Cuando se enteró de que el aborto estaba penalizado en la Argentina, Juan Solanas quedó «en shock». Era el año 2000. En Nordeste –su primer largometraje– incluyó un aborto en la trama, y 13 años más tarde tomó su cámara para filmar el histórico proceso de lucha de las argentinas por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
«La temática me atraviesa desde aquel momento, por eso el año pasado, en la mañana de la media sanción me emocioné mucho y sentí que tenía que ir a filmar. Dejé lo que estaba haciendo y me fui a la Argentina», expresa a Tiempo el cineasta que actualmente reside en Uruguay.
Que sea ley es la única película argentina que se proyectó este sábado en Cannes. Recupera los testimonios de mujeres que abortaron en diferentes provincias del país: de la familia de Liliana Herrera, muerta por un aborto inseguro; de «Belén», acusada de un delito que no cometió; y de diputadas, senadoras y activistas protagonistas de la «marea verde».
Uno de los testimonios emblemáticos es el de Norma Cuevas, la mamá de Ana María Acevedo, una mujer que murió luego de que en un hospital de Santa Fe le negaran un aborto no punible con causal de salud. «Me puse a grabar los testimonios que encontraba, los de quien quisiera transmitir su experiencia con la voluntad de respetar la realidad», describe Solanas. «Por eso también hay testimonios en contra. Hay personas de buena voluntad que dicen ‘salvemos las dos vidas’. Es lindo el eslogan, pero no se corresponde con la realidad: los que dicen eso generan muerte. La película es una invitación a la reflexión de alguien que quiere bien a los prójimos. Cada historia es única, pero siempre nos pasa que una reduce la del otro. Eso choca con el relato de los familiares de la chica que murió o de la que salvó su vida por milagro. O de la que fue víctima de violencia obstétrica extrema. Me cuidé mucho de que no fuera un panfleto, por eso muestra fríamente la realidad. Yo no intervengo, no se me ve, sólo me dediqué a registrar».
A pesar de la frustración en el Senado, Solanas destaca la movilización en las calles. «Esta lucha liberó la palabra y para eso hay que tener mucho ovario, porque es muy duro contar estas cosas, es desnudarse ante la cámara. Hay una batalla social que está ganada y no me cabe la duda de que tarde o temprano habrá aborto en el país. El problema es que mientras tanto muere una mujer por día por abortos clandestinos».