El hijo mayor de Estela tiene ocho años. No puede dormir. Desde que las topadoras lo despertaron para sacarle la casa, el jueves último, se desvela de madrugada y le pregunta a su mamá por qué hay gente mala. La hija menor de Andrea tiene tres años: los cumplió el día del desalojo en el predio de La Containera, en la Villa 31. Su familia pensaba despertarla cantándole. No pudo ser: el estruendo policial llegó primero.
La toma que permaneció tres meses en ese espacio, que durante años había sido un basural, tenía una característica: la mayoría eran mujeres solteras, muchas de ellas víctimas de violencia de género, además de una gran cantidad de nenes y nenas. Ese dato potencia el drama que dejaron las topadoras: casillas destruidas, familias sin nada, subsidios habitacionales que no alcanzan y más de un centenar de madres con sus niñes que deben salir a buscar un techo entre las pocas opciones que tienen a su alcance.
Eli pasó la primera noche en casa de unos primos. Miguela tuvo la «suerte» de poder volver a alquilar rápidamente una pieza en el barrio. A Andrea y sus tres hijas las cobijó una amiga que alquila en la villa. A Estela y sus tres hijes les hizo lugar una vecina, pero solo por una noche. Solo cinco familias, según los datos oficiales, accedieron a ir a un parador para gente en situación de calle. A otras no les quedó más alternativa que aceptar el subsidio habitacional del Gobierno de la Ciudad, de entre 8000 y 13 mil pesos.
“Para la gente, nosotros somos ocupas. Escuché que decían que somos narcos, que queremos vivir gratis, que queremos todo de arriba. Pero para nosotros era un sueño tener una casita. Un sueño hecho pedazos”, grafica Andrea, con los ojos rojos después de pasar la noche llorando. “Tenía una cama de dos plazas y otra de una. Solo pude sacar la de una. Todo lo demás lo rompieron. Me dijeron que saliera con la bebé, que ellos iban a sacar las cosas. Cuando salí, no sacaron nada. Tenían escopetas, creo que de goma. Prendieron fuego en una parte donde una familia no quería salir. Al hombre lo molieron a palos. Su nena vio todo, gritaba. Era muy triste”, lamenta la mujer. “La única propuesta que me hicieron era que aceptara el habitacional o ir a un parador. Que si no, me podían sacar a mis tres hijas”.
Estela cuenta una historia similar: “Lo único que nos ofrecieron fue el habitacional, y tuve que aceptar porque estoy en situación de calle”. Sus hijos de ocho, cinco y dos años no pudieron volver a la escuela: “Perdimos el uniforme, las mochilas. Ni nos dieron tiempo para sacar las cosas”.
Desde el Ministerio de Desarrollo Humano del Gobierno de la Ciudad, la mirada difiere por completo. “Cero. No hubo violencia de ningún tipo”, afirma un vocero de esa cartera. “A cada familia (54 según el GCBA, más de cien según las organizaciones) se le dejó que sacara sus pertenencias y vaciaran sus casillas, recién ahí se empezaba a desarmar. A la toma no entró ni un policía, ni con palo ni con escudo. El fuego lo generaron personas que estaban ahí, y el único detenido es por eso”.
El Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), por el contrario, relevó testimonios que dan cuenta de la “desproporción en el uso de la fuerza; se priorizó un operativo rápido y sorpresivo, sin tener en cuenta que había niñes que se preparaban para ir al colegio, y de repente les cayeron topadoras y policías para sacarlos”, según relata Luna Miguens, coordinadora del área de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. El organismo lo denunció ante la Fiscalía Penal Contravencional y de Faltas N° 11, además de insistir en “que se arme una mesa de diálogo para encontrar una solución habitacional de fondo”. Según el gobierno porteño, las instancias de diálogo existen pero las familias no quisieron aceptarlas. Miguens agrega: “Estamos pidiendo que se investigue el accionar policial. Recibimos testimonios de que hubo policías apuntando con escopetas a niñes”. «
Desalojar, para qué
Con respecto al predio en disputa, que en la Villa 31 llaman «la Containera», ni siquiera está claro qué planes tiene el Gobierno de la Ciudad. La última versión oficial, tanto por parte del Ministerio de Educación porteño como del de Desarrollo Humano, es que se construirá allí una escuela nueva, de la que no dieron numeración. Sin embargo, durante la toma, desde la Secretaría del GCBA en la Villa afirmaban que allí sería mudada la escuela Indira Gandhi, que ya resistió otros intentos por ser sacada de su espacio, en la preciada Costanera Norte. De hecho, según se publicó en mayo de 2020, en el expediente N°25.329.003/19 se concedió un certificado urbanístico para un establecimiento educativo en la Manzana 162c, que “servirá como reemplazo al edificio de la Escuela Primaria Común N° 11 ‘Indira Gandhi’ ubicada en ‘Puerto Pibes’, Costanera Norte”. Se trata de la misma manzana que fue desalojada por la fuerza por la Policía de la Ciudad.