El paciente que se atiende en el hospital público tiene acceso a un nivel de atención médica jerarquizada, pese a que en ciertas situaciones se pueda carecer de los recursos de los que goza la atención privada. Pero en sí, la problemática de haber abandonado los controles médicos se percibe universalmente, tanto a nivel público como privado.
Hay muchas situaciones por las cuales, a veces, uno se retrae a la hora de realizar una consulta ante determinado síntoma. Y si a esas causas se le suma el miedo a un potencial contagio por Covid-19, la situación se hace aun más compleja.
La pandemia no nos está demostrando la realidad de la consulta médica durante 2020. Situación que seguramente será descubierta durante el año próximo, cuando reaparezca la consulta ordinaria y se registren probablemente más casos de los estimados por año. Si el paciente no requiere atención médica rápida o carece de la alerta suficiente ante un determinado síntoma neurológico, probablemente no acuda a la consulta durante la pandemia, más allá de su deseo de hacerla.
Otro problema al que nos enfrentamos es el seguimiento. Estamos atendiendo en forma remota desde el hospital todos los días. Pero a veces los pacientes no tienen recursos suficientes para poder conectarse virtualmente. Quieren hacer la teleconsulta pero no pueden. Aunque sea remota, a veces es útil porque un solo control de laboratorio puede dar las pautas para cambiar la conducta ante un tratamiento. De todos modos, hubo muchos pacientes que pudieron adecuarse a esta nueva realidad de comunicación. Cuando todo esto empezó, teníamos dudas, pero llamativamente se han adaptado con muy buena predisposición a esta forma de consulta. Mucho más de lo esperado. Sin embargo, no alcanzó.
La situación es crítica. Cuando volvamos a la normalidad nos vamos a encontrar con un escenario complicado. Con un número de pacientes mayor al esperado y que además han abandonado el tratamiento, tanto medicamentoso como de rehabilitación. «