Amanece en San Salvador de Jujuy después de la noche más larga del año. Frente al Penal de Alto Comedero se amuchan junto al alambrado los familiares de los 68 detenidos en las manifestaciones contra el gobierno de Gerardo Morales. Familias que se acercaron para tener noticias de sus seres queridos. Frente al frío del naciente invierno, a la llovizna y al destrato de los carceleros, mantienen la vigilia desde el mediodía de ayer. Quieren tener noticias. Saber si sus familiares y amigos están heridos, si comieron, si tienen frío.
«No sé nada, no informan nada. Los policías se llevaron a mi mamá Claudia y a mi hermana Mariana. Estaban acompañando la marcha de los docentes. Pura solidaridad, tenemos maestros en la familia. Todo pacífico, pero los policías se mandaron la reprimienda y ellas terminaron presas, sólo por salir a manifestar», dice Marcos Durán, un joven que lleva casi un día de paciente espera frente a la cárcel. Cuenta que los cosacos de Morales dispararon balas a mansalva cerca de la Legislatura: «Contra señoras grandes, contra chicos. Hasta piedras tiraban. Le daban a cualquiera, levantaban gente de la nada, hasta a los que habían salido a hacer las compras. No respetan nada. Es una desgracia este gobierno».
Elsa Ochoa fue detenida cerca de la Legislatura. Su marido Daniel todavía no la pudo ver. Los milicos del penal le dijeron que en un rato lo van a dejar pasar. Daniel no les cree ni una palabra. Hace 12 horas que le dicen que lo van a dejar pasar. «Le traje ropa y café, seguro está muerta de frío», dice el hombre, fatigado de tanto esperar. Supira profundo y dispara su rabia: «Le pido a Morales que me explique por qué mete presa a gente que acompaña los reclamos de docentes y enfermeros, que cobran miserias. Que me explique».
La señora Susana Cabrera dice que está angustiada. Quiere saber cómo está su hija Agustina Salas: «Ella es ama de casa, fue a la manifestación a acompañar a los docentes y se la llevaron por marchar. Estaba con su hijita. Me dijo que quería acompañar el pedido de aumento de sueldo para los maestros. Ahora está presa por apoyarlos», dice Susana, que carga una bolsa con agua, un poco de pan y ropa de abrigo para hacerle llegar a su hija. «Ella está herida, le pegaron tres tiros con balas de goma, en las piernas y en la frente. Pobre, mi hijita.» Al despedirse, deja un mensaje postrero para el gobernante cambiemita: «Morales, usted se equivoca feo. Los docentes están con sueldos de miseria, les saca las tierras a las comunidades, le importa el negocio del litio y no el pueblo. Se llevó presa a mi hija mi apoyar a los maestros. ¿Cómo va a querer ser presidente, señor Morales, si no respeta la democracia?»