«Lo más fácil será bajar la inflación»; «Los salarios le van a ganar por goleada a la inflación»; «Nuestro objetivo es lograr la pobreza cero». Estas son frases repetidas por funcionarios del gobierno nacional que estallan contra la realidad: la inflación no cede, los salarios pierden, empatan o ganan por una cabeza (en el mejor de los casos) y los sectores de menores ingresos son los más perjudicados por ambas variables.
La inflación de 2017 cerró en el 24,8 por ciento. Muy por encima de las metas fijadas por el gobierno, de entre el 12 y el 17%. Incluso la inflación núcleo (que no incluye tarifas ni productos estacionales) también estuvo por encima de esas metas, ya que cerró el año en el 21,1%, según el Indec.
El Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET) mide la inflación de los asalariados registrados, y asegura que esta fue del 25,2% en 2017, un número muy similar al índice general del Indec. El IET describe también cómo golpea la inflación por deciles (es decir, por nivel de ingresos), siendo el decil 1 la décima parte del total que posee menores ingresos y el decil 10 el décimo con mayores ingresos. En esa línea, la inflación del decil 1 fue del 28,2%, contra un 23,7% del decil 10.
Estos números reflejan varias realidades: la inflación de los asalariados del decil 1 fue la más alta; la misma superó por 11,2 puntos porcentuales a las metas oficiales; el decil 10 fue el menos afectado. Esta tendencia no es novedad. De hecho, desde noviembre de 2015 hasta diciembre de 2017, la inflación del decil 1 fue del 96,1% mientras que la del decil 10 sólo llegó al 74%. Una diferencia sustancial.
Para cerrar el círculo, hay que saber cómo fue la evolución de los salarios en estos dos años. Según el IET, la mediana de los salarios trepó al 74,2%. «El salario real (mediana) se ubica 4,2% debajo de noviembre de 2015. Sin embargo, la pérdida acumulada en 25 meses de gobierno de Cambiemos equivale a 1,44 salarios. Dicho de otra manera, un trabajador que gana $ 20 mil debería recibir un bono de $ 28.800 por única vez para revertir todo lo que se perdió por no haberse mantenido el poder adquisitivo de noviembre de 2015», destaca el informe del instituto.
Mariano de Miguel, director del IET, explicó a Tiempo que «los salarios están muy lejos de ‘ganarle por goleada a la inflación’, como había vaticinado el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. La suba promedio del salario real de 2017 (2,3%) no compensa en absoluto la pérdida del 2016 (5,3 por ciento)».
El instituto aclara en el informe que «una de las diferencias de la inflación que calcula el IET con la del Indec es que se mira a una parte de la población: aquellos hogares donde el jefe es asalariado registrado (34,2% del total)». En tanto, subraya que «resulta llamativo cómo durante 2015 la inflación fue pareja por deciles de ingresos y cómo desde fines de dicho año la del decil 1 tendió a ser siempre sistemáticamente más alta. Ello se explica completamente por la dinámica de los servicios públicos, que inciden mucho más en los hogares de menores ingresos que en los de mayores ingresos». En el último año, el rubro que más subió en el cálculo del IET es el de Vivienda, justamente por las subas en servicios.
El IET también mide la inflación de los jubilados, basado en la creación de una canasta acorde a las necesidades de la tercera edad. La misma fue del 28,5%. «La razón principal de la inflación más intensa de los jubilados estriba en el mayor peso relativo de salud y servicios públicos en sus canastas de consumo, cuyos precios subieron por encima del resto en el último año».
De Miguel advierte que «las perspectivas en esta materia para 2018 no son alentadoras, porque la inflación efectiva estará muy probablemente por encima de la nueva meta fijada por el gobierno nacional (15%); y en la medida en que las paritarias no logren compensarla, se registrará nuevamente una caída del poder adquisitivo de los salarios, que junto con el empleo constituyen los pilares de la demanda de consumo». «