Este martes se realizó una nueva audiencia del juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de detención conocidos como Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y Brigada de Lanús. Declararon los sobrevivientes Olga Beatriz Miranda y Guillermo José Luis Cometti, además de Estela Orfilia González, familiar de detenidos desaparecidos.
Dos de los testimonios coincidieron con el pedido de cárcel efectiva para los represores, mientras que un cuarto testigo pidió que no haya difusión. El Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata anunció que la inspección ocular en el centro clandestino de detención conocido como el Pozo de Banfield será en noviembre.
La primera en declarar fue la sobreviviente Olga Beatriz Miranda de Cerrudo, quien fue secuestrada el 30 de marzo de 1978 en Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora, junto a Juan José Cerrudo. “Entraron alrededor de las 4.30 de la mañana, gente de civil. Estábamos mi mamá, mi papá, mi hijo chiquito Sebastián (menos de dos meses de vida), mi hermano mayor. Fue una explosión de cosas, ruidos y gente dentro de la casa”, recordó.
En el centro clandestino de detención, escuchó la voz de Juanjo que le dijo “estoy bien, flaca”. Ella no sufrió torturas. “Escuché que se llevaban a alguien y ya no escuché más a Juanjo”, comentó a renglón seguido. Con el correr del tiempo, su compañero volvió al centro de detención. Finalmente, le dijeron que se iba y se despidió. “Flaqui cuidate, comprale la silla y llevalo a pasear”, le dijo, en alusión a su pequeño hijo.
“Yo estaba convencida que al día siguiente lo veía”, dijo la mujer, y se quebró. Fue liberada junto a un joven en una ruta de Quilmes. “Recorrí lugares tratando de encontrar una referencia y con el tiempo supe que era el Pozo de Quilmes”, mencionó.
En el cierre del testimonio, contó el después. “Fue muy difícil porque no sabés qué hacer a veces. Qué decirle a Sebastián. Tenía problemas alimenticios, no podía comer y pesaba 40 kilos. Me molesta la cercanía de la gente que no conozco, aún hoy. No saber qué nos deparaba la vida. En aquel momento no había horizonte”, reflexionó.
Estela Orfilia González declaró por sus cuñados Rosa y Jorge, quienes eran una pareja joven y tenían una hija de 17 meses (Romina). “Mi cuñado trabajaba haciendo fletes, ella estaba con la nena porque dejó la carrera de Medicina para ocuparse de ella”, señaló. “Eran militantes de la Juventud Peronista, compaginaban salidas con la nena, como jugar al fútbol y salir con otras parejas”, apuntó.
Fueron secuestrados el 23 de julio de 1976 a la madrugada. “Ellos vivían en un departamento de Punta Lara, partido de Ensenada. Los despiertan a los golpes, entró un montón de gente, se escuchaban golpes, llanto. Fue terrible, según los dichos de los vecinos”, dijo. “Lo que más se escuchaba eran los gritos de Romina, me imagino el susto que tendría esa criatura”, apuntó. Dejaron a la nena y le avisaron a los vecinos que cuando se fueran, la recogieran.
“Nos enteramos al otro día porque la gente no sabía dónde vivíamos, cómo hacer, y en realidad no sé cómo fue que se entera un amigo del barrio y le avisa a mi suegro, que nos avisa a nosotros y empieza el periplo de ir a las comisarías”, recordó. La nena se quedó con los suegros.
Estela tomó la posta de las denuncias y la búsqueda porque los suegros debían llevar a los dos nenas (su hija de 3 años y Romina) y se les dificultaba. “Por supuesto que no había ninguna novedad”, lamentó, dando cuenta de las recorridas. “Cada lugar que nos enterábamos, íbamos otra vez y si no, repetíamos para que no se pierda nada”, apuntó.
Tiempo después, su suegra le contó que Rosa fue encontrada y pasada al PEN. Estaba en la Comisaría de Valentín Alsina. “Me pidió que le lleve una foto de Romina y algunas cosas personales”, señaló emocionada. Si bien no habían podido verse, se comunicaban por notas. “En uno de esos papelitos, ella me pone ´seguí buscándolo´”, recordó. Fue trasladada a la cárcel de Caseros, donde finalmente pudo ver a su hija.
Rosa fue liberada y se fue a la casa de su madre, pero nueve meses después murió en un accidente de tránsito. “Romina otra vez se queda sola”, dijo con la voz quebrada. “Mi suegra murió hace cuatro años pero estuvo más de 40 años esperando a su hijo”, advirtió, y reclamó cárcel efectiva para los represores.
El tercero en prestar testimonio fue el sobreviviente Guillermo José Luis Cometti, quien fue secuestrado el 24 de marzo de 1976 y trasladado a la comisaría primera de Zárate. “Me empiezan a hacer tortura psicológica y al rato me pasan la bayoneta por el cuello y me empiezan a pegar”, recordó.
Él preguntaba por qué le hacían todo eso y con los ojos vendados, cosa que despertó más violencia por parte de los agresores. “El 25, escucho la voz de mi mujer, que preguntaba si estaba ahí. Niegan que yo estoy y que en algún momento estuve”, mencionó.
Al día siguiente, fue trasladado junto a otros detenidos a un centro de detención. “Me estaquean a una cama y me empiezan a dar de a poco picana”, aseguró, al tiempo que detalló que le pasaron corriente por la boca, los brazos y los testículos. Tras otro traslado, sufrió el método de tortura conocido como “submarino”. De acuerdo al relato, estuvo en el Pozo de Banfield y fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata, cuando fue legalizado.
“Quiero que esto llegue a un final feliz, que caigan los culpables realmente y paguen el daño que le hicieron a la Argentina, a la generación sesentista y setentista, nos sacaron toda una generación y hoy a lo mejor andan por la calle libremente”, expresó en el cierre de su testimonio. “Eso duele y me causa daño”, apuntó.
El juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el martes 25 de octubre. Adelantaron, además, que la inspección ocular en el Pozo de Banfield será el 15 de noviembre.
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Declararon el sobreviviente Luis María Armesto, quien fue secuestrado junto a su padre (Julio) y pasó por el Pozo de Banfield, y Walter Washington Pernas Pereira en representación de la Institución Nacional de Derechos Humanos de Uruguay, quien brindó detalles de la investigación que se sigue en el vecino país por el traslado de detenidos desaparecidos entre ambos países.