Walter Brauton, uno de los agresores sexuales seriales más peligrosos de la Argentina, puede llegar a ser superado por uno de sus hijos, Franco, de 27 años, quien está sospechado de haber cometido al menos tres violaciones, aunque se estima que habría protagonizado una decena de casos más. Impresionan las similitudes con el modus operandi de su padre quien fue condenado a 40 años de prisión en 2009 por 9 violaciones cometidas en un lapso de apenas tres meses.
Al igual que su padre, que trabajaba como contador de una concesionaria en Tortuguitas, Franco supo llevar una vida paralela a la de sus presuntos ataques. El joven fue profesor de música durante algunos años del Colegio San José de Marcos Paz, uno de los más tradicionales de la zona y hoy sigue vinculado laboralmente a la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires.
En una extensa jornada judicial, este viernes desfilaron por la Ayudantía Fiscal de Marcos Paz ocho testigos, seis mujeres y dos varones, quienes dieron algunas precisiones sobre la manera en que Franco habría abordado a sus víctimas en los últimos días de 2020. Según pudo saber Tiempo Argentino, la abogada defensora, Mónica Smidt, presentó a primera hora un pedido de eximición de prisión para Brauton. Esta, junto a otras medidas de pruebas, probablemente se resolverán la semana próxima.
Actualmente, la justicia cuenta con tres denuncias en contra de Brauton: una de 2018, la IPP 18409; otra de 2019, la IPP 19.872; y la más reciente del año pasado, la IPP 16.455. De acuerdo al último hecho, cerca de las 7.00 de la mañana del 25 de diciembre una chica de 21 años aseguró haber sido abordada por el hijo del violador serial en pleno centro de Marcos Paz.
En esas circunstancias, la chica se dirigía hacia su casa en estado de vulnerabilidad tras haber tomado diferentes bebidas alcohólicas con sus amigos. La víctima intentó sin suerte que la llevara un remís, por lo que un amigo la acompañó parte del trayecto y luego continuó sola.
De la denuncia se desprende que a la altura de Sarmiento y Agüero, frente al Banco Provincia, apareció en escena Franco Brauton en su auto Ford Focus gris, quien con intenciones de engañarla, le advirtió que la “estaban persiguiendo” unos muchachos que estaban a unos metros detrás de ella y se ofreció a llevarla.
Tras dudar un poco, la chica accedió y comenzó su pesadilla. Primero, él trabó las puertas de manera automática para que no pudiera bajar. Luego de charlar unos minutos, y para ganarse su confianza, el hombre incluso le pasó su Instagram para mantener el vínculo. Más tarde, él se bajó los pantalones, la agarró con violencia de los pelos y la obligó a practicarle sexo oral. No conforme, la llevó a un descampado donde la violó.
Tras denunciar penalmente el hecho, la joven hizo público lo que le pasó en las redes sociales donde muchas otras chicas, se calcula que unas 13, se pusieron en contacto con ella para comentarle que habían pasado por situaciones similares con el mismo muchacho.
La abogada de las víctimas, Valeria Carreras, precisó a este medio que dos de los testigos que se presentaron el viernes, contaron cómo Brauton intentó bajo diferentes argucias llevar con su auto a otras dos jóvenes que estaban en una parada de colectivos también en el centro de Marcos Paz. Insistió, sin suerte, al menos siete veces. Este episodio ocurrió el 27 de diciembre, pocas horas después de la violación que consta en la IPP 16.455.
Además, la semana pasada declararon otras dos chicas como testigos, pero los funcionarios de la Fiscalía debieron interrumpir los testimonios porque advirtieron que pudieron haber sido nuevas víctimas. Es que las jóvenes si bien subieron al coche y lograron zafarse, lo que pasó en el interior del vehículo podría ser tipificado como delitos de abuso sexual simple.
En 2019, otra joven también denunció haber sido violentada sexualmente por Franco Brauton, pero la justicia le restó valor a sus dichos y la víctima apenas logró una restricción perimetral de 300 metros para el agresor. Un año antes, según consta en otra causa, Brauton lleva a una menor de edad que estaba alcoholizada a una casa «en refacción o remodelación» donde la viola.
