El Hospital Garrahan alcanzó este martes los 1000 trasplantes renales realizados en niños, niñas y adolescentes de toda la Argentina. Desde hace 34 años se atienden pacientes que necesitan de esta intervención para mejorar considerablemente su calidad de vida, o en muchos casos para poder vivir.
“Nos pone muy contentos que el Garrahan haya alcanzado los 1000 trasplantes renales y que, de esta forma, continúe garantizando el acceso a la salud de calidad y alta complejidad médica en niños, niñas y adolescentes de todo el país. No solo nos llena de orgullo, sino que nos impone seguir profundizando el modelo de cuidados progresivos con prioridad en el paciente y su familia que es una marca registrada del Hospital”, indicó Carla Vizzotti, ministra de Salud de la Nación.
Este hito se consiguió gracias al trabajo coordinado entre varios sectores del Hospital, como los servicios de Nefrología, Urología y Cirugía Vascular Periférica, y junto al personal de Enfermería, Centro Quirúrgico, Laboratorios, Salud Mental y Servicio Social. De esta manera, el Garrahan reafirma su lugar como uno de los centros de salud referentes en materia de trasplante pediátrico.
“El Hospital Garrahan realiza el 55% de los trasplantes pediátricos de órganos sólidos del país, alcanzando un total de 2804 trasplantes desde su fundación. Esta cifra sigue siendo un orgullo para nuestra institución como también una gran responsabilidad de seguir ocupando un rol de referencia en la salud pediátrica de Argentina apostando permanentemente a tratamientos de alta calidad”, celebró Guillermo González Prieto, presidente del Consejo de Administración del Garrahan.
Por su parte, Patricia García Arrigoni, directora médica ejecutiva del hospital destacó: “Este es un hito de mucho prestigio para nuestro hospital y nos llena de orgullo que el trabajo diario de nuestro personal haya impactado en la calidad de vida de tantos niños, niñas y adolescentes a lo largo de estos 34 años. Muchos pacientes gracias a estos trasplantes pudieron llevar vidas más simples, sin diálisis, haciendo deporte, pudiendo cumplir proyectos e incluso ser madres y padres”.
“La equidad implica que las y los pacientes pediátricos -continuó García Arrigoni- puedan desarrollar la plenitud de su salud. Desde su comienzo, el hospital puso a disposición las mismas oportunidades para todos los niños, niñas y adolescentes en situaciones de salud desfavorables. En este tipo de casos, los trasplantes representan la posibilidad de una vida de mayor calidad”.
En más de la mitad de las y los niños trasplantados, la malformación renal y de la vía urinaria es la causa más frecuente de enfermedad renal crónica y necesidad de trasplante. La segunda, en un 11% de los casos, es el síndrome urémico hemolítico, y la tercera, en un 10%, es la glomeruloesclerosis.
De los 1000 pacientes con disfunción renal crónica que precisaron ser trasplantados, 558 eran niños y 442 niñas: el 95% recibió un primer trasplante, el 4,9 % un segundo, y una niña su tercer trasplante.
El camino del equipo del trasplante
El 14 de diciembre de 1988 se realizó el primer trasplante renal en el Hospital Garrahan, en ese momento el equipo estaba a cargo de Amalia Turconi y Norma Delgado. La paciente era Adriana, proveniente de Entre Ríos, que recibió el riñón de Stella Maris, su madre. La cirugía fue exitosa y hoy, 33 años después, Adriana conserva el trasplante en perfecto estado sin necesidad de reintervención.
“Tengo el privilegio de trabajar en el equipo de trasplante renal de este hospital y acompañar a muchos pacientes con sus familias en la evolución desde su enfermedad renal hasta el trasplante. Su atención implica no sólo el trabajo interdisciplinario sino el acompañamiento diario y el apoyo y enseñanza constante en la adherencia a la toma de medicación. El desafío es permanente y el Garrahan, dentro del sistema público de salud, nos ha dado un marco de trabajo donde realizarlo”, sostuvo Marta Monteverde, jefa del equipo de Trasplante Renal.
La sobrevida de las y los pacientes y sus trasplantes a 5 años ha mejorado, sobre todo en aquellas y aquellos con mayor complejidad, que fueron trasplantados con donantes fallecidos. Esta cifra en los últimos 17 años se ajustó, alcanzando un número similar a la de las y los trasplantados con donante vivo relacionado. Esto implicó que muchos niños, niñas y adolescentes no necesitaron de un nuevo trasplante para tener una mayor calidad de vida.