Durante un acto en Bragado, el presidente Macri apuntó contra el programa Conectar Igualdad. «¿De qué servía repartir computadoras si no había conexión a Internet?», se preguntó, ignorando por completo lo que el plan representó en términos de inclusión digital y estableciendo una torpe comparación con el reparto de asado para quienes no tienen parrilla. Con esta misma coherencia, su gobierno comenzó en 2016 un desmantelamiento del programa hasta su cierre definitivo el año pasado. Así, más de 800 mil alumnos de todo el país, ingresantes al secundario, dejaron de recibir cada año su netbook.
En noviembre de 2012, el programa Conectar Igualdad fue distinguido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ) como una de las «20 Buenas Prácticas en Políticas Públicas para la Juventud» en la región. La cuestión es, abandonado aquel programa, cuál es el alcance de la educación digital que reciben los alumnos argentinos. Si bien el abrupto recorte presupuestario en educación afecta a todos los sectores, la formación en Tecnología de la Información y Comunicación (TIC) es una de las más perjudicadas. Casi el total de las escuelas porteñas consultadas coincide en que no cuentan con el equipamiento necesario para el desarrollo de la cursada y que, con los pocos elementos disponibles, arman las clases en el día a día, entre los diferentes grados, cursos y divisiones.
«Una de las tecnologías que más utilizamos ante la falta de recursos es el celular», afirma Gabriela Galli, doctora en Política y Gestión Educativa, especialista en TIC y profesora del colegio Guillermo Rawson, de Villa Urquiza. «Hay cuatro grandes núcleos que trabajamos durante el año. Tenemos un blog que funciona como repositorio de la materia, en el que incluimos enlaces externos, documentos y/o aplicaciones que produzco para los alumnos, y que utilizamos para difundir las producciones realizadas». Entre otras actividades, filman videos explicativos, que suponen un repaso de las clases y una preparación de los trabajos; utilizan videojuegos o aplicaciones creadas por terceros para introducir diferentes temas de la currícula; y diseñan secuencias didácticas donde los alumnos crean sus propios juegos digitales. En 2017, ese colegio fue premiado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) en el concurso «Buenas Prácticas en la Incorporación de las Tecnologías». Párrafo aparte, este colegio es sede de uno de los secundarios nocturnos que el Gobierno de la Ciudad pretendía cerrar.
La mediación digital es gratificante para los alumnos, porque «al crear ponen en juego distintas competencias cognitivas, y luego incrementa su autoestima ver publicado en la web un producto propio que han elaborado, diseñado, pensado», resalta Galli, quien asegura que se logran excelentes resultados, pese a que «nos encontramos con muchos obstáculos en las escuelas públicas: con conectividad escasa o nula, equipos obsoletos e insuficientes para el alumnado».
Totalmente diferente es la realidad en los colegios privados. Por mencionar sólo algunos ejemplos, Paula Ithurralde es profesora especialista en TIC y mediación digital en dos escuelas de gestión privada: el Instituto Pío IX y el Tierra Santa, ambos en el barrio de Almagro. «En uno contamos con diez aulas multimedia equipadas con 25 computadoras cada una, en red, con conexión wifi a Internet, proyector, equipo de audio y accesorios básicos. Además tenemos otras dos aulas multimedia para proyección y la disponibilidad de una pizarra electrónica», detalla.
Un claro ejemplo de la brecha digital entre escuela pública y privada no sólo se advierte en el equipamiento sino, además, en la carga horaria de estas materias. Ithurralde asegura que «cada reforma que se implementa desde la cartera educativa es una reducción destinada a este sector. La Nueva Escuela Secundaria (NES) es un claro ejemplo de esto».
Con respecto a la capacitación docente, Ernesto Roclaw, profesor y ex rector del Instituto Superior del Profesorado de Educación Inicial «Sara C. de Eccleston», subraya que «hace más de tres años que ni los estudiantes de los profesorados, ni los Institutos de Formación Docente (IFD) reciben equipamiento, ni ningún tipo de soporte tecnológico, como sucedía con Conectar Igualdad». El Plan Sarmiento, que se ejecuta en la Ciudad, es para el resto de los establecimientos escolares, pero no para los 29 IFD. «En cuanto a la capacitación, los únicos cursos o postítulos en relación a las TICs fueron dictados desde el Instituto Nacional de Formación Docente. Actualmente en la Ciudad no hay desde hace diez años», finaliza Roclaw.
Para este ciclo lectivo, la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, redujo aun más el dinero para capacitación docente. En materia tecnológica y digital, la única alternativa gratuita de capacitación que tienen los docentes es la Escuela de Maestros, dependiente de la cartera educativa. El ajuste fue casi a la mitad en términos reales, si se computa la inflación, pasando de 216 millones de pesos en 2018, a 154 millones para este año. «
Política presupuestaria que favorece la inequidad
Los últimos presupuestos educativos de la Ciudad de Buenos Aires permiten advertir que el gobierno porteño destina casi el mismo dinero a las escuelas de gestión privada que a la escuela pública. En paralelo a la caída del porcentual del presupuesto dedicado a Educación, del 27,8% que tenía en 2011 a poco más del 17% para este año, crecieron los subsidios para la educación privada: en 2012 recibían el 14,5% del presupuesto educativo y este año llegaron al 16,1 por ciento. Además de cobrar matrícula y cuotas a sus estudiantes, las escuelas privadas que reciben esta gran porción del presupuesto estatal lo utilizan para el pago de los sueldos docentes y para la inversión en equipamiento, con lo que la desigual política presupuestaria en educación termina ampliando la brecha digital.
Miles de netbooks en el camino
Más allá de la clausura del Conectar Igualdad, el gobierno nacional también ha desmantelado gradualmente el Plan de Educación Digital. En 2017, la ejecución presupuestaria del Programa «Innovación y Desarrollo de Formación Tecnológica» fue de apenas el 15%: de un total de 3300 millones de pesos, sólo se invirtieron 500 millones. Tampoco en 2018 se cumplieron las metas propuestas en el Plan: debían entregar equipamiento tecnológico en los tres niveles: en el inicial correspondía adjudicar 5000 unidades y no se entregó ninguna; en primaria debían otorgar 2000 equipos y fueron 1197. Mientras que en el nivel secundario, de las 570 mil netbooks que debían ser distribuidas entre los alumnos, se repartieron apenas 49.980.
Inclusión, un paso atrás
Un año antes del cierre de Conectar Igualdad, en 2017, el gobierno porteño se adelantó a ese vaciamiento y «dejó de entregar una computadora por alumno de 1° a 3° grado. Pasó a distribuir 30 tablets que utilizan todos los primeros, segundos y terceros de primaria. Esos equipos quedan en la escuela y no son de los alumnos, como sí ocurría con las computadoras», reconoce a Tiempo Bettina Fratta, facilitadora pedagógica digital del programa INTEC, dependiente del Ministerio de Educación porteño. «En concreto, se pasó de la entrega de una netbook por alumno, lo cual suponía una política de inclusión, a la conformación de aulas digitales». Los más pequeños sólo pueden usar los dispositivos durante la cursada.