Braian Iván Carballo, de 33 años, fue condenado a 12 años de prisión por un violento robo que asegura no haber cometido. Su defensa y allegados cuentan con pruebas contundentes que respaldan esa versión, pero por una presunta maniobra de su ex abogado no fueron presentadas en el juicio que lo llevó al penal de Magdalena. Además, denuncian que se trata de una causa armada por la policía, los supuestos damnificados y avalada por la justicia, que tras haber condenado a un inocente no quiere dar el brazo a torcer.
Si bien de más joven Carballo había caído en la delincuencia, el muchacho pagó sus errores, se convirtió al cristianismo y había empezado a sentirse útil para la sociedad. Para 2016, manejaba con su mujer, Rosana, un negocio de frutas y verduras en Castelar, en el oeste del conurbano con el que le daba de comer a varios empleados y a sus cinco hijos.
Ese año, la policía lo notificó de una denuncia en su contra por un robo cometido en una casa de Banfield en diciembre de 2013. “Me presenté siempre, desde el primer momento que me citaron. No tenía nada que ver con ese robo. Me arruinaron la vida”, explica Carballo a Tiempo desde la cárcel, quien fue condenado en 2018 por robo calificado por el uso de arma de fuego por los jueces Emilio Vandemberg, Laura Altamiranda y Brenda Madrid, del Tribunal Oral en lo Criminal 6 de Lomas de Zamora.
“A mí me vinculó al hecho Ariel Muñoz –continúa Carballo-, compadre de las víctimas, quien había tenido un problema conmigo cuando habíamos estado detenidos juntos. El rencor de su parte se ve que se mantuvo”. Muñoz no llegó a declarar en el juicio porque se murió antes. Pero los datos que le aportó a una de las víctimas del robo fueron clave para la detención.
Aquel asalto se produjo con mucha violencia y las víctimas, Noemí Van Damme y su esposo Rodolfo Maximiliano Mansilla Verón, fueron golpeados y torturados. Según consta en la Causa 4971, dos delincuentes entraron en la casa mientras un cómplice los esperaba afuera. Para la justicia los sospechosos huyeron con unos 200 pesos, un decodificador, un DVD y una moto, pero en el barrio se cree otra cosa: que los atacantes eligieron ese objetivo porque los dueños de casa estarían vinculados con la venta de drogas. Por eso, se presume que los asaltantes se ensañaron con las víctimas cuando entraron al lugar y por eso, la policía siguió la pista de Carballo tantos años después.
El mismo día del hecho cayó preso Héctor Lezcano, quien unos meses después fue condenado a 9 años de prisión. “El elemento que a mi cliente lo vincula con el robo son los dichos de Van Damme que asegura que él tenía un tatuaje en su mano izquierda como de huesitos, según declara en la investigación y en el juicio”, señala Juan Manuel Casolati, el abogado del detenido, quien afirma que “ese tatuaje se lo hizo pero en diciembre de 2016, unos tres años después del hecho que se le imputa y son las letras del nombre de su hijo Milo”.
Para más pruebas, el abogado precisa que el propio tatuador subió una foto de su trabajo en sus redes sociales apenas lo terminó. “Está dispuesto a declarar ante la justicia. Es más. Cuando Carballo se hizo ese tatuaje se le infectó la mano y se fue a atender a una clínica privada. Tenemos esa constancia médica”, agrega Casolati, quien considera que es un “claro caso de causa armada, falso testimonio del denunciante, error judicial y complicidad de la corporación judicial que no subsana el error”.
El abogado recalca además que la familia de Carballo pudo recuperar fotos de un chip de un viejo celular donde hay fotos del muchacho con su mano izquierda sin tatuar que tienen la fechas de 2013, 2014, 2015 y 2016.
“Mi primer abogado, Osvaldo Dragonetti, no me defendió y yo no tuve la oportunidad de hacerlo. En el juicio no se metió nunca para parar las mentiras que se estaban diciendo” se queja Carballo, quien recordó que el letrado, en medio del juicio, le decía: “quedate tranquilo que nos vamos”.
“Denuncié –agrega el detenido- penalmente a Dragonetti porque yo le había mostrado todas las pruebas y él nunca las presentó. Siento que le pagaron más plata y me dejaron en cana”.
Otro de los elementos a favor de Carballo y que no fue considerado por los jueces es que durante la instrucción del caso, en 2013, consta que el sospechoso que había entrado a la casa a robar y logró huir “era de tez blanca, pero mi marido es morocho. En el juicio confirmó lo que le había dicho a la policía en 2013, pero después dijo que se había vuelto más oscuro. Una incongruencia total”, señala Rosana, la esposa del condenado.
La mujer también relata que grabó videos y escuchas a los verdaderos autores del robo, que serían familiares directos de Carballo, en el que confiesan haber cometido el hecho y hasta dan detalles de lo que hicieron y por qué.
“Está claro que la denunciante mintió y le hizo incurrir al tribunal en un error judicial porque lo condenaron por ese testimonio. Cuando tomo la causa y le muestro al tribunal el error inducido por este falso testimonio, el Poder Judicial no sólo que no lo subsana sino que en forma endogámica se encierra en sí mismo y proteger su propio error”, indica Casolati, quien le solicitó al TOC 6 y a la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora la excarcelación de Carballo mientras se resuelve esta cuestión pero fue rechazada.
El último recurso que le queda a la defensa es presentar una “acción de revisión” ante Casación. “Lo malo es que tengo que dejar la condena firme para que se aplique la revisión. Es lo único que me permite llevar prueba nueva. Es la bala de plata que tenemos”, concluye Casolati.