La cooperativa de trabajo Las Madreselvas está ubicada en el barrio porteño de Núñez, nació tras la crisis económica y el estallido social que se produjo en el país durante 2001. En ese momento, personas de distintos puntos del conurbano bonaerense se trasladaban con sus carros a Capital Federal en busca de cartones y residuos reciclables, para luego venderlos y poder llevar comida a sus hogares.
A través del dolor y el sufrimiento por todas las necesidades que padecían, las familias se unieron con fines útiles y crearon su propia fuente de trabajo. En la actualidad brindan empleo digno a más de 600 personas que comparten en común la perspectiva ambientalista y popular a través del reciclaje.
“Desde la cooperativa brindamos un servicio público a la Ciudad de Buenos Aires -que es la zona que tienen asignada-, hacemos un trabajo de recolección, clasificación, comercialización de materiales reciclables y residuos secos”, contó Susana Izaguirre, presidenta de la cooperativa Las Medreselvas, a Tiempo. Continuó relatando que también “realizamos una tarea de promoción ambiental que tiene que ver con transmitir información a los ciudadanos sobre el tema”.
“El objetivo de la cooperativa es reducir la cantidad de residuos de la Ciudad, porque si no luego son enviados a los rellenos sanitarios que están ubicados en distintas partes de la provincia de Buenos Aires. Lo hacemos con el fin de reinsertarlos en la industria”, explicó Susana.
“Además, de este modo, brindamos trabajo digno y de calidad para un sector históricamente excluido del mercado laboral, que nunca ha tenido ningún tipo de derecho, que son las y los cartoneros que han logrado acceder a un ingreso mensual estable”, subrayó la presidenta. Siguió apuntando que ahora «todas las personas que trabajan en la cooperativa son monotributistas, eso les permite tener aportes jubilatorios y una obra social”.
El vínculo con el INAES
La relación que mantienen con el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) es de larga data: “en 2009 la cooperativa logra formalizarse e inscribirse en el Instituto para tener la matrícula de cooperativa de trabajo”, recordó la mujer. Eso es lo que habilita la posibilidad de “presentarnos a licitaciones, para poder obtener financiamientos y brindar un servicio público a la Ciudad de Buenos Aires”.
Es una cooperativa en la que trabajan más de 600 personas que realizan tareas de recolección en las calles, son recuperadores ambientales, choferes de los camiones, personas que trabajan en centros verdes, que manejan las máquinas que se usan para hacer el mantenimiento y las cocineras que preparan la comida.
“Tenemos un proyecto para los adultos mayores, es para las personas que por cuestiones de salud o edad ya no pueden seguir realizando tareas de recolección en la calle”, remarcó la presidenta. Para estas personas tienen distintos espacios dentro de la cooperativa como por ejemplo, “una huerta orgánica y un taller productivo en el cual fabricamos distintos productos con materiales recuperados”, agregó.
La historia
La historia de la cooperativa Las Madreselvas comenzó durante la crisis del 2001. Era un contexto de desocupación y pobreza extrema generalizadas, donde cientos de familias del conurbano bonaerense comenzaron a trasladarse hacia la Capital Federal en busca de cartones y residuos que se puedan recuperar y vender. Lo hacían para poder llevar un plato de comida a sus hogares como medio de subsistencia.
“Desde la zona de Escobar, Tigre y Pilar comenzaron a subirse a los trenes con sus carros para recolectar lo que podían, para luego clasificar esos residuos en sus hogares y venderlos independientemente”, recordó la presidenta. Así, mientras atravesaban una terrible y desesperante situación económica “nacieron las primeras muestras de solidaridad y compañerismo entre las personas que padecían la miseria”.
“Con el correr de los años, comenzaron a agruparse y a organizarse para dar origen a una nueva forma de trabajo y construyeron la identidad colectiva cartonera”, reconstruyó Susana. Esta etapa marcó el nacimiento de una organización “que hoy forma parte del sistema de recolección diferenciada de residuos sólidos de la Ciudad y da trabajo a más de 600 personas”, enfatizó.
Tras la sanción de la Ley 992 que reconoce la figura del “Recuperador Urbano” y posteriormente la Ley 1854 conocida como Ley de “Basura Cero”, el movimiento cartonero comenzó a ser reconocido ante una sociedad cargada de prejuicios frente a las personas que recorrían la Ciudad con sus carros en busca de sustento para sus hogares.
“Fue en pampa y la vía donde los cartoneros y cartoneras -que hoy integran la cooperativa y el sistema de reciclado- tuvieron que resistir a la quita de los trenes en los que viajaban, lucharon para resolver el traslado de sus materiales y herramientas de trabajo”, valorizó la Susana. Pero no todo fue prejuicio y discriminación de parte de la sociedad, “también hubo quienes tendieron sus manos para acompañar el camino a la organización popular; la agrupación HIJOS abrió las puertas de la Ex Esma y permitió que La Casa de la Militancia sea un lugar de encuentro para comenzar a organizar una cooperativa de trabajo”, remarcó.
“En 2009 el INAES nos entregó la matrícula, al año siguiente, se presentó el primer pliego de recolección de residuos secos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y se dividieron las zonas entre las doce cooperativas que se formaron”, reconstruyó la presidenta. Después, “en 2012 se realizó la entrega en comodato del Centro Verde Nuñez, donde hoy funciona la cooperativa”, rememoró.
Así se incluyó a los “Recuperadores Ambientales” y también se creó -a partir del trabajo de las cooperativas- la figura de “Promotoras Ambientales” que son quienes realizan la importante tarea de acercar a los vecinos e instituciones del barrio toda la información acerca del trabajo sostenido en el tiempo que realizan.
“En la cooperativa tenemos programas de alfabetización, finalización de estudios tanto primaria como secundaria para los socios y cuenta con un aula propia”, celebró Susana. También lograron construir un espacio para que “los hijos e hijas de quienes integran la cooperativa puedan contar con apoyo escolar y un acompañamiento educativo integral”, subrayó.
A partir de la pandemia en 2020, se organizó una olla popular en la localidad de Maquinista Savio, en el partido de Escobar, de donde son oriundos muchos integrantes de la cooperativa. Ante la imposibilidad de salir a trabajar y las dificultades económicas cada vez más severas en el contexto de la pandemia, “esta olla sirvió de alivio para que muchas familias puedan llevar un plato de comida a sus hogares”, aseguró.
“En la actualidad esa olla sigue en pie y reparte alimentos para más de 300 familias del barrio, dos veces por semana”, contó la presidenta. La misma se desarrolla en la casa de “dos compañeros de la cooperativa y articulamos con el Estado para llevar a esas familias el acceso a la salud, a la justicia y a cualquier trámite que un gobierno debe garantizar para que se garanticen los derechos de las personas”, ahondó.
Finalmente, en 2021 se presentó en el Congreso de la Nación el libro “Las Madreselvas – Recuperando Historias para Sembrar Futuro”. Se trata de un trabajo colectivo que recorre toda esta historia de lucha, resistencia, organización de sus protagonistas, las y los cartoneros.
“Quienes además de pelear todos los días por la conquista de sus derechos, brindan un servicio esencial para la comunidad, proponen una forma de producir y consumir bajo el paradigma de la economía circular”, exaltó Susana. Bajo esta forma compartida de ver las cosas “lo que consumimos ya no es un descarte, sino nuevos insumos para volver a la cadena productiva luego de su separación y valorización en los centros verdes de la Ciudad de Buenos Aires”, cerró.