En la imponente parroquia Inmaculada Madre de Dios de Gonnet, en la zona norte de La Plata, alrededor de las 9 horas algunas pocas personas se acercaron para presenciar la misa exequial brindada por el arzobispo Víctor “Tucho” Fernández.
Eduardo Lorenzo (denunciado por múltiples abusos sexuales) brindó allí su última misa el 10 de noviembre ya que había solicitado una licencia a partir del lunes 11. Desde esa fecha, el excapellán del Servicio Penitenciario Bonaerense fue trasladado a una “suite” de la sede central de Cáritas de La Plata (4 entre 49 y 50), el mismo lugar donde, según todo hace suponer, se quitó la vida este lunes a la tarde.
“Esta es una misa de la comunidad cristiana principalmente para la familia del Padre Eduardo y para esta comunidad que compartió con él los últimos años. Vengo aquí solamente para acompañarlos a rezar en estos momentos, con pocas palabras porque a veces pueden ser malinterpretadas”, dijo Fernández al iniciar la ceremonia. Sin embargo, en ningún momento mostró algún tipo de comprensión ni “misericordia” respecto a las víctimas de Lorenzo.
A pesar del pedido de los familiares y sobrevivientes de los abusos de Lorenzo para que se suspendiera la misa en el mismo lugar donde abusó a niños y adolescentes, la ceremonia se hizo igual y con toda simbología propia de un acto de homenaje por el difunto.
Pasadas las 10 horas llegó la máxima autoridad de la iglesia platense, se acomodaron en sus bancos e ingresó el féretro al medio del templo. Víctor Fernández estuvo acompañado nada menos que por su obispo auxiliar, Alberto Bochatey, muy comprometido con diversos encubrimientos de sacerdotes pedófilos.
Desde el altar, el arzobispo intentando explicar aquello que tanto se cuestiona a nivel social, rayano con la complicidad manifiesta con los victimarios de atroces crímenes, dijo que “es muy difícil que alguien se quite la vida con total lucidez. Si lo hace, lo hace por una enorme presión interior. Antes no se celebraban exequias para los suidicidas, hoy entendemos que quien lo hace, lo hace en una situación extrema, buscando un poco de paz”.
El protector de Lorenzo confirmó que hace pocos días estuvo “conversando con él” y el cura le decía “que no quería tomar medicamentos, pero al mismo tiempo decía que esta situación no acaba nunca”. No especificó a qué “situación” se refería, si a los supuestos “sufrimientos” de Lorenzo (como lo expresó el Arzobispado en un comunicado publicado el mismo lunes a la noche) o a los abusos sexuales por él cometidos.
Al finalizar la ceremonia, el jerarca católico y mano derecha del papa Francisco desde hace años, explicó que “el sentido de la misa de exequias tiene el sentido de pedir el consuelo a los familiares. También se le ofrece a Dios lo bueno que hizo las personas, eso lo deben saber muy bien los amigos de Eduardo”. Y para mayor indignación de los sobrevivientes, de sus familiares y de la sociedad comprometida con la verdad y la justicia, remató con un “pedimos perdón por los pecados”.
Estuvieron presentes unos veinte laicos, entre ellos el abogado e íntimo amigo personal de Lorenzo, Alfredo Gascón, y otro de sus defensores Miguel Ángel Molina. Y otra veintena de sacerdotes de las diferentes parroquias de la ciudad, entre ellos Gabriel Baci el actual párroco de Gonnet, Fernando García Enríquez (de San Roque) y Fernando Masueli (excompañero de Lorenzo en Gonnet y actual capellán del Hospital Italiano).
Mientras tanto, afuera, la prensa aguardaba para obtener declaraciones de los participantes. En la vereda de enfrente, pegado en el vidrio de un automóvil, había un afiche con la imagen de Lorenzo que decía: “Eduardo Lorenzo, cura denunciado por abusos sexuales agravados y corrupción de menores”. Otros vecinos y vecinas manifestaron su enojo indignante de que se llevara a cabo la misa en honor a un reconocido pedófilo.
A la salida de la misa, el arzobispo fue interpelado por el periodismo. Y allí manifestó, contradiciendo todo lo hecho por él mismo en todo este tiempo, que “a todo el que denuncia en principio se le cree, después hay que seguir la investigación”. Y aseguró que confiaba en lo que venía haciendo la fiscal del caso, Ana Medina, quien desde hace años es cuestionada por las querellas por las dilaciones y varias maniobras en favor del propio Lorenzo.
Vale recordar que Julio Frutos, padrino de una de las víctimas y primer denunciante de Lorenzo en 2008, le envió una carta el martes al propio Fernández para que no se hiciera la misa. Al respecto el arzobispo dijo suponer que “habrá sido una carta abierta, no pude verla. La misa es por el consuelo de los familiares que murió, sobre todo por el hermano del que murió”.
Sobre otra carta, la dejada por Lorenzo en el lugar donde apareció muerto, el arzobispo dijo que la leyó “por arriba”. Según pudo confirmar este medio con fuentes judiciales, en esa esquela escrita a mano el cura reafirmó que sus denunciantes “mienten”, que él es totalmente “inocente” pero que no podía soportar más el nivel de exposición pública al que había llegado.
Finalmente Tucho Fernández, insistiendo con su línea de defensa de Lorenzo, dijo que si bien “las víctimas han denunciado según su conciencia y siempre se les cree (…) también hubo personas que se acercaron a denunciar lo contrario, que se sintieron afectadas”. Es decir, por un lado les reconoce a quienes denuncian su calidad de “víctimas” pero al mismo tiempo busca desautorizarlas alegando que otra gente dice todo lo contrario.
Sin embargo, hay que decir que no hubo nunca un solo testimonio judicial que alcanzara siquiera a poner en duda ninguna de las cosas dichas por los afectados directos (al menos cinco personas hoy adultas) y por la decena de testigos que validaron los relatos de los sobrevivientes. Parece que el pecado de “no mentirás” no es muy aplicable a las autoridades eclesiásticas.
La duda que se transformó en sospecha para los sobrevivientes, familiares y abogados, es por qué durante las tres horas aproximadamente que duraron las pericias en el lugar donde fue hallado el cuerpo de Lorenzo, tanto el arzobispo Fernández como su obispo auxiliar Bochatey entraron y salieron de la casona de Cáritas y se mantuvieron expectante de toda la labor pericial. Esa sospecha se debe a la larga historia de entorpecimiento en estos tipos de investigaciones por parte de la curia.
Una sospecha que deberá despejar la misma fiscal Ana Medina, quien por estar de turno quedó a cargo de la causa que investiga las “causales de muerte” de Lorenzo.
Informe: Pulso noticias e Izquierda Diario
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