Uno de los objetivos de la ciencia que investiga nuevas metodologías y herramientas para la realización de diferentes estudios, es buscar la precisión y excelencia, al mismo tiempo que la sencillez y el abaratamiento de los costos. En este caso, especialistas del CONICET y de la UBA desarrollaron una nueva metodología que permite estimar la edad de muerte de personas adultas a partir del estudio de las articulaciones de la primera costilla. Aseguran que la misma, será de utilidad para quienes se centran en el estudio de poblaciones humanas del presente y del pasado.
Esta herramienta, publicada recientemente en el Journal of Forensic Sciences, es considerada un gran avance para la antropología forense, la bioarqueología y otras disciplinas vinculadas a ese sector. Leandro Luna, investigador del CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (IMHICIHU, CONICET) y docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, es uno de los creadores de esta herramienta: “Además de ser más sencillo de aplicar y económico comparado con otras propuestas actuales, nuestro método propone una alternativa muy útil porque la primera costilla humana es un hueso fácilmente identificable por su morfología y también suele estar bien preservado, a diferencia de los huesos de la pelvis, que es la parte anatómica que habitualmente se analiza para estimar la edad de muerte de personas adultas”, explica.
Claudia Aranda, actual vicedirectora de la Unidad de Investigación en Bioarqueología y Antropología Forense (UIBAF), de la Cátedra de Endodoncia de la Facultad de Odontología y del Instituto de Investigaciones en Salud Pública de la UBA, es la otra investigadora que, a la par de Leandro, desarrollaron esta nueva metodología. Para ello, usaron como muestra las primeras costillas de 415 esqueletos en guarda en la Universidad de Coimbra, Portugal, que corresponden a 196 mujeres y 219 hombres que tenían entre 21 y 96 años al momento de su muerte, que data entre 1910 y 1936.
“En esta segunda etapa, comparamos los resultados de las estimaciones que obtuvimos con las edades reales de muerte de cada persona, las cuales forman parte de la Colección Humana Documentada, y pudimos comprobar que nuestro desarrollo funciona muy bien”, indica Aranda, que además es especialista en el rescate, conservación y estudio de restos humanos arqueológicos. El conjunto analizado se dividió en dos partes. Para generar el método, Aranda y Luna utilizaron como muestra de referencia las primeras costillas de 284 esqueletos. Luego, para comprobar su eficacia, analizaron las de los otros 131 esqueletos.
Los especialistas, aseguran que la nueva metodología, que se basa en el análisis de los cambios que se producen en la textura y la topografía de las articulaciones de las primeras costillas, a lo largo de la vida, tiene un gran potencial para su aplicación en investigaciones bioarqueológicas y forenses. “Es porque ofrece nuevas herramientas en aquellos casos en los cuales los restos óseos recuperados se encuentran fragmentados, quemados o pertenecen a varios individuos mezclados, afirma” Aranda y concluye: “Esta nueva herramienta contribuirá a determinar con mayor confianza diferentes aspectos relacionados con la demografía, las enfermedades, la movilidad y el uso del cuerpo en actividades cotidianas de las sociedades que vivieron en el pasado en el actual territorio argentino”.
El método también contribuirá a mejorar la calidad de la información requerida en los peritajes forenses para lograr una correcta identificación. “El próximo paso de las investigaciones, que estamos iniciando en este momento, es la aplicación de esta propuesta en muestras de esqueletos documentados del país”, concluye Luna,