La Inspección General de Justicia (IGJ) determinó este jueves que Esmeralda Mitre es accionista por derecho hereditario de un porcentaje de la sociedad que controla el multimedios La Nación. La resolución parece una remake de un viejo refrán campestre: “Pegarle al chancho para que salte el dueño”.
Esmeralda Mitre sostiene que, como hija del fallecido Bartolomé Luis Mitre y junto a sus hermanos, le corresponde parte de un paquete accionario cuyo total es del 20 por ciento de la empresa. Pero el directorio que controla la sociedad rechaza esa pretensión y uno de sus principales referentes, el síndico Mariano Gallardo, directamente respondió a la IGJ que la actriz “no es lisa y llanamente accionista de la sociedad”.
En diciembre pasado, ante un escenario similar, la IGJ había intimado a la empresa La Nación a que precisara quiénes son los dueños de los dos fideicomisos no declarados en la Argentina, constituidos en el exterior y controlantes de la empresa KMB S.A., que controla el 20 por ciento del grupo.
Esmeralda Mitre sostiene que esos fideicomisos eran de su padre; el directorio lo niega, pero no suministra información sobre quiénes son los dueños, entonces. Argumenta, para ello, una pérdida de documentación y razones legales que –entiende- no la obligan a aportar, ni siquiera a conservar esa información.
Tiempo informó en diciembre pasado que “la Dirección de Sociedades Comerciales de la IGJ, a raíz de la presentación de Esmeralda Mitre, intimó a la sociedad KMB S. A. a que presente los contratos de los fideicomisos denominados BLM I NEW YORK TRUST y BLM II NEY YORK TRUST, que figuran como accionistas de KMB S.A. conforme al último balance presentado por esta sociedad.
Además, información sobre las transferencias del Sr. Bartolomé Mitre y de la Sra. María Elena del Rosario Mitre a favor de los mencionados fideicomisos y la totalidad de los antecedentes contables e impositivos, así como copia de los libros societarios, contables y documentación comercial, bancaria e impositiva”.
Ninguno de esos interrogantes fue evacuado. Ante esa situación, la IGJ –a cargo del abogado Ricardo Nissen- concluyó tras desandar un complejo mecanismo similar al de las muñecas mamushkas rusas, que Esmeralda Mitre tiene razón en reclamar su parte de la empresa que fundó su padre.
“La totalidad de las acciones que conforman el capital accionario de la sociedad KMB desde su constitución y hasta su fallecimiento siempre fue de propiedad de Bartolomé Luis Mitre y de su hermana María Elena del Rosario Mitre, siendo las sucesivas estructuras jurídicas utilizadas a lo largo de los años, meros instrumentos para disimular su condición de verdaderos propietarios”.
La resolución, no obstante, deja una hendija abierta a la posibilidad de que, efectivamente, las acciones (y el fideicomiso) ya no estuvieran a nombre de la familia Mitre. “Ante la hipótesis de que realmente hubiera otra u otras personas ajenas a la familia Mitre que actualmente fueran los verdaderos titulares del capital accionario de la sociedad KMB, resultaría evidente que estos ya hubieran presentado los contratos de fideicomiso para su registración a los efectos de poder hacer valer sus derechos emergentes de su posición de accionistas”.
La conclusión parece simple: si no aparecieron los supuestos nuevos dueños de KMB S.A. es porque no los hay. O porque la actual conducción pretende quedarse con algo que no le pertenece. “Resulta palmaria la intención de KMB a lo largo de las presentes actuaciones de no revelar quién o quiénes son los verdaderos titulares del capital accionario, limitándose en negarle tal carácter al Sr. Bartolomé Luis Mitre y a sus herederos, pero sin aportar la más mínima información sobre la transferencia de sus acciones a los supuestos nuevos accionistas”, advirtió la IGJ.
En ese contexto, el documento resaltó: “La afirmación de que Esmeralda Mitre ya no era accionista de la sociedad (ni de forma indirecta en la sociedad multimedios La Nación S.A,) resultaría harto sencillo de demostrar para la referida sociedad, pues basta con que brinde información sobre a quién o quiénes ha transferido oportunamente Bartolomé Mitre sus acciones de KMB, hasta llegar a los actuales titulares de las mismas”.
“Resulta absolutamente inadmisible que la sociedad, sus administradores y síndicos oculten frente a la autoridad de control y respecto de terceros potencialmente interesados, quién o quiénes son los titulares o beneficiarios finales que se valen de las estructuras o vehículos jurídicos para operar en el mercado”.
Como en un juego de pinzas, la resolución fuerza la divulgación de los verdaderos dueños del fideicomiso controlante de KMB. Sobre todo, porque allí hay una irregularidad que debe ser corregida. “Un contrato de fideicomiso carece de capacidad de derecho para revestir el carácter de accionista de una sociedad. En nuestro sistema legal únicamente una persona humana o jurídica tiene la aptitud para ser titular de acciones o de participaciones sociales. (…) Conforme nuestro sistema normativo carecen de capacidad de derecho para ser titulares de bienes o derechos».
“Resulta evidente el afán por mantener a los verdaderos propietarios del capital accionario de KMB S.A. en la más absoluta clandestinidad utilizando para ello diversas estructuras jurídicas”, resume la resolución.