Su nombre ya da indicio de que no nos encontramos ante una especie signada por la debilidad. El escarabajo Hércules (Dynsastes hercules), según una reciente investigación realizada por un equipo internacional de científicos, es el insecto más fuerte y poderoso del mundo. Y habita muy cerca del norte argentino.
Es originario de las selvas tropicales de América Central y de América del Sur. Se lo puede encontrar en el centro-oeste de Bolivia y en la zona que limita con la provincia argentina de Jujuy. Los machos adultos alcanzan los 17 centímetros de largo, incluyendo sus largos cuernos torácicos, y llegan a pesar hasta 135 gramos. Es la mayor de las seis especies conocidas del género Dynastes.
Pero lo que lo hace más particular a Hércules es su enorme fuerza y su mordida potente, equivalente a una fuerza de hasta 850 veces su peso corporal.
Los machos poseen dos cuernos provistos de pelos muy gruesos –uno ubicado en el tórax y otro en la cabeza-. En algunos casos, son mucho más largos que su cuerpo y están fuertemente vinculados con la reproducción, teniendo en cuenta que los usan como armas en sus combates por la posesión de las hembras.
Especial
«La mandíbula es súper chiquita, no es grande como dicen algunos artículos, comen frutas y cosas así, y la mandíbula la usan solo para comer. El cuerno es un cuerno frontal, que le sale de la cabeza. El cuerno por encima es parte del tórax del insecto», resalta Gastón Zubaran, técnico del Conicet en la División Entomología del Museo Argentino de Ciencias Naturales «Bernardino Rivadavia».
Aclara que no tiene presencia activa en nuestro país, donde «sí hay otros escarabajos muy grandes, como el Megasoma actaeon. El cuerpo es bastante similar al Hércules, hasta un poquito más ancho».
Zubaran cuenta que Hércules es un bicho especial: «no es muy común. Tiene el problema de que, cuando se lo encuentran, es muy codiciado por los coleccionistas. Porque es un bicho grande y llamativo. Entonces por ahí en la naturaleza quizás no sean tan comunes».
¿De qué se alimentan? Esa fuerza y esa mordida no la utilizan en ataques. Las larbas comen madera muerta en estado de descomposición. O sea, árboles caídos. No es madera fresca ni una que sirva para hacer muebles. Los adultos comen frutas y algunas resinas. Tienen ciclos muy largos y cuentan con varios depredadores en la naturaleza, desde murciélagos, ratas y aves hasta reptiles y mamíferos omnívoros. «Son bichos muy particulares… y obviamente son súper geniales», subraya Zubaran, que dedica su vida a las ciencias naturales en el museo porteño frente a Parque Centenario.
Mercado ilegal
Pero a la problemática ambiental y la pérdida de su ecosistema (el Amazonas fue la zona con mayor pérdida de árboles del mundo en la última década), el Hércules enfrenta otra situación en contra: su tráfico ilegal destinado, sobre todo, a coleccionistas.
«Hay un mercado. En Asia o en Europa la gente los cría desde el huevo. Y ve todo el desarrollo de la larva, de la oruga, después la metamorfosis y después cuando sale el adulto. Pero eso tarda como varios años porque tiene un ciclo bastante largo», aclara Zubaran.
