Las asociaciones que defienden los derechos de los animales ganaron una gran batalla con la aprobación de la Ley que prohíbe las carreras de los galgos en toda la Argentina. Sin embargo, no confían en ver los resultados pronto: Ahora estamos atentos a la reglamentación de la norma; a las apelaciones que los galgueros que ya están haciendo en la justicia y las represalias por parte de estos grupos, dijo a Tiempo Argentino, Eduardo Murphy, director del Centro Argentino para el Derecho Animal y ambiental.
La tarde del miércoles de la semana pasada, el frente del Congreso se convirtió en un escenario tenso: por un lado, estaban quienes defendían la realización de las carreras de galgos; mientras que del otro, se apostaron quienes abogan por los derechos de los animales.
En las primeras horas del jueves, la Cámara de Diputados finalmente convirtió en ley el proyecto para prohibir las carreras de galgos en toda la Argentina. A partir de ahora, quienes realicen, promuevan u organicen esta actividad podrían recibir penas de hasta cuatro años de cárcel y multas de hasta 80.000 pesos.
Murphy, quien fue uno de los fundadores de Unión Partido Animalista y Ambientalista, la primera agrupación política del continente en defender los derechos de los animales y el medioambiente, reconoció que el macrismo dio el visto bueno para aprobar esta ley por los altos índices de medición del tema. Hacen política con el trending topic. Más allá de esto, el proteccionista cree que el argumento de los galgueros de que la prohibición va en contra de una tradición argentina es falaz. Las primeras carreras se realizaron en los 60, importadas de Inglaterra. El primer galgodromo se construyó en Villa Gessel. Estaba regulado, pero eran tantos los requisitos que tenía que cumplir que no prosperó porque dejaba de ser un negocio, explicó.
Se espera lo peor
Luego de la prohibición de las carreras, las organizaciones creen que los galgueros tomarán represalias. En estas semanas va a ser común que en diferentes pueblos aparezcan este tipo de perros abandonados o colgados de alambres en los árboles. Lo hacían antes, cuando dejaban de ser útiles para su lucro y lo van a hacer ahora para vengarse de nosotros, pero estamos preparados. Los proteccionistas de animales estamos más atentos que nunca, concluyó Murphy.
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