Un viaje rutero es como la vida, se renueva tramo a tramo. Y en la Argentina, los 5194 kilómetros de la Ruta Nacional 40 que une la Patagonia con el Norte argentino son parte del sueño de miles. Durante el verano en pandemia su figura atrae especialmente y se transforma en uno de los corredores más elegidos, para transitarlo en casa rodante o en motorhome.
El desafío mayor es hacer toda la ruta que une casi la mitad del país, desde su extremo continental en Cabo Vírgenes, Santa Cruz, donde está el Kilómetro Cero, hasta La Quiaca en Jujuy, junto a Bolivia. Para algunos, es mejor hacerlo en etapas. Cada vacación, la oportunidad de conocer un nuevo tramo del país.
«La 40», bajo el nombre oficial de «Libertador General Don José de San Martín», despliega la historia del planeta en cada uno de sus 21 Parques Nacionales, de los pueblos originarios, las producciones, los alimentos y los patrimonios naturales para conocer, vivir y sentir en una travesía única. El Kilómetro Cero es pararse en el borde más austral del mapa. Bajo nuestros pies el acantilado, el Mar Argentino, el Estrecho de Magallanes y enfrente un palito: el faro de Punta Dungeness, en Chile.
Una reserva natural provincial alberga una de las colonias de pingüinos de Magallanes más pobladas del continente junto con historias, como cuando se llamó “Puerto Hambre” por un naufragio que ocurrió hace dos siglos. Llegar al KM 0 es un trofeo. El horizonte es el más inmenso jamás visto.
Luego arrancan 127 kilómetros de ripio hasta Río Gallegos y otros casi 1400 por territorio santacruceño, el tramo más largo en una provincia, y el único que une el mar con la Cordillera, a la que no abandonará jamás hasta Jujuy. Los pueblos, parajes y villas turísticas que se suceden por la ruta son una película que se proyecta desde la ventanilla del vehículo que puede detenerse en un clásico como el Parque Nacional Los Glaciares. El glaciar Perito Moreno es el que más prensa tiene y el más accesible, porque hay otros 260 y se conocen por su nombre menos de 40 masas de hielo milenario. Se puede ver, escuchar, caminar y hasta beber en forma de hielo con un brindis. ¡Salud!
La Patagonia exhibe variedad de imágenes y atracciones. La Cueva de Las Manos; un campo en Gobernador Gregores donde se aprecia el manejo sustentable del guanaco, uno de los cuatro camélidos que habitan el suelo argentino; y un recorrido de culto conocido como “la Huella de los Huelguistas” que sigue los puntos donde se sucedieron los hechos que Osvaldo Bayer documentó en Los vengadores de la Patagonia y en La Patagonia rebelde.
Hasta Bariloche, en Río Negro, se despliega un sinfin de pueblos del paralelo 42, perfectos para conocer las pequeñas producciones familiares de fruta fina, en especial cerveza artesanal y bodegas boutique. Frambuesas, corintios, blueberrys; pase y coseche su canasta de frutos rojos y conozca el paso a paso de la elaboración de estos dulces. Si lo suyo no es el manejo, no se reprima: en Bariloche hay un “Beer Tour” para catar las cervezas de tres establecimientos diferentes y en maridaje hasta con chocolate.
Con rumbo a Villa La Angostura, en Neuquén, comienza el camino de Los Siete Lagos hasta San Martín de Los Andes y Junín de Los Andes. Si es muy creyente, le gusta el arte o simplemente nunca estuvo, descanse del auto y recorra a pie el Via Christi, una propuesta diseñada por el arquitecto Alejandro Santana en la que se asciende caminando la montaña (lo pueden hacer desde niños hasta ancianos) y en cada “estación” se relata en esculturas, frisos y murales, la cosmovisión andina y la historia del mundo y de América. En la cima, la novedad es el “Cristo Luz”, recostado en la montaña, que se enciende cuando comienza la noche.
En Cuyo, Mendoza es la Octava Capital Internacional del Vino, pero bien al sur, en San Carlos y Pareditas, en el Valle de Uco, se vuelve protagonista el Desierto de Huayquerías y el Área Natural Laguna del Diamante, donde el volcán Maipo se refleja sobre el agua y dibuja un diamante perfecto. Se puede recorrer hasta marzo porque en abril la nieve impide transitar los caminos a 3000 metros de altura. Si llega, busque la placa que recuerda al aviador francés Henri Guillaumet compañero de Antoine de Saint Exupéry (autor de El Principito). En junio de 1930 volaba desde Chile, atravesó una tormenta y tuvo que aterrizar de emergencia. Caminó por la nieve durante cuatro días en medio de una tormenta. Lo vio el hijito de una puestera. Lo alojaron en la casita de campo. Le salvaron la vida. En 2001, el gobierno francés condecoró a Juan Gualberto García, ya anciano, por su hospitalaria gesta.
De Mendoza hacia Jujuy, a un lado y al otro del camino florecen viñedos y olivos. Y siempre, las bellezas naturales. En las capitales de Mendoza y San Juan toma forma de calle, con ofertas de restaurantes, museos, centros culturales y movidas artísticas.
No te preocupes si cuando llegás a Catamarca ves que junto al cartel de la Ruta Nacional 40 dice “Londres”. Es una de las ciudades más antiguas de la provincia y a tres kilómetros está el Shinkal de Quimivil, un sitio arqueológico que exhibe en sus marcas la historia de América.
