La noche del 21 de marzo de 1975 ocho de militantes en su mayoría de la Juventud Peronista (JP) fueron arrebatados de sus casas por un comando de la Triple A y fusilados en un baldío de Temperley. El hecho pasó a la historia como “La Masacre de Pasco” y, como todos los años, ex compañeros de las víctimas, familiares y personalidades políticas de Lomas de Zamora los homenajearon en el Cementerio municipal al cumplirse 46 años del crimen.
Desde entonces cada año la actividad es la misma aunque este año se sumó un homenaje en la plazoleta de la avenida Eva Perón al 4600 y Pablo Podestá, que fue vandalizado en dos ocasiones en las últimas semanas.
El recorrido comenzó frente a los restos de Héctor Lencina, concejal de Juventud Peronista, donde su hijo Alejandro recordó el compromiso militante y de hermandad de su padre. “Me genera sentimientos encontrados estar acá, al lado de la tumba de mi viejo, lo que sucedió con mi viejo y los demás compañeros tiene una trascendencia pública y política innegable que forma parte de la reconstrucción de una memoria histórica. Acá hay muchos jóvenes y nosotros debemos ser esa articulación entre los viejos compañeros que por suerte todavía están para dar testimonio a los jóvenes que se asoman a la política”.
Héctor Flores recordó el momento de la desaparición de su papá. “En el 75 mataron a mi viejo, y se desarmó por completo la familia estando lejos de mi madre y mis humanos. Mucho tiempo después empecé a conocer mi historia. No entendía por qué mi viejo optó por la vocación política y dejó la vida en esto, pero a medida que fui militando comprendí y perdoné lo que antes eran reproches. Hoy siento orgullo por saber quién era mi padre”.
En esa línea recordó el momento en que conoció las historias de otros hijos. “Hace algunos años mi hija me invita a su escuela a una charla de hijos de desaparecidos, me hice presente y conocí, HIJOS Lomas de Zamora. La verdad que al escuchar los relatos comprendí que no fui el único que sufrió, en ese momento comencé a sentir el cariño y el abrazo inmediato de todos mis hermanos y hermanas que también perdieron a sus familias a causa de la dictadura o hechos como la Masacre de Pasco”.
Por último, llamó a todo el arco político del distrito a buscar a los responsables del hecho que, a 46 años, sigue impune. Por primera vez en este histórico acto se reconocieron a Hilda Rapari y Hugo Sandoval. Hilda Rapari conocida como “Coca” Lencina, histórica militante local por los derechos humanos quien nos dejó en noviembre. Rapari fue directora de derechos humanos del Municipio de Lomas y era viuda de Héctor Lencina, una de las víctimas. Alejandro hizo un repaso por la militancia historia política de su madre y dijo: “Me llevo el recuerdo de su compromiso con los sectores más desprotegidos”.
El recorrido finalizó con el recuerdo de Cesar Dolinsky. Lo recordó la compañera e integrante de la Mesa del Ex Pozo de Banfield Noemí “Mimi” Di Gianni quien repasó anécdotas vividas junto a su compañero militante «.
La jornada por la memoria, continúo por la tarde. Organizaciones sociales, políticas y de derechos Humanos, familiares de las víctimas del terrorismo de Estado, vecinos, funcionarios locales y provinciales se acercaron al monumento en homenaje a los militantes asesinados.
La historia de la masacre
El 21 de marzo de 1975 ocho vehículos frenaron en la calle Donato Álvarez a metros de la Avenida Pasco, en el barrio San José de Temperley. Algunos autos llevaban balizas sobre el techo, al igual que los utilizados por la policía.
Un grupo de hombres armado y con capuchas negras ingresó a la casa de Héctor Lencina y secuestó al edil y a su amigo Aníbal Benítez. A pocas cuadras de allí, buscaron a la vicepresidenta del concejo, Irma Santa Cruz, quien no se encontraba en su domicilio, pero sí estaba Héctor Flores, su secretario, a quien también se llevaron secuestrado. Esa misma noche se llevaron también a Pedro Maguna, Germán Gómez, los hermanos Alfredo y Rubén Díaz y Guillermo Caferatta.
Los militantes fueron fusilados en un terreno baldío en el barrio de Mármol, ubicado en la esquina de las calles Sánchez y Santiago del Estero. Luego de matarlos, apilaron los cuerpos contra el paredón y los dinamitaron dos veces. Luego colocaron una bandera sobre los cuerpos sin vida con la inscripción “fuimos Montoneros, fuimos del ERP”.