El premio Nobel de la literatura John Maxwell Coetzee visitó a los estudiantes de la unidad 48 del Complejo Penitenciario de San Martín. También asistió a la presentación del libro Agua Quemada en la villa La Cárcova. Lo hizo acompañado de Antjie Krog, poeta también sudafricana.
Para ingresar a la cárcel hay que cruzar grandes portones y rejas. En ese trayecto se puede oír el rumor del silencio herido por el ruido de algún candado. Hasta llegar a la sede que la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) fundó en ese penal. Allí es diferente: hay personas derribando los muros con la palabra. Es el poder que les da la literatura como herramienta superlativa para obtener la superación personal de cada día.
Desde la última visita del Coetzee a esta sede, en abril, nos quedaron dando vueltas algunos interrogantes en relación a la palabra y a su circulación. ¿Hasta dónde, más allá de territorios, idiomas y lenguajes, puede unirnos? ¿Cómo y desde qué lugar podría la literatura franquear fronteras? y más aún ¿sería esto posible? Con estas y otras preguntas, trabajamos con Anna Kazumi Stahl, quien dicta una Cátedra en la UNSAM con el premio Nobel de literatura, explica la directora académica del (CUSAM), Gabriela Salvini.
De esas charlas y encuentros, surgió la idea de «poner a rodar una consigna para trabajar en todos los espacios de la sede. La propuesta fue; evocar una palabra de la infancia que tuvieran «perdida» o muy presente en la memoria y, a partir de ella, construir el recuerdo. Estos relatos tomaron diferentes formas. Según el espacio en el que fueron trabajados, crónicas, poemas, cuentos, canciones, y en algunos casos fueron orales. Trajeron a la luz vocablos en otros idiomas y hasta un texto completo en aymara de un estudiante boliviano. Todos fueron traducidos al inglés para la lectura en el encuentro con los escritores.
Además, se produjo algo extraordinario. En la preparación de la actividad áulica todos los estudiantes participaron de alguna manera. Por ejemplo, fotocopiando textos, fabricando las carpetas artesanales que los contienen, acomodando sillas en el aula, cocinando las facturas y el desayuno que se sirvió en el centro de universitario. De manera que, un primer lazo estaba gestado, los escritos más allá del papel los habían unido en la preparación de este encuentro.
Para ellos, desde el trabajo que realizaron en el CUSAM, es fundamental recuperar la escucha de esas voces tantas veces acalladas y recuperar, también, la voz y la palabra propia en la que puedan reconocerlos. Más allá de la situación que ellos atraviesan; la del encierro carcelario.
La clase cerró con una frase del gran pedagogo Gianni Rodari: «El uso total de la palabra para todos, no para que todos sean artistas, sino para que nadie sea un esclavo».
Tras la clase en la cárcel, se dirigieron a la villa La Cárcova. Allí en una biblioteca popular, el ex detenido poeta y escritor popular, Martín Bustamante, estaba presentando su libro Agua Quemada. Coetzee participó y se emocionó al ver el poder de la escritura desde distintos géneros literarios. También estuvieron presentes la jueza del Juzgado de Ejecución Penal Nº 1 de San Martín, María del Carmen Rodríguez Melluso, y el sacerdote José Luis Pepe Di Paola. Lo hicieron porque comprenden el propósito. Un grupo de niños que asiduamente concurren al lugar hicieron sonar los tambores, y no faltaron los raperos diciendo este es el talento que hay en los barrios y tenemos que darle para adelante.
Para 2017 tienen planificado realizar una pequeña publicación que cuente la génesis de este trabajo, y que contenga los textos en español y en inglés. Les interesa, dar a conocer esta «literatura de la libertad» y la enorme posibilidad de incluir, de unir, y de reconocer al otro a partir de la palabra. De eso se trata esta construcción, la que con gran humildad el premio Nobel y su equipo apoyan.