También es un lujo conocer la Ruta del Telar hasta Santa María, en la que 50 familias emprendedoras revelan los secretos textiles de una práctica única. Llega Tucumán, que ostenta el tramo más corto con solo 41 kilómetros. Pero es uno de los más poderosos por su historia. Está la Ciudad Sagrada de Los Quilmes, y a 15 minutos Amaicha del Valle relata la vida de un pueblo, los Amaichas, con su ruta del artesano y la bodega Los Amaichas, uno de los tres emprendimientos vitivinícolas en el mundo administrados por un pueblo originario.
La Ruta 40 corre en algunos tramos en lo que antiguamente fue el Camino del Inca, una energía que se siente en cada rincón de los Valles Calchaquíes. En Payogasta se puede ir cerca de abril, cuando las laderas de los cerros se tiñen de rojo porque los pimientos se secan al sol para luego ir a los molinos y elaborar el pimentón. Aquí, la ruta es la única calle del pueblo donde está “Sala de Payogasta”, que pertenece a la familia Ruiz de Los Llanos, un lugarteniente del héroe gaucho Juan Martín Miguel de Güemes.
El norte sobresale con el Tren a las Nubes, parajes, pueblos que tienen su propio color de poncho y hasta un OVNI Puerto en Cachi, Salta. En Cieneguillas, Jujuy, está la Cooperativa Kipus. Graciela Gaspar y otras 12 emprendedoras trabajan la producción textil basada en el manejo de llamas. “La esquila se hace en noviembre y diciembre, pero ahora en el verano pueden pasar por el taller y ver el paso a paso de los tintes naturales –invita–, y también probar las comidas regionales, como el asado de corderito con papas o la pizza de harina de quinoa”.
La Fiesta del Sol en Tucumán
Una fecha para agendar siempre es el 21 de junio, cuando se celebra el Inti Raymi (Fiesta del Sol). Hay pequeñas celebraciones familiares, como la que Sebastián Pastrana realiza con su padre en su pequeña finca «Sumajpacha» en Amaicha del Valle, Tucumán, o la que realiza la comunidad Quilmes en Intihuatana (“La Ventanita”), un cerro que en la cima tiene una construcción precolombina, una ventana de pircas (piedras apiladas) por donde el primer rayo del sol asoma a las 8:25 desde hace más de cinco siglos. El solsticio de invierno es entre el 21 y el 24 de junio. Ahí cerca, en Santa María, la Capital Provincial de la Arqueología en Catamarca, se desarrolla también una representación del último Inti Raymi antes de la invasión de los españoles, un evento donde han llegado a participar unos 400 chicos de todos los pueblos y parajes, utilizando trajes diseñados a tono con las vestimentas de hace más de 500 años, con el despliegue de un trabajo artístico único. Es la celebración al Sol, pero también un relato de la historia de América.
Siguiendo los caminos del vino entre montañas
La uva torrontés riojano es un cruzamiento natural entre la uva moscatel de Alejandría y la criolla chica. Logró cualidades propias y su mayor expresión como fruto, por el terruño, la amplitud térmica y las horas de sol. Además es la uva blanca más implantada, casi un 17% del total de cepas. Esto le valió la distinción como varietal insignia de la Argentina tras la ya instalada malbec. En suelo riojano se puede recorrer la Ruta del Torronés. Lo mismo que en Salta con el Torrontés de Altura. Aquí, en suelo riojano, sobresale uno de los poblados más antiguos: Aicuña, al pie de la Cuesta de Miranda (foto), donde existen dos bodegas artesanales. Un contrapunto es llegar a Chañarmuyo, un valle junto a la RN 40 riojana en el que está la bodega del mismo nombre, que ofrece hospedaje top, piscina y el valle que se extiende cubierto de viñedos, protegido entre montañas.
En suelo riojano se pueden conocer las aceitunas de mesa más grandes, casi como el dedo gordo de la mano. Son variedad Arauco, que es denominación de origen. También están las variedades de aceites, y siguiendo con el vino, en la ciudad de Chilecito una cooperativa como La Riojana reúne a unos 500 productores de uva, lo que permite dimensionar la importancia de esta producción.
Para muchos, es el vino del verano. Esta cepa de uva blanca, que resulta en un vino entre dorado y verde claro, fresco, frutado, es un emblema del norte, en los Valles Calchaquíes. También Tucumán estrena su camino del vino tucumano, con unas 20 bodegas, y Salta con su Camino del Vino de Altura. Los vinos, bodegas y viñedos se pueden ver hasta en Jujuy.
La opción motohome
En tiempos de pandemia, las familias argentinas se unieron a la tendencia mundial de viajar con la casa a cuestas. O en motorhome. Jóvenes, grupos de amigos y familias, incluso con hijos pequeños, adecuaron sus camionetas y salieron a las pistas. PreViaje, el programa que lanzó el gobierno para financiar la actividad turística, les permitió asegurar las reservas hoteleras y consultar agencias de viajes. Entre 11 mil y 26 mil pesos diarios puede costar un vehículo con comodidades para cuatro adultos y dos niños, con camas, duchas y cocina.
Algunos, por ejemplo, encaran para Cuyo. Ahí nomás de la capital sanjuanina, la “interlago” es una novedad para quienes van en grupo. Junto a los embalses de los diques más nuevos, una ruta los rodea y se ofrecen todos los deportes náuticos. Hasta se puede usar la «eco tabla» para practicar Stand Up Paddle, un diseño único hecho con envases pet.