La División Búsqueda de Fugitivos de Interpol irrumpió ayer en la casa de un maestro de Neuquén, adonde llegaron luego de analizar el IP de la computadora desde la que el pasado 29 de marzo postearon un elocuente mensaje desde el Facebook de Sebastián Romero, prófugo desde el 19 de diciembre luego de que su imagen portando un improvisado mortero combatiendo a la policía ganó las pantallas de todo el país.
El morador de la casa fue identificado por las fuerzas de seguridad como Demián Romero quien a pesar de tener el mismo apellido que el imputado no tiene vínculo parental- y se estableció que está afiliado al Partido Socialista de los Trabajadores Unidos (PSTU), al igual que el prófugo. Por el momento, no se pudo advertir ningún delito para el dueño de la vivienda. Sin embargo, del lugar secuestraron todos los dispositivos electrónicos: computadoras de escritorio y personales, además de celulares, entre otros aparatos.
No creemos que el sospechoso haya estado en esa casa. Tenemos la hipótesis de que alguien se manejó con su clave y que desde esa computadora accedió a su Facebook. No allanamos antes el domicilio porque estábamos pendientes de otros indicios para dar con él, explicó a Tiempo uno de los investigadores del caso.
Romero está imputado por los delitos de intimidación pública, daño, lesiones, resistencia a la autoridad y perturbación de la sesión del Congreso del 18 de diciembre en la que se aprobó la reforma previsional. Ese día hubo 68 detenidos luego de un brutal enfrentamiento con la Policía de la Ciudad. Horas después, también fueron imputados algunos policías por los desmanes cometidos.
En el episodio intervino el juez federal Sergio Torres quien ordenó la captura nacional e internacional de Romero, quien es un militante PSTU, una facción que responde al Partido Obrero, y ex candidato a diputado nacional por el FIT en las elecciones de 2015.
A continuación, se transcribe el texto completo que se posteó desde el Facebook de Romero aquel 29 de marzo:
Mi nombre es Sebastián Romero y soy un perseguido político del gobierno de Macri.
Soy un obrero como tantos otros, pero hace más de tres meses que no veo a mi familia, mis amigos, a mis compañeros de la fabrica ni a mis vecinos. Estoy siendo perseguido como si fuera un terrorista porque fui parte de los miles que el 18 de diciembre resistimos en las calles contra el robo que estaban haciéndole a los jubilados en el Congreso. A pesar de que votaron la Previsional, ese día le paramos la mano a la Reforma Laboral y eso no lo perdonan.
Hace pocos días los jueves Gustavo Hornos y Ana María Figueroa de la Sala I de la Cámara de Casación me negaron una nueva apelación para no ser encarcelado, tal como viene haciendo el juez Torres y la Sala II de la Cámara Criminal y Correccional. El gobierno me quiere preso para meterle miedo a todos los que están luchando. Les pido a todos que compartan y difundan esta carta todo lo que puedan.
Como parte de la persecución me despidieron de mi trabajo en la General Motors, donde también fui delegado. Ahí mismo mis compañeros de trabajo siguen la pelea para sacar a los delegados traidores que avalan despidos. ¡Mucha fuerza compañeros, se puede ganar!
Para meterme miedo y que me rinda me amenazan a mí y agreden a mi familia, amigos y a mi partido, el PSTU. Hasta prendieron fuego el auto de uno de mis abogados, Martin Alderete. Pero de eso la justicia no dice nada.
¿Qué autoridad puede tener un gobierno que tiene procesado a su propio presidente por esconder dinero al estado, un gobierno que mato por la espalda a Rafael Nahuel, Facundo y tantos otros pibes pobres, que esconde que Gendarmería asesino a Santiago Maldonado, que mantiene presos sin causa a los compañeros detenidos el 14 de diciembre, a Milagro Sala por ocupar una plaza y que extradita a Jones Huala como «terrorista»? ¿Cómo puede ser que mientras piden captura internacional para (como me apodaron en algunos medios) «el loco del mortero» como si fuera del ISIS están liberando a los militares genocidas de la última dictadura? Se tiene que terminar esta persecución contra mí y contra Arakaki y Dimas Ponce, que también los quieren encanar.
Me quieren preso porque tienen miedo que seamos cada día más los que enfrentemos el ajuste de Macri. Pero a pesar de no poder ver a los míos, de las amenazas y aprietes no voy a aflojar porque los laburantes no aflojan. Me siento uno más de los cientos de mineros de Rio Turbio que resisten los despidos, ocupan las minas y enfrentan a los gendarmes con lo que tienen a mano. ¡Son un ejemplazo de lo que hay que hacer! Las puebladas de Azul y de los ingenios del norte están peleando por el pan para sus familias! No podemos seguir bancando palazos contra los nuestros y hambre para nuestros hijos cuando dejamos la vida en el trabajo. ¡Esto no da para más!
Por eso quiero dar un mensaje a los trabajadores que puedan leer esta carta: ¡No abandonemos las calles! ¡No permitamos los despidos de nuestros compañeros! ¡No dejemos que nos arruinen con ajustes que van a pagar nuestras familias! ¡Tenemos que organizarnos en unidad y salir a pelearle a este gobierno hambreador! ¡Los dirigentes que dicen que quieren enfrentar al gobierno tienen que llamar al paro general y si no hay que imponérselo desde abajo!
Esto no va para más, los trabajadores, las mujeres que están peleando por los derechos, los jóvenes y todos los sectores populares tenemos que sacar a Macri como sacamos a De La Rúa en el 2001. Hacer asambleas con todos los compañeros en cada lugar de trabajo, organizar la bronca. No hay otro camino, son ellos o nosotros.
¡Viva la lucha de la clase obrera!
¡Fuera Macri!