El caso de La Rioja evidenció que la policía necesita reformas. Suponer el esfuerzo desmedido como parte del entrenamiento de un cadete o aspirante es partir de un error. Si la formación del policía está atravesada por abusos y normas ilegales, es muy difícil que en el futuro, cuando cumpla servicio, no replique esos métodos. Una policía democrática tiene que tener capacidades para prevenir y conjurar el delito y para intervenir en la dinámica social bajando los niveles de violencia. Lo que se ve en el actual modelo de formación de policías es que quienes ingresan a la fuerza reciben una instrucción plagada de abusos. Así es muy difícil que logremos agentes respetuosos de los derechos de los otros cuando los suyos fueron vulnerados. Los ejercicios extremos, que en realidad funcionan como castigos, son prácticas enquistadas que se reproducen en vez de pensar técnicas profesionales de intervención propias de una policía democrática. Con esto no decimos que hay que rechazar toda acción policial; lo que decimos es que tiene que ser profesional y acorde a la ley, previniendo el delito y, sobre todo, respetuosa de los Derechos Humanos. «
* Equipo de Seguridad Democrática y Violencia Institucional del CELS.