La vicepresidenta Cristina Fernández es la dirigenta política mujer más poderosa del momento. La legisladora porteña Ofelia Fernández, la más nueva. La directora del Instituto Nacional de Juventud Maca Sánchez, abiertamente lesbiana, disputó y ganó reconocimiento en el todavía hiper misógino fútbol argentino. La Defensora del Público Miriam Lewin es la encargada de señalar la violencia machista en los medios. Y la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti es una de las caras visibles más frecuentes en la lucha contra la pandemia. Todas ellas fueron atacadas por su condición de género en estas últimas semanas. La violencia machista recrudece en todos los ámbitos en contexto de aislamiento social. Y en la política, también.

Para atacar al manejo de la pandemia del Poder Ejecutivo el conductor opositor Jorge Lanata eligió pegarle a la funcionaria que más pone la cara en los medios, la viceministra de Salud Vizzotti. Sin embargo, no usó estadísticas ni criticó las medidas sanitarias sino que apuntó directo a su cuerpo y a su imagen. Tres integrantes del Ejecutivo nacional salieron esta semana a criticarlo, todas mujeres: las ministras María Eugenia Bielsa, Elizabeth Gómez Alcorta y la secretaria Legal y Técnica Vilma Ibarra. No se pronunció ni un funcionario varón.

La semana anterior le había tocado a Cristina Fernández. Durante sus dos mandatos la violencia contra su figura creció al calor de la grieta y se multiplicó en las tapas de la revista Noticias de la editorial Perfil y los dibujos de Sabbat en el diario Clarín. Cuatro años después, desde la vicepresidencia esa misma violencia se replica en las redes. Pero sus verdugos siguen siendo los mismos: Jorge Lanata, Baby Etchecopar y Luis Majul apuntan contra la única dirigente que cuenta con un núcleo duro propio de votantes. El desbocado conductor de A24 volvió a esgrimir la metáfora antiperonista del cáncer, que alguna vez supieron posar sobre el cuerpo de Eva Perón.

Antes le había tocado a Maca Sánchez, quien retuiteó la tira dominical de Tiempo, creada por la dibujante Mora Sarquis. En ella una nena elegía identificarse con la jugadora – que logró abrir la puerta a la profesionalización del fútbol femenino- antes que con Lionel Messi. “Lo que me deben estar diciendo”, tuiteó más tarde luego de que una trolleada machista inundara tu cuenta.

Desde que inició su mandato, la legisladora más joven de América Latina sufre violencia en las redes y en los medios. Ofelia explica que “el núcleo de la violencia política es que no importe la posición política. Cuando visibilizamos estas agresiones salen a decir que nos victimizamos, cuando en realidad no esquivamos la discusión, al contrario, nos encanta convencer. De hecho, tuvimos que dotarnos del triple de argumentos para que nuestra voz cuente y valga en esas discusiones. Pero a la violencia política es fácil identificarla porque no se usa un solo argumento político, ya que eso habilitaría la discusión, y lo que quieren es sacarte de la discusión. Otro de los objetivos es advertirles a las que -envalentonadas por nuestro ejemplo- piensan animarse a la política y, por el contrario, se arrepientan a tiempo. A los conservadores les molesta que lleguemos formadas, con temperamento y con votos”, argumenta la legisladora en diálogo con Tiempo.


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(Foto: Bárbara Leiva)

“Se tienen que ocupar de que salgamos solas, derrotadas e individualizadas. Por eso es muy importante que se sigan armando las campañas para poner un límite a la naturalización de estos mensajes, para que podamos participar libremente sin tener que pagar un precio tan alto”, reclama la legisladora Fernández.

En ese contexto, organizaciones de la sociedad civil y organismos estatales están en plena organización de campañas contra esta forma de violencia política machista. “No son las reglas, es violencia” se llama el informe que elaboró el Observatorio Julieta Lanteri a partir de una encuesta realizada entre 517 militantes y dirigentas de partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales de todo el país, en el que se reveló que “el 90% de las mujeres percibe haber sufrido algún tipo de violencia en el ámbito político”.

La investigación agrupó las respuestas en cinco tipos de violencia: económica, psicológica, simbólica, física y sexual.

Bajo ese paradigma, la politóloga Ximena Cardoso del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género ELA, que organiza actividades de formación y difusión sobre violencia política machista -entre otros temas- sostiene que “una mujer que decide participar en ámbitos de discusión pública y política ya sea en un partido político, un centro de estudiantes o un sindicato, incomoda porque se está saliendo del rol y los mandatos en los cuales el patriarcado nos ubica”. “Por eso es fundamental reducir los obstáculos que impiden la libre participación en los espacios políticos y en ese sentido la importancia de visibilizar la gran cantidad de violencia”, sostiene.

Una de las herramientas de visibilización de este tipo de violencia machista es la Defensoría del Público. La flamante funcionaria a cargo, la periodista Miriam Lewin analiza que “las mujeres que participan en política se ven expuestas a todo tipo de comentarios machistas. Se enfocan en su cuerpo, en su vestuario, en su vida afectiva, en su sexualidad de un modo que no padecen los políticos varones. Sufren también discriminación y menosprecio a menudo dentro de sus propios partidos. Ante la violencia en los medios, las funcionarias tienen más recursos para defenderse. Pero esa violencia que ellas sufren se derrama sobre miles de mujeres anónimas que intentan participar en política. La violencia política machista las disuade, las disciplina, las reduce a los roles tradicionales, las recluye a las cuatro paredes de sus casas”.