarazada de seis meses de su tercera hija.
Fue trasladada primero a la Brigada de Investigaciones de La Plata. Después a Arana, donde se enteró que estaba también su marido y luego la trasladaron a la Comisaría 5ta de La Plata, donde el 15 de abril empezó con el trabajo de parto. En lugar de llevarla a un hospital, la cargaron a un patrullero. En el cruce de Alpargatas pararon. Había dado a luz sola, atada y tabicada, a su beba.
“Pararon en la banquina, una vez que había nacido. La persona que iba delante del acompañante sacó un trapo de la guantera del auto lo rompió, hizo una tira y ataron el cordón umbilical, y a los pocos minutos seguimos camino. Yo me encontraba en el asiento trasero, con la beba entre mis piernas, durante el viaje pido que me alcanzaran a la nena que se había caído entre los asientos. No lo hicieron, el auto se perdió, pidió indicaciones y reconocí el lugar hacia donde nos dirigimos porque consultaron por la calle Molina Arrotea, en ese momento ya no tuve dudas que estábamos yendo al Pozo de Banfield”, recordó.
Al llegar un médico se metió en el auto y cortó el cordón que unía a Adriana con Teresa. Era Jorge Bergés, el partero del Circuito Camps. En el Pozo de Banfield, Bergés estaba en el centro de operaciones y fue quien le ordenó a Adriana Calvo que (aún desnuda) limpiara su placenta y el lugar donde luego la había asistido mientras él y otros policías se burlaban.
La otra declaración fue la de Cristina Gioglio, cuyo testimonio alude a los crímenes cometidos en el Pozo de Quilmes. Gioglio integraba el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) cuando fue secuestrada en diciembre de 1977 y permaneció detenida-desaparecida en los Centros Clandestinos de Detención que funcionaron en la Brigada de Investigaciones de Quilmes y el Destacamento de Arana. Luego de ese recorrido fue presa política en la Cárcel de Devoto. El testimonio que Cristina brindó en el denominado Juicio por Circuito Camps fue clave para la condena a los genocidas.
“El destacamento de Arana era un lugar de torturas permanente día y noche traían a personas de otros lugares a ser torturadas allí, nos dábamos cuenta porque escuchábamos arrastrar los pies de las personas que llegaban con los ojos vendados y realmente era un infierno porque nos ponían la música alta y las descargas de electricidad se sentían en la radio. A veces traían tanta gente que los dividían en grupos, algunos los torturaban con picanas y a los otros los torturaban con inmersión (submarinos) en la bañera del baño”, describió.
Al igual que Calvo, Gioglio fue integrante de la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos y al momento de su fallecimiento era parte de la Unión por los Derechos Humanos de La Plata, y querellante en este Juicio por los crímenes cometidos en los Pozos de Banfield y de Quilmes.
Gioglio era conocida en La Plata por integrar movimientos feministas que participaron de las luchas por la igualdad de género. Desde la década del 90, había formado parte de la Casa de la Mujer Azucena Villaflor.
Como luchadora por los derechos humanos había participado activamente de Justicia Ya, la coordinación de querellantes en los juicios de lesa humanidad, y prestó testimonio en el Juicio por la Verdad de La Plata en diciembre de 2000. También declaró en España, cuando regían las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, en Argentina.
Los represores
En la segunda audiencia se realizó la indagatoria a los imputados que se negaron a declarar. El presidente del Tribunal, el juez Ricardo Basílico inició con la identificación a Miguel Etchecolatz quien se negó a responder preguntas pero reivindicó su accionar en dictadura: “Yo no maté, yo batí en combate”, dijo el represor, uno de los dos imputados que llegó a esta instancia judicial detenido en cárcel común. Le habló al Tribunal y justificó su accionar durante los tiempos del gobierno de facto “¿Ante quién voy a declarar? Ustedes no tienen autoridad para actuar. Necesito que me interroguen los jueces que estaban en ejercicio de sus funciones en ese momento; la justicia militar”, justificó
“Los dichos del represor Miguel Etchecolazt ante el tribunal representan una falta de respeto hacia las víctimas y sobrevivientes. No dejan de indignarse, porque hay testigos que lo marcan directamente. Como ha sido, Julio López y quedó demostrado a lo largo de los procesos que ha enfrentado, por su accionar represivo hacia los compañeros detenidos y posteriormente desaparecidos. Sostiene que es una venganza hacia su persona por parte de los familiares y sobrevivientes, quienes solo buscamos justicia, esa que esperamos por más de cuarenta años”, manifestó Juana Eva Campero, referente de H.I.J.O.S Lomas de Zamora.
Por su parte, Daniel Prasell, integrante de la Mesa de Trabajo cuestionó los dichos del represor y apuntó: “Todavía mucha gente se identifica con ese discurso entonces, nuestra tarea como militantes desde la memoria la verdad y la justicia es multiplicar el nuestro”.
Desde la mesa por la Memoria, Verdad y Justicia Ex Pozo de Banfield plantean a lo largo de cada jornada distintas actividades artísticas y culturales orientadas a la participación de los vecinos y vecinas del distrito. Además, siguen la transmisión de la audiencia en el Espacio de la Memoria ubicado sobre las calles Siciliano y Vernet. “El poder transcurrir las audiencias en este lugar, es transformador. Es una construcción colectiva, recién comienza el juicio ya la comunidad se interesa y pregunta y eso está buenísimo” dijeron.