«La información es más importante que nunca», decía el cartel de letras negras sobre fondo blanco que llevaba la firma del New York Times. Apareció en febrero de 2017, en pleno ataque del presidente Donald Trump contra el medio que criticaba duramente su gestión, y era la primera gran campaña publicitaria en décadas de la reconocida marca de diarios de EE UU. Curiosamente no buscaba ampliar la lectura de su edición impresa, sino aumentar sus suscripciones online. Un mes después ya había sumado 300 mil asociados y consolidaba un aumento de un 43% en sus ingresos del rubro en seis meses. No habían sido los primeros, pero la fama los había ayudado a ser los más exitosos.
En 2011 el periódico británico The Guardian había sido el primero de los tradicionales en apostar por la web. Su lema «digital first» (primero digital) generó dudas en un principio entre sus pares que luego tuvieron que reconocer la medida como vanguardista. Hoy no hay medio que reserve primicias para el papel ni dude de que el futuro será digital. The Guardian también fue de los primeros tradicionales en confiar en sus lectores online como fuente de financiamiento. Y realizó una apuesta solidaria: no restringía el acceso a los demás visitantes. Hoy crece constantemente en suscriptores digitales pero está lejos de los guarismos del New York Times, que sí aplica muro de pago.
Los medios tradicionales sólo habían decidido diversificar la fuente de ingresos y, a lo sumo, habían asumido un discurso diferente. Pero mantenían la opacidad de su funcionamiento y ocultaban los intereses reales de sus dueños. Eldiario.es propuso un modelo diferente. Apenas siete meses después del cierre del Público, uno de los últimos proyectos de la prensa gráfica española, varios de sus exintegrantes crearon un diario digital que buscaba sostenerse por el apoyo de los lectores. Desarrollaron un modelo de negocio original que buscaba lectores que se asociaran aportando un mínimo de 5 euros (240 pesos) a cambio de un adelanto de las notas (que luego eran abiertas a todos los visitantes), la posibilidad de navegar sin publicidades, el envío de una revista trimestral y un mayor contacto con la redacción. Eligieron como lema «periodismo a pesar de todo» y, desde entonces, han ido creciendo hasta consolidarse como uno de los principales medios de noticias de España. Este año sus investigaciones llevaron a la renuncia a la presidenta de la Comunidad de Madrid y, en el mes de esa publicación, vieron cómo sus socios aumentaron un 25% hasta los 30 mil.
Tiempo aprendió de estas experiencias y adaptó muchas de sus ideas al renacer como cooperativa. También se inspiró en organizaciones con experiencia en la recuperación de empresas y otros ejemplos del periodismo nacional. A casi 30 meses de aquel inicio, el 70% de los ingresos que sostienen este proyecto autogestionado son aportados por los lectores, que con eso garantizan un periodismo libre. En el interín los trabajadores de La Mañana de Córdoba, El Ciudadano de Rosario y La Portada de Esquel siguieron el mismo camino al recuperar sus medios tras un cierre inesperado.
Por fuera del cooperativismo, Futurock también se inspiró en este formato y apostó a la audiencia para sostener un proyecto al margen de los designios del mercado. Este mismo mes, El Destape y Radio Congo salieron al aire con gran respaldo de sus oyentes. Comprometerse con la audiencia parece ser el camino. Y apenas está empezando. «