Cada febrero el romance de La Rioja con el carnaval suma un nuevo capítulo de amor. Este año llegó con nuevas apuestas turísticas y un cambio radical en su leyenda original: la resignificación de la chaya con perspectiva de género.
La chaya no es sólo una fiesta aislada en plena La Rioja. La chaya es un concepto de rituales y ceremonias que viven los riojanos en sus patios, en las calles y también en el espíritu de pleno carnaval que se adivina en los rostros de los riojanos, y también entre las autoridades de la provincia.
“Tenemos depositadas en el presidente de la Nación muchas expectativas y esperanzas que hará las cosas como se comprometió para poner de pie al país, y que eso genere oportunidades para todos los ciudadanos”, dijo en la conferencia de prensa inaugural, Ricardo Quintela, gobernador de la provincia. “Estamos ordenando el desorden que nos dejaron y sin mirar para atrás, pero la verdad es que los últimos cuatro años fueron de muchas dificultades donde hubo un brutal saqueo de las finanzas del Estado, pero también de las esperanzas y a la fe de los argentinos”, dijo el gobernador que estuvo acompañado con los ministros de Cultura y Turismo y de Industria durante la rueda que se realizó durante el mediodía del viernes donde también se mencionaron las diversas ofertas turísticas que tiene la provincia.
Una leyenda femenista
Este año, la modificación de la leyenda generó algunas polémicas que luego quedaron olvidadas. De acuerdo a lo que se explicó desde el gobierno de La Rioja, “se trata de una resignificación de la leyenda que no ataca la tradición ni la cambia, sino que por el contrario la reivindica a partir de conceptos como la igualdad y el respeto a la diversidad, elementos que están presentes en la cultura indígena desde donde nace la leyenda de La Chaya”.
“La perspectiva de género en la leyenda aparece en que la historia de Chaya y Pujllay, ya no se basa en un amor no correspondido sino en un desamor producto de un desencuentro. Lo que se introduce es que Chaya es una mujer fuerte, que además del amor que había aprendido a desarrollar por Pujllay, un amor propio y que también amaba mucho a su pueblo”, detalla Victoria Estrada, coordinadora de Planes y Proyectos Educativos del Ministerio de Educación. “Esto significa que más allá del amor que uno puede sentir por el otro, si hay amor propio también puede haber independencia, libertad, que no se genere una dependencia en las relaciones afectivas porque en la historia anterior decía que Chaya estaba perdidamente enamorada de Pujllay y que ante la no correspondencia se va a las montañas a llorar. Eso no. Esto es: está enamorada de Pujllay pero también se amaba mucho a si misma y sentía mucho amor por su pueblo, razón por la cual se va a las montañas en busca de agua para solucionar uno de los problemas grandes del pueblo que era la sequía”, puntualiza.
La festividad se sumó además a los festivales que cumplieron con el cupo femenino en su grilla, además planificó noches especiales para homenajeadas y homenajeados y tuvo paridad en la conducción del festival.
La fiesta en las casas
La Chaya del Pino Romero es una de las que más tiene historia en La Rioja. El músico integró la banda de Sergio Galleguillo, pero hace más de cinco años sigue solo su carrera. La fiesta de su familia comenzó hace quince años y hace once que junto a su mamá la realizan en su propia casa.
“Lo hago en honor a mi madre que le gusta la chaya y que la ama, y por respeto a nuestra tradición. A nuestro folklore, que es lo que aprend”, dice Pino a Tiempo, todo cubierto de harina, después de la ceremonia del topamiento.
Su mamá, Lucía Molina era la anfitriona de estas chayas. Por recomendación médica este año no pudo cocinar y le pasó la posta a su nieta. “En definitiva, esto queda para ellas, ellas tienen que seguir esta tradición”, afirma la mujer, que va y viene entre la cocina de la casa y el patio de la chaya. “Me gusta ver la felicidad de mis hijos, que mi hijo se sienta querido y acompañado por su gente”,” dice Lucía.
