Todo aislamiento social conlleva efectos colaterales, y en la Argentina, donde dos de cada tres personas tienen exceso de peso, el efecto nutricional es uno de los más problemáticos. Estudios recientes demuestran que en estos días la mayoría opta por azúcares y alcohol, baja la dieta de frutas y verduras, y si bien muchos se largan a hacer más comida casera, casi todas las recetas consisten en harinas o postres. Los especialistas alertan sobre el peligro que pueden generar estas derivas alimenticias, sumadas a la falta de actividad física, sobre todo en la población con mayores factores de riesgo, la más frágil ante el Covid–19. No se sabe si de la cuarentena saldremos más humanos. Pero lo que es casi seguro, saldremos peor comidos.
En el 73% de las muertes que ocurren en nuestro país son responsables las enfermedades no transmisibles (ENT), como las respiratorias, cardiovasculares, oncológicas, la diabetes y la obesidad, además de las que sufren los pacientes inmunodeprimidos. Si bien todo lo que ocurre con la pandemia se mueve en un escenario aún en estudio, algo está probado: en este período de aislamiento social, todos los factores de riesgo que echan fuego a esa fragilidad sanitaria, desde el consumo de alcohol hasta el sedentarismo, se acrecientan.
Alejandro Hershson, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), sugiere pensar primero de dónde partía la población argentina antes del arribo del Covid-19. «No veníamos del paraíso», aclara. Y cita los datos de la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo: el 26% era obeso –42% de exceso de peso entre los 5 los 17 años– y el 40% no realizaba actividad física. En alguien diabético, por caso, ese combo puede ser destructivo. Y el 10% de la población es diabética.
«Nuestro cuerpo no está diseñado para estar en reposo –continúa Hershson–. Uno de los grandes desafíos será alcanzar metas mínimas de actividad física en esta situación, de acuerdo a las posibilidades de cada uno. Hay países de Europa que ya están permitiendo salir a caminar. Aquí, hasta que se permita, pueden pensar en caminar dentro de la casa, ejercicios aeróbicos, de yoga o de fortalecimiento, aprovechando Internet para entrenarse, porque en estos períodos también se pierde mucha masa muscular, y tomar el sol que se pueda, por la vitamina D, aunque sea en el balcón».
La situación es global. A fines de marzo, el Comité de Alimentación de las Naciones Unidas afirmó que ya se alteraron los entornos alimentarios en todo el planeta. «En épocas de cuarentena, la incertidumbre acerca de cómo trascurrirá el proceso de la pandemia, genera mayor ansiedad y trastornos del ánimo, situación que predispone a las personas a estar más sedentarias, a consumir más alcohol, tabaco y a llevar una alimentación poco saludable. Este contexto empeora la evolución de las ENT, generando un círculo vicioso», sostiene María Elisabet Pizarro, especialista en médica clínica y neumonología, codirectora ejecutiva de la filial argentina de la Fundación Interamericana del Corazón (FIC). Sugiere cambios de conducta centrales, desde evitar el consumo excesivo de alcohol y cuidar la ingesta basada en alimentos frescos y nutritivos, hasta espacios 100% libres de humo. «Y que la población esté bien informada, a través de fuentes idóneas, y mantenga la calma».
Pizarro, que también dirige el área de control de tabaco de FIC, hace hincapié en que, así como la cuarentena es colectiva, la prevención y el control de la ENTs también lo es: «La conducta del individuo no es suficiente, ya que es primordial el control del entorno en el que vive y ejerce influencia. Este entorno se caracteriza por tener una alta disponibilidad de productos nocivos para su salud. Por eso es necesaria la promoción de regulaciones efectivas y basadas en evidencia, que disminuyan el acceso a los productos de tabaco, alcohol y alimentos no saludables. La prohibición completa de la publicidad de los productos de tabaco y el etiquetado frontal de alimentos, por ejemplo, son dos de las medidas recomendadas. Y el aumento de los impuestos al tabaco es la medida individual más efectiva para desalentar el consumo de cigarrillos».
En España, el Ministerio de Agricultura difundió un aumento exponencial en el consumo de bebidas alcohólicas (78%) y harinas (150%). En la Argentina, las investigadoras del Conicet Daniela Defagó (Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud), María Andreatta (Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad) y Emilce Sudriá (Hospital «Ramón Carrillo” de Chaco) encararon una encuesta online respondida por más de 2518 personas, divididas entre las que consumen carnes (2201) y las vegetarianas y veganas (317). Éstas últimas mostraron mejores prácticas saludables, aunque son más proclives a golosinas y bebidas azucaradas. Además, una de cada cuatro de este grupo dejó de consumir vitamina B12, que debe suplementarse en personas que no comen alimentos de origen animal.
«A las tres nutricionistas se nos despertó la inquietud de ver qué estaba pasando con los hábitos alimentarios durante la cuarentena, haciendo foto en aquellos de suma importancia para enfrentar enfermedades y que tienen que ver con el sistema inmunológico, principalmente frutas y verduras. Y vimos que si bien antes ya la mitad no cumplía con la recomendación de la OMS, ahora el consumo de frutas cayó un 24%», revela Defagó. Las verduras también bajaron casi un 20 por ciento. Influye el factor económico: son los alimentos cuyo precio más aumentó el último mes. «Eso limitó la compra, y además el ser alimentos perecederos, cuando se está recomendando salir poco para abastecerse. La compra tiende a ser más para los alimentos duraderos».
Más de la mitad (55%) aumentó la preparación de comidas caseras, pero esto no va de la mano con alimentos saludables: «Si bien se cocina más, se lo hace en base a platos ricos en harina, panificados, repostería, pastas, tortas», agrega Defagó. Entre los puntos más preocupantes están los embutidos, cuyo consumo creció un 10%, las golosinas (15%) y las bebidas alcohólicas y azucaradas (casi un 20%). La situación llegó a tal punto que 48 municipios prohibieron la venta de alcohol. Otro dato de la encuesta fue igual de categórico: la mitad afirmó haber abandonado la actividad física durante el aislamiento.
Aún en un escenario negativo, Defagó es optimista: «Esta pandemia que nos lleva al aislamiento también nos lleva a una introspección de cómo estamos viviendo y cómo queremos vivir. Si bien los hábitos están arraigados, creo que la gente va a empezar a cuidarse un poco más, y también se debe aprovechar la situación para abordarla de manera integral desde los sectores de la educación y la salud, que se incluya a la alimentación saludable como un aspecto fundamental para la inmunidad».
Hershson menciona otro problema de la cuarentena: la baja en las consultas de los pacientes, en su mayoría de riesgo. «Hoy están ocupadas menos del 50% de las unidades coronarias, lo cual es bueno si se llega a agravar la crisis, pero demuestra que muchos pacientes hoy no están viniendo. Bajaron casi un 80% las consultas. Muchos enfermos coronarios tienen miedo de salir a la calle, por temor a contagiarse en el hospital. Pueden tener un dolor de pecho, se lo aguantan en su casa y por ahí es un infarto».
Cómo quedarse en casa pero en movimiento
Si antes del terremoto sociosanitario llamado coronavirus, la OMS instaba a un mínimo de 25 minutos de actividad física por día para cumplir con una vida saludable, esa meta hoy es utópica. En búsqueda de paliar la inacción que trae aparejada toda cuarentena, surgieron sugerencias internas de funcionarios del gobierno fomentando que se permitieran las salidas breves de la población, para caminar o correr alrededor de la cuadra. Lo sugirió el propio presidente Alberto Fernández, pero en medio de otros anuncios más importantes, el comentario derivó en discusiones en redes sociales con la figura preponderante de los «runners». Los días siguientes, la medida se fue diluyendo ante otras urgencias, pero no se descarta que pronto se permitan salidas breves para caminar, sobre todo para las personas con factores de riesgo, con barbijos y cumpliendo los dos metros de distancia social.
Mientras tanto, continúan las campañas oficiales en busca de ofrecer paliativos a quienes permanecen en sus casas. «Quedate en casa, pero en movimiento» fue el lema que utilizó el Ministerio de Salud de la Nación en redes sociales, dando recomendaciones y ejercicios prácticos para replicar en las casas: organizar y pautar todas las actividades del día; disminuir el tiempo en el que se permanece sentado, reclinado o acostado; aprovechar las posibilidades que da cada hogar; incorporar a toda la familia; diseñar una rutina de ejercicios diarios de no menos de media hora; poner música que inspire o dé alegría; ejercitar todos los grupos musculares; y cuidar la postura y la intensidad, para no lastimarse. Y concluye: «En cualquier lado se puede hacer actividad física».
Cuando la ansiedad lleva al picoteo
«La ansiedad y el aburrimiento llevan al picoteo», grafica Alejandro Hershson, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología. «Hay gente que necesita estar informada y hay alta exposición a los noticieros, pero si sólo hacés eso muchas horas al día, te trae problemas de sedentarismo, posiciones inadecuadas, y además mayores temores por lo que pasa en el mundo». Sugiere planificar horarios para las actividades del día, aprovechar a aprender nuevas cosas, con cursos virtuales o lecturas, y combatir el distanciamiento social, por ejemplo con videollamadas.
«En nuestra encuesta consultamos si sentían que comían por ansiedad o estrés: el 80% refiere que sí. Que el Covid-19 ha afectado su estilo de vida», revela la investigadora del Conicet Daniela Defagó. Y completa: «En cuarentena, más sedentarismo va atado a consumir más golosinas y bebidas azucaradas y alcohólicas».