Es uno de los barcos más emblemáticos de la historia moderna. El Endurance significaba “resistencia”, y su líder, el explorador Ernest Shackleton, lo pensó para poder llegar al Polo Sur. Pero terminó hundido en la Antártida el 21 de noviembre de 1915. Casi 107 años después, una expedición científica lo halló y fotografió, en el mar de Weddell, a la puerta de entrada del Continente Blanco, y a 3000 metros de profundidad.
El descubrimiento del barco más legendario de la historia de la exploración polar estuvo a cargo del buque S.A. Agulhas II. El Endurance quedó varado en épocas en las que comenzaba la Primera Guerra Mundial en uno de los lugares más inhóspitos del mundo. Aplastado por el hielo, pasaron los meses y terminó hundiéndose. Sin embargo, comandados por Shackleton, la tripulación de 28 hombres logró sobrevivir, en la que es considerada una de las mayores hazañas de la aventura polar.
Para hallarlo había datos que servían de ayuda. El propio capitán del barco, Frank Worsley, realizó cuidadosas mediciones del sitio en que el hielo frenó su navío, mientras que el fotógrafo de la expedición, Frank Hurley, retrató minuciosamente el lento naufragio del final. Toda esa zona fue protegida como sitio y monumento histórico. Pero restaba verlo allá abajo. Pasado más de un siglo, lo encontraron a unos 7,5 kilómetros del punto anotado por Worsley. No es tan lejos, en parámetros de búsquedas tan amplias, pero sí es una enormidad cuando el lugar donde hay que hacer el estudio es el mar helado e intransitable de la Antártida.
Para hallarlo, el S.A. Agulhas II contó con modernos vehículos subacuáticos operados a distancia que dieron con el “noble, valeroso, valiente barquito con agallas”, como lo describió su tripulación en sus últimos momentos. El Endurance, que contaba con tres palos, chimenea, y funcionaba a vapor por carbón, fue construido en Noruega para realizar cruceros turísticos por el Ártico y hacer viajes de caza. Shackleton lo reclutó para su Expedición Imperial Transantártica, que debía ir hasta el mar de Ross atravesando el Polo Sur, el cual ya había sido conquistado en diciembre de 1911 por Amundsen. Tras el fracaso de Scott, otro explorador británico, Shackleton veía en el Endurance su última oportunidad de reivindicar la exploración polar británica, en tiempos donde aún los aires imperiales reinaban en sus naciones. Justo antes de zarpar estalló la Primera Guerra Mundial.
Hoy hay otra guerra en Europa. Los tiempos cambian pero hay aspectos que permanecen. Y hallazgos que sorprenden. El Endurance quedó varado por el hielo a 137 kilómetros de su destino, el 19 de enero de 1915. Pasaron los meses y el explorador se dio cuenta que la suerte estaba echada. Abandonaron el barco y emprendieron una caminata por el hielo hasta tierra firme, a medio millar de kilómetros. Se llevaron provisiones, botes y el pequeño ballenero James Caird. Para aligerar el equipaje dejaron en el camino distintos objetos, incluidas las monedas de oro del líder, sus cepillos de plata, su reloj, y la Biblia que le regaló la reina Alejandra.
Milagrosamente, se salvaron todos. Llegaron hasta la isla Elefante, de donde Shackleton y cinco compañeros más zarparon en el James Caird rumbo a las Georgias del Sur. Ahí organizaron el rescate del resto de la tripulación. El Endurance quedó tragado por el hielo. Pero las imágenes recientes lo muestran aún de pie, erguido. En la popa todavía se alcanza a leer su nombre.