Nadie quiere cerca a Matías Ezequiel Martínez. El policía acusado por el femicidio de Úrsula Bahillo iba a ser alojado en la comisaría de Conesa, una localidad a 75 kilómetros de Rojas, pero una manifestación lo impidió. Ante la protesta, fue llevado hacia un penal. Los traslados también fueron la regla ante cada denuncia por problemas de conducta durante su desempeño como policía, según consta en su legajo. Hasta que, en septiembre de 2020, quedó apartado y con ‘carpeta psiquiátrica’, ya sin uniforme ni arma reglamentaria.
Martínez había ingresado a la Policía Bonaerense en 2015, tras una capacitación exprés de cinco meses. Así lo reveló El Diario Ar, que detalló que el agente pasó por varios traslados por problemas de integración, acumulando sumarios por desobediencia y denuncias por violencia de género.
El contenido del legajo llevó a una junta médica de la Bonaerense a dictaminar que era «no apto para prestar servicio». Martínez estaba siendo investigado por un acto de desobediencia en vías de una posible sanción, pero solicitó «carpeta psiquiátrica», en el marco de una denuncia de ataque sexual radicada en la justicia de Mercedes y quedó apartado del servicio.
Entre las denuncias, en el legajo figura la acusación sobre una presunta agresión sexual a una menor de edad, causa que está en proceso en la Justicia ordinaria. Y estaba citado para el 17 de febrero en una causa de denuncias por Úrsula, al tiempo que avanzaba otro expediente por agresiones a una ex pareja, Belén Miranda, una de las jóvenes que difundió los mensajes que dejó Úrsula como prueba de las amenazas que sufría.