Mónica Alegre, la madre de Luciano Arruga, protagonizó uno de los momentos más emotivos del homenaje a los maestros villeros que se realizó en el Obelisco. Casi al cierre de la clase abierta, cuando se trataba la violencia institucional y la criminalización que padecen los adolescentes pobres, la mujer se levantó de su pupitre, pasó al frente y jugando a ser alumna dijo: Quiero saludar a todos los maestros, las seños y los profes. Me voy a remontar años luz, a mi adolescencia y mi infancia. Ahora me doy cuenta de esos maestros a quienes valoro y venero porque yo me formé en la dictadura.
Cuando estaba en sexto y séptimo grado, los veía quebrarse en mil pedazos pero tenían la valentía para enseñar a los alumnos que había que seguir, tener fe, luchar y creer en un futuro… ese futuro que se estaba cayendo a pedazos, que era de terror, el terror de Estado y en medio de todo eso ellos sacaban su mejor ejemplo para darnos, continuó.
Las primeras enseñanzas que me dieron -agregó Alegre- fueron respetar a mi prójimo, a ser solidaria porque a veces eso no se aprende en la casa. Mi mamá era campesina y trabajaba todo el día. Yo soy media burra, no terminé el colegio, dejé en segundo año pero no por culpa de ustedes, sino mía porque soy vaga. Es la verdad. Tuve muy buenos profesores y los voy a seguir teniendo porque voy a seguir mis estudios. Nunca es tarde para aprender, más cuando hay tan buenos docentes que se quitan horas de su tiempo para poder enseñar a personas como yo.
Por último, la madre de Luciano expresó: Mi abrazo a esos maestros villeros que la siguen peleando. Feliz día profes, las saluda una alumna que vive en la Villa 12 de Octubre, que parió un negro villero que no robó para la policía.