El mensaje oficial caló hondo en las fuerzas de seguridad. No importa si el «sospechoso» está armado; tampoco si está huyendo y se desconocen las razones. Todos tienen permiso para disparar y matar. Gonzalo Nahuel Sala, de 19 años, estuvo a punto de engrosar el número de muertos por gatillo fácil luego de eludir hace una semana un control de Gendarmería en Lomas de Zamora. Se salvó de milagro: una bala entró por su espalda y le destruyó los intestinos, pero fue intervenido y logró sobreponerse.

«Hay cierto apaño de parte de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich en estos casos. Las fuerzas de seguridad están para cuidar a los ciudadanos y no para matarlos. No pueden hacer lo que le hicieron a mi hijo. Hay que respetar las leyes y seguir un protocolo. Si no empezamos a tirarnos entre todos y nos matamos entre nosotros», se queja ante Tiempo Osvaldo Sala, el padre de la víctima, quien siente un poco de alivio desde que sabe que la bala que atravesó el cuerpo de su único hijo no afectó ningún órgano vital. Afortunadamente, el chico ya comenzó a caminar y espera ser dado alta la semana que viene.

En la tarde del domingo, Gonzalo circulaba con su  moto Rouser negra por la calle Saladillo cuando desde un control de rutina de Gendarmería le pidieron que detuviera la marcha. El muchacho temió por las consecuencias y eludió a los efectivos. Tiempo antes, había ido a la Municipalidad de Lomas de Zamora para sacar el registro pero se topó con una deuda de 14 mil pesos en multas. Como se sabe, los diferentes organismos que expiden el carnet de conducir replican ciertas maniobras extorsivas que obligan a los usuarios a estar sin deudas para poder hacer uso del derecho a la libre circulación. Y pasó lo que pasa en las barriadas, el joven prefirió mantenerse en clandestinidad.

En ese instante, una camioneta de Gendarmería comenzó una alocada persecución, secundada por tres efectivos a pie, todos armados con sus escopetas. «Los siguieron unas cinco cuadras. Hay testigos que escucharon varios disparos. Habrá que ver si fueron al aire o directamente al cuerpo», precisa Osvaldo.

Los diferentes testimonios y el parte policial coinciden en señalar que en Bolonia y Saladillo la camioneta detuvo su marcha y el agente que la conducía habría disparado. «Ahí siente el balazo y después el móvil se va para otro lado, abandona la persecución. Si seguía lo agarraban a las dos o tres cuadras porque él ya no tenía fuerza, la moto iba despacito. Lo podrían haber detenido o llevado al hospital. Es como que se dieron cuenta del error y habrán esperado que se caiga muerto por algún lado», continúa el padre de Gonzalo, quien llegó como pudo a la casa de su novia, a unas ocho cuadras del hecho, donde se descompuso. Entonces su cuñado lo cargó en su auto y lo llevó a una Unidad de Pronta Atención a unas 15 cuadras. De allí, lo trasladaron de urgencia al Hospital Gandulfo.

Los primeros pasos de la investigación fueron instruidos por la comisaría séptima y el caso quedó en manos del juez federal Federico Villena de Lomas de Zamora. La causa caratulada como intento de homicidio tiene como sospechosos a los cuatro gendarmes, quienes habrían sido separados preventivamente de sus funciones.

«Escuché una versión que el gendarme habría dicho que se cayó del móvil y se le disparó el arma. Nadie puede creer eso. Noto que hay mucha falta de control. Hay efectivos que están mal mentalmente, desequilibrados. Ellos saben que no se puede disparar por disparar. Por eso le pido a Bullrich que haga un estricto control de la fuerza. Un test psicológico anual no vendría mal», concluye Osvaldo, quien conoce del tema ya que trabaja para una empresa de seguridad privada. «

La violencia institucional como propaganda oficial

«Es la primera vez en la historia que un gobierno nacional sale a propagandizar públicamente el gatillo fácil convencidos de que con esto hacen campaña», explica a Tiempo María del Carmen Verdú, abogada y referente de la Coordinadora contra la Represión Institucional y Policial (Correpi), quien aclara que «desde el ’83 a esta parte y antes de la dictadura siempre hubo estos casos, pero nunca lo bancaron explícitamente como ahora».

Verdú enumeró una serie de mensajes del Ejecutivo que día a día le allanan el camino a las fuerzas nacionales, pero también provinciales, para cometer sin pudor abusos y violencia institucional: «Indicaron que van a priorizar la versión de la fuerza como si fuera la verdad absoluta, dijeron ‘nosotros vamos a cuidar a quienes nos cuidan’, aclararon que impulsan ‘una nueva doctrina’, aseguraron que ‘partimos de la base de que en un enfrentamiento el policía tiene razón'». Por estas razones, desde Correpi sostienen que en Argentina se vive en un «período de excepción. Esto no lo hemos visto nunca. Patricia Bullrich llegó a decir que disparar por la espalda, o no, es un detalle».