Acorralado por acusaciones de corrupción, Fabián Miguelez renunció a la presidencia de la Corporación del Mercado Central. Representaba al gobierno nacional en el mayor centro comercializador de frutas y hortalizas del país que abastece, desde Tapiales, a la Capital y el Conurbano. Histórico operador frutihortícola, a Miguelez se le cuestionaba haber propiciado ciertos negociados en desmedro de sus pares. Todo en un contexto de fuerte caída de las ventas.
«Hoy la salud no me acompaña», justificó en una carta, aunque aclaró que no era una despedida sino «tan sólo un hasta pronto» del organismo al que estuvo vinculado por más de 34 años. Miguelez contratacó diciendo que al asumir la presidencia, en enero de 2016, el mercado era el «bastión de algunos que solo vieron en él la posibilidad de engendrar grandes negociados». Dos años y medio después, dice Miguelez, el Mercado Central «tiene sus cuentas en orden y presenta innumerables mejoras».
Hay quienes no son tan optimistas como Miguelez y piensan que su salida está relacionada con recientes denuncias. Por lo pronto ya tiene reemplazante a partir de septiembre: será Belisario Álvarez de Toledo (ver aparte).
En concreto, el mes pasado, una investigación periodística del Canal 26 relacionó a los gerentes del Mercado Central con el cobro de cientos de miles de pesos por horas extras; y por el direccionamiento y sobreprecios en obras dentro del predio. Se explicó también que varios directivos del organismo tendrían serios conflictos de intereses debido a las actividades privadas que realizaban antes de asumir a sus cargos.
El Mercado Central es dirigido por un triunvirato con representación de Nación, Provincia y Capital. Miguelez fue puesto por la Casa Rosada, mientras que Marcelo Daniel Espinosa es el hombre de María Eugenia Vidal y Maximiliano Vallejos, experiodista deportivo vinculado a Fernando Niembro, ocupa el espacio previsto para la Ciudad.
Espinosa supo ser gerente general de la Federación de Productores de Papa, cuyo sector tiene sus privilegios: desde hace años ocupa gran parte de las naves 8 y 10, con beneficios exclusivos como la libre contratación de los trabajadores que realizan la carga y descarga de los camiones, un detalle clave para la formación de precios de los productos.
El resto de los operadores frutihortícolas denuncian que las autoridades del Mercado los obligan a «acordar» la carga y descarga con un grupo de cooperativas de dudosa procedencia que buscan imponer altas tarifas bajo coacción. Mientras el rubro «papa» paga entre de dos a tres pesos por bulto, como ocurre en el resto del país, los otros deben abonar más del doble por el mismo trabajo, lo que a veces representa más que de lo que cobra el productor, que es el 8% de la mercadería.
«No es un conflicto con los changarines, sino con dos o tres vivos que se apañan en estas cooperativas de sello de goma y usan a los trabajadores al grado de la esclavitud, para luego extorsionarnos a la vieja usanza», explicó a Tiempo uno de los operadores consultados, que prefirió no revelar su identidad por temor a represalias por parte de algún dirigente que pudiera añorar las rancias prácticas de los denominados «batatas», como se conocía en los ’90 a las patotas arraigadas en el Mercado, siempre dispuestas para diferentes «trabajos políticos» y actividades poco transparentes.
La diputada de la Coalición Cívica, Marcela Campagnoli, se hizo eco del reclamo de los operadores y realizó hace unas semanas un pedido de información pública al Mercado Central que terminó por echar luz sobre las sospechas: las autoridades se vieron obligadas a detallar que en la actualidad funcionan allí unos «500 operadores y 22 cooperativas», aunque puntualizaron que a varias de ellas les «falta cumplimentar toda la documentación requerida» y que por ello «personal del Inaes y del Ministerio de Trabajo estuvieron concurriendo semanalmente al Mercado para su regularización».
«Sólo seis de esas cooperativas son legales, el resto tenían irregularidades. Además de los problemas sobre los que tendrá que dar cuentas en la Justicia, para nosotros es una gran tristeza que Miguelez no haya resuelto este problema, porque estaba familiarizado con nosotros», sentenció a Tiempo Carlos Rodolfo Rodríguez, presidente de la Cámara de Operadores Frutihortícolas Mayoristas del Mercado Central de Buenos Aires (COMBaires), quien concluyó que todo esto ocurre en un contexto en donde «la venta bajó y los pasillos están vacíos de clientes y llenos de mercadería». «
El reemplazante
A partir del 1 de septiembre, el ingeniero agrónomo Belisario Álvarez de Toledo reemplazará a Fabián Miguelez como nuevo presidente del Mercado Central. Entre 2002 y 2010, fue director ejecutivo de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola, AACREA, uno de los organismos que más bregó por implementar el glifosato en el país. Álvarez de Toledo viene de ser subsecretario de Coordinación Administrativa del Ministerio de Desarrollo Social, y entre diciembre de 2015 y junio de 2017 fue vicepresidente en Lotería Nacional Sociedad del Estado.
«Necesitamos mayor interacción entre los operadores y las autoridades. Los desafíos son grandes. Tiene que aumentar la concurrencia de verduleros que prefirieron irse a otros mercados informales de la periferia. Acá la calidad de los productos es la mejor», aseguró Carlos Rodríguez de Combaires.