“Si los investigadores en su momento hubieran avanzado con los expedientes se podrían haber evitado muchos casos, porque estimamos que lamentablemente atacó varias veces y de manera sistemática”, añade Carreras. Cabe aclarar que hoy tanto el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires como el Centro de Atención a la Víctima del Ministerio Público y el Equipo de Políticas de Género del Municipio de Marcos Paz, están al tanto del caso y se pusieron a disposición de la investigación y de las jóvenes.
En el nombre del padre
Franco Brauton, al igual que su padre, habría utilizado un auto tanto para movilizarse como para captar a las víctimas. Según se estableció, Walter Brauton usaba un vehículo de la concesionara en la que trabajaba. A punta de pistola, obligaba a sus víctimas a subir al coche y luego las violaba. Franco no usó armas, pero de alguna manera habría logrado persuadir a las chicas para que lo acompañaran. Ambos usaron preservativos en sus ataques.
Franco, a diferencia de su padre, dejó serias marcas en el cuerpo de la mayoría de las víctimas: sobre todo en los glúteos, cuello y brazos. El joven en más de una oportunidad volvió a contactarse con las chicas que presuntamente violó, donde intentaba naturalizar lo que había pasado y solía pedir perdón por el episodio. Por esa razón, muchas de las chicas no lo denunciaron.
Las víctimas de Walter Brauton tenían entre 17 y 23 años. Las de su hijo también, pero difiere en el estado de vulnerabilidad que presentaban. Franco está siendo investigado por ir a la casa de chicas que habían consumido en exceso alcohol y que no respondían por sus actos, quedando a merced del atacante.
Otra sutil diferencia entre padre e hijo, sería que el primero actuó en Loma Hermosa, Merlo, San Alberto, Castelar, Moreno e Ituzaingó, todas localidades de distintos distritos del oeste del conurbano; mientras que Franco habría atacado solo en Marcos Paz.
Medidas pendientes
La semana que viene debería conocerse el análisis de los rastros de sangre y ADN aportados por las víctimas que serán cotejados con los del presunto agresor sexual, quien voluntariamente se extrajo muestras de sangre. En base a esos resultados y al de otras pruebas, sobre todo tecnológicas, la justicia podría tomar alguna determinación sobre el sospechoso, quien aún no está imputado de ningún delito.
En tanto, según se puede observar, la estrategia de la defensa de Franco Brauton busca “ir en contra del honor de las víctimas haciendo hincapié si estaban en pareja o no, o en el consumo de bebidas alcohólicas previo al acto sexual”, indicaron las fuentes consultadas.
¿Peligro de fuga?
Tal como lo dejó asentado en sus escritos, la abogada Carreras teme que el sospechoso pueda darse a la fuga como lo hizo su padre. Es que Walter Brauton, tras ser condenado a 40 años de prisión en 2009, se escapó en agosto de 2013 durante una de las salidas transitorias que el Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 de Morón le había otorgado para visitar una vez al mes a su madre, quien convalecía.
En aquella oportunidad, el depredador sexual le proporcionó sedantes al agente del Servicio Penitenciario Bonaerense que debía vigilarlo y con la ayuda de su entonces amante, Graciela Prono, se trasladó a Bolivia. La mujer debió abandonar a su familia y un mes antes de darse a la fuga, había vendido una propiedad para financiar la clandestinidad de la pareja. Incluso, Prono le dio a Brauton el documento de su marido para que pudiera movilizarse sin problemas, al menos durante las primeras horas tras el escape.
Prono finalmente volvió al país y terminó por confesarle a los investigadores la identidad con la que se manejaba el violador serial por las calles de Potosí, donde el hombre había rehecho su vida y manejaba una carnicería. Tras la confesión de la mujer, el violador serial tenía sus minutos de libertad contados por lo que a contrarreloj intentó vender algunas cosas de su negocio para continuar con su huida.
Fue así que recién en noviembre de 2018, una comisión de agentes de Interpol simuló querer comprarle una heladera y pudo dar con Roberto Aguirre de la Quintana, la identidad bajo la cual, Walter Brauton, uno de los prófugos más buscados de la Argentina logró esconderse durante más de cinco años.