“La chaya para mí es amistad, respeto, recuerdo, orgullo, es una cuestión de que ser riojano.Yo recibo acá a todos pero que haya respeto dentro de los parámetros normales. Hoy por hoy hacer una fiesta con miles de personas y que no pase nada es difícil, gracias a dios, acà siempre es tranquilo”, afirma Pino. “El riojano dentro del nivel educativo tiene los cuatro niveles fundamentales, tienen la escuela de arte, el instituto de arte, no sólo es el folklore por la chaya es por nuestra cultura. Acá los músicos vienen voluntariamente, el que quiere cantar que cante”.
Un rato antes, se había realizado la ceremonia de la bendición de la chaya, luego la quema del Pujllay y después el topamiento. “La bendición de la guagua es compartir el pan, el topamiento es la alegría y de esa manera uno la va demostrando. Y la quema del Pujllay es enterrarlo para el próximo año volver a a sacarlo”, cuenta la mamá de Pino. “En este lugar, la gente viene y sabe que comparte un almuerzo, un pan, un mate con la familia, con los amigos, con la gente que viene de otro lado, esto reconforta, da fuerzas”, describe Lucía Molina.
Las chayas en general no cobran entradas y si se cobran tienen algún destino de beneficencia, este año, se cobraba un bono de $50 pesos que tenía como fin ayudar a un centro de chicos con problemas de discapacidad.
El Festival
Desde temprano comienza el desfile por los alrededores del Autódromo de La Rioja donde se realiza la fiesta de La Chaya. Los vasos gigantes con fernet son todos para compartir, pasan de mano en mano protegidos de el momento más divertidos para grandes y chicos: el de tirar harina.
En el escenario, como casi en todas las radios e inclusive en las calles, “El camión de Germán”, del compositor Pica Juárez sigue siendo como hace años el hit de esos tiempos. Todo, todo huele a albahaca, inclusive las canciones.
El encuentro sobre el escenario comenzó el jueves 13 con una multitudinaria noche que recibió a Jorge Rojas. El viernes fue el turno de Abel Pintos, en ese mismo día que se había elegido para homenajear a Pica Juárez. Fue una gran noche para los músicos riojanos donde estuvieron Josho González, un artista que lleva con orgullo lo mejor de las composiciones riojanas. También Natalia Barrionuevo que en modo anfitriona realizó un gran presentación. Otra de las artistas destacadas durante esa jornada fue la Bruja Salguero.
Luego, alrededor de las dos de la mañana Abel Pintos desplegó todo su carisma y musicalidad ante los aplausos de los riojanos.
La grilla de la fiesta siguió el sábado con un homenaje a Pancho Cabral y la presentación del Dúo Coplanacu, Raly Barrionuevo, y Soledad, el domingo con Luciano Pereyra y el lunes el cierre fue con Sergio Galleguillo y la presentación de Los Palmeras.
El festival, más allá de los artistas nacionales tiene el gran valor de destacar a sus músicos locales tanto desde las composiciones como desde las presencias en los escenarios. Entre ellos estuvieron también Emiliano Zerbini, Flor Castro, Jorge Coria Peñaloza, entre muchos otros.
Artesanos para la chaya
El atardecer de La Rioja le pertenece a la ciudad. En el patio del paseo cultural Castro Barros se prepara la peña que acompañara durante varias horas a quienes visiten la feria del lugar. Dulces caseros, ponchos, remeras y anotadores son algunas de las producciones que se exponen en el lugar donde, además la gente puede sentarse a tomar algo, o inclusive a compartir unos mates.
Por fuera, la Feria de Artesanos ofrece producciones en madera, instrumentos musicales, canastos y una serie de obras de los riojanos. Frente a la feria también hay una peña donde los músicos se acercan con sus canciones.
Otro punto de fiesta es la plaza principal donde a lo largo de la tarde, también pasan varios artistas a dejar su música y acompañar a los feriantes del lugar.