Eric Luciano Torales Pereyra, el joven de 24 años acusado de haber contagiado el coronavirus a los asistentes a un cumpleaños de 15 en la localidad bonaerense de Moreno, causando incluso la muerte de su propio abuelo, deslizó ante la Justicia que no fue él quien propaló la enfermedad y sugirió que pudieron haber sido otros invitados.
Mediante un escrito que presentó su abogado, el ex juez Guillermo Tiscornia, ante el juez federal de Morón Néstor Barral, el imputado describió que estuvo durante casi tres semanas de viaje con dos amigos en Estados Unidos; que al regresar tomó contacto estrecho con otro y también con el encargado del edificio en el que vive, quien incluso le prestó su caja de herramientas. Ninguno de los cuatro se contagió de Covid19.
“Mi cliente emprendió viaje a los EEUU acompañado de dos amigos con los cuales compartió todo el periplo vacacional. En una palabra los tres estuvieron durante veinte días en permanente contacto entre sí, compartiendo, mismos hoteles, mismas habitaciones, y el mismo automóvil alquilado. Ninguna de esas dos personas apareció siendo contagiada; es más, ninguno de ellos manifestó síntomas y menos aún se conoce que al día hoy hayan contraído dicho virus”, manifestó la defensa.
Al regresar, añadió el abogado, recibió en su propio domicilio la visita de otro amigo, quien concurrió a saludarlo y a asistirlo con las compras “de supermercado y farmacia”, pues estaba en las primeras horas de una cuarentena que finalmente violó para concurrir al cumpleaños.
“Mi cliente logró en los días sucesivos la asistencia de una vecina del edificio la cual le hace las compras. La vecina le deja la bolsa con los alimentos en el pasillo y mi cliente le transfiere el dinero que aplica para las compras. Y así evitar todo contacto personal”. Ninguno de los dos –añade el escrito- contrajo el virus.
Tres de esas cuatro personas están identificadas, incluso con número de DNI, y fueron propuestas como testigos por la defensa del imputado.
A ellos se suma el encargado del edificio en el que vive Torales Pereyra, en el barrio porteño de Palermo. “Mi defendido debió desarmar la cerradura de la puerta de acceso a su departamento; fue así que le pidió prestada la caja de herramientas y con ellas logró desarmar la cerradura. Superado el inconveniente mi defendido le devolvió las herramientas”. Tampoco hubo contagio.
La hipótesis de la defensa desplaza a Torales Pereyra del rol de victimario al de presunta víctima. Sobre todo porque el escrito identifica a tres invitados al cumpleaños que “estuvieron en el Brasil hasta una semana previa a la fiesta, que tuvo lugar el día el sábado 14 de marzo”.
Más aún. “Mi cliente tomó conocimiento que otra asistente estuvo en contacto, días previos a la fiesta, con una o varias personas que habían regresado de un viaje de Méjico”. E incluso el disc jockey de la fiesta –dice el escrito- habría estado en contacto con gente que regresó de “países europeos”.
El escrito reconoce que el imputado violó la cuarentena, pero argumentó razones familiares para hacerlo. Y, además, pidió una batería de medidas para comprobar la teoría del “contagiado”, en lugar del “contagiador”.