Era una noche helada en Buenos Aires. En las afueras del Senado se esperaban los resultados de una peleada votación por el derecho al matrimonio entre las personas del mismo sexo, un derecho que se reclamaba desde hacía varios años.

Vilma Ibarra y Silvia Ausgburger crearon el proyecto de ley que tuvo una acalorada etapa de debates adentro del recinto donde participaron referentes de diferentes organizaciones, movimientos políticos, instituciones, personalidades de la cultura e intelectuales. Finalmente la ley se sancionó la madrugada del 15 de julio y se promulgó el 21 de julio.

“Para nosotros fue una conquista que duró 36 años desde la fundación de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) porque desde un principio decíamos que queríamos tener los mismos derechos que tenía el resto de la sociedad y eso incluía el tema del matrimonio”, expresa César Cigliutti de la CHA, una de las organizaciones que trabajaron intensamente durante esas jornadas.

Él, en 2003 realizó la unión civil con su compañero Marcelo Marcelo Suntheim. Cuando se legalizó en España, se casaron allí; fue la primera pareja argentina del mismo sexo en casarse en ese país, donde el matrimonio ya era legal. «Volvimos acá y tuvimos también nuestro casamiento. Así que somos la pareja más casada», dice entre risas.

Unos días antes del tratamiento de la ley, el entonces obispo Jorge Bergoglio organizó una manifestación en la que reunió un cantidad enorme de gente. “A nosotros mismos nos resultaba abrumador”, recuerda Ciglitutti. “Políticamente me parece que fue una cosa muy fuerte porque empezamos con la separación entre la iglesia y el Estado”.

“Esto arranca con la visibilidad de nuestras parejas. Es una cosa emblemática cuando Carlos Jáuregui aparece en la tapa de 7 Días con una pareja gay. Si hay algo que es la mejor estrategia es visibilizar, en este recorrido, la unión civil de 2001 es el antecedente necesario y más importante para la Ley de Matrimonio Igualitario”, cuenta César Cigliutti. “La gente vio por primera vez a parejas que salían con un documento donde el Estado los reconocía como pareja. Fue ese un escalón muy importante al proceso del matrimonio igualitario”, agrega.

También hubo otro antecedente a la ley que fueron los casamientos judicializados. Eso, según Cigliutti ayudó mucho a que saliera la Ley de Matrimonio Igualitario. “Pero si tenés que judicializar para casarte, ya no es un derecho”, destaca.

Otra organización fue la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), fundada por María Rachid, actual titular del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de CABA.

“Para nosotros significó el acceso a derechos muy importantes para nuestra familia, si no a un acceso de un mensaje del Estado de igualdad de oportunidades y ante la ley, fue un mensaje fundamental para luchar en la vida cotidiana. No termina con la violencia, pero es una herramienta muy importante”, recuerda Rachid.

«Estaban hablando de nuestras familias. Nuestras familias ya existían, no es que esperábamos la aprobación; fue muy fuerte escuchar lo que se escuchaba. Pero lo importante es que la única voz que estaba en contra era la del fundamentalismo religioso con argumentos muy poco serios. Esto ayudó», expresa.

El cambio cultural de la Ley de Matrimonio Igualitario fue trascendental en todos los ámbitos. “El mensaje del Estado es muy potente, a partir de la ley se empezaron a desarrollar políticas públicas, se crearon áreas de diversidad sexual en los ministerios y desde sus ámbitos. También se abrieron áreas de diversidad sexual en los municipios. Por otro lado, empezaron a aprobarse leyes donde se conocían derechos a la diversidad sexual, como la de maternidad asistida. Esto tiene que ver con el mensaje del Estado. Mostró que no hay nada imposible en materia de derechos e igualdad».

Sin embargo, Rachid afirma que falta mucho todavía. “Hay muchos cambios necesarios y urgentes, la ESI es una de ellas, que es necesaria. Nosotres presentamos un proyecto de ley integral trans que tiene un conjunto de políticas públicas para la comunidad trans, que incluye el cupo, incentivo para las empresas, la inclusión de personas trans en cooperativas, asignaciones para trans mayores de 40 años que consideramos sobrevivientes”, expresa Rachid. “Es necesario cambiar la cultura”.


Una boda militante

Martín Canevaro se casó con Carlos Álvarez el 15 de abril de 2010; hasta el día anterior no sabía si iba a poder hacerlo. Y esa era la segunda ocasión que ponía fecha; en la primera le negaron esa posibilidad. Lo lograron gracias un fallo judicial, que marcó profundamente un camino hacia lo que luego fue la votación en el Senado. «Nos casamos con una boda hermosa. En lo personal tiene que ver con reconocer un derecho a ser feliz, el poder ser quien vos sos y que la sociedad no te juzgue por ello», explica.


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Un camino de ida hacia la igualdad

Greta Pena representa al colectivo 100% Diversidad y Derechos, y en 2010 estaban también en la plaza de Congreso esperando los resultados de la votación. “Cuando recuerdo ese día, me sube una emoción muy fuerte. No sé si nos imaginábamos el efecto que iba a tener esta ley, pero recuerdo esa alegría que no se podía describir y que atravesaba todo el cuerpo”, recuerda Pena.

“Recuerdo todo lo que fue la pelea previa donde el movimiento LGBT tuvo la lucidez de llamar a otros movimientos que no eran LGBT y esa fue una de las claves para que se aprobara la ley: la CTA, la CGT, universidades públicas, colegios de abogados, diversidades religiosas que estaban a favor de la ley, personalidades de la cultura, organismos de Derechos Humanos. Me parece que tener el apoyo del movimiento que no fuera LGBT y de una manera tan abrumadora fue una de las claves. Ellos se dieron cuenta de que era una ley que aportaba a la democracia del país”.

Para Juliana Di Tullio, quien alentó y militó la ley, “el Matrimonio Igualitario no sólo fue la generación de un derecho para una porción de una población, sino que es una ley que cambió toda la sociedad y cambió al Estado, que ya no pudo decir qué tipo de familia le interesa al instituto matrimonial. El Estado ya no pudo decir cuáles son las familias que aceptaba y cuáles no”.


Los políticos que ejercieron su peleado derecho

A partir del reconocimiento legal de igualdad y libertad en la dirigencia política muchas parejas se atrevieron a sellar su amor en el Registro Civil. El casamiento más reciente fue el del actual diputado nacional del Frente de Todos Leonardo Grosso con Guillermo Castro, su compañero desde hace varios años. “Los derechos que se conquistan hay que ejercerlos; si no, son una letra muerta en nuestra legislación”, dijo Grosso después salir del Registro de José León Suárez.

En la provincia de Santa Fe, Esteban Paulon, dirigente político del socialismo y militante de movimiento LGBT también se casó con Onax Cirlini el 19 de julio de 2014. Paulon, que se desempeñó como subsecretario de Diversidad durante el gobierno de Miguel Lifschitz, conoció a Cirlini – sin saber que iba a ser su futuro marido– en la Plaza mientras militaban la ley. “Nunca milité pensando en que me iba a casar, sino como un derecho para los demás, sin embargo, en esa plaza en la que militaba por esta ley conocí a mi actual esposo”, contó a Tiempo.

Una de las provincias pioneras fue Tierra del Fuego donde, durante el gobierno de Fabiana Ríos, unos meses antes de que se votara la ley ya había realizado el primer matrimonio homosexual entre José María di Bello y Alex Freyre, funcionario en el gobierno kirchnerista. En el fin del mundo, dentro de la dirigencia política se recuerda el casamiento del exsenador Osvaldo López con Javier Calisaya, actual concejal por FORJA. Ambos contrajeron matrimonio el 10 de octubre de 2010, después de seis años de haber sido pareja. López fue así el primer funcionario argentino casado con una persona del mismo sexo.

El 21 de julio de 2016, la exdiputada nacional del FPV y actual secretaria de Ciencia y Tecnología de la provincia Ana Luz Carol contrajo matrimonio con Ana Paula Cejas, subsecretaria de Política Social del gobierno fueguino. Eligieron la fecha del día en que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner promulgó la ley.


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Una boda de lucha y amor

Flor Massun y Mer García se casaron el 4 de octubre de 2012. Llevaban un poco más de tres años juntas cuando decidieron plasmar ese amor en una libreta. “La decisión de casarnos fue a partir del amor pero fue ante todo una decisión política. Nos parecía que había que ocupar lo ganado en las calles, y si era un derecho lo teníamos que usar”, cuenta Florencia a Tiempo desde Tucumán, donde vive desde 2010.

“En estos diez años, cambió un montón, desde la pregunta de la gente a cómo está conformada tu familia. Antes había una sensación de ilegalidad porque no había una lucha ganada ni una ley que dijera que yo podía besar a una chica en un bar”, dijo. “Es totalmente distinto y hoy caminar con mi hijito de la mano tiene que ver con ese recorrido”, reafirma.

El casamiento de Flor y Mer fue el primer casamiento igualitario en la localidad de Yerba Buena, de Tucumán. “Fue muy conmovedor, la jueza estaba emocionada, era una salita chiquita y eran muchos los que querían presenciar ese hecho, fue muy conmovedor”, destacó.

Hace dos años y medio, Flor y Mer son mamás. “Luego de un episodio de discriminación, donde las operadoras no sabían explicar cómo era esto de ‘dos mamás’, pudimos adoptar a nuestro hijo con un recorrido institucional no tan complejo. Cada vez que el trámite avanzaba no sentimos diferencia ni discriminación, sí vemos que quedaron obsoletas las planillas que siguen requiriendo nombre de esposa o esposo”.

Actividades por los diez años de la sanción de ley 

El 15 de julio habrá una marcha virtual con el hashtag #10AñosMatrimonioIgualitario.

A las 19 desde 100% diveridad y derechos habrá entrevistas en Instagram y Facebook, y a las 22 un festival.
Desde el Facebook de FALGBT, a las 19 realizarán un festival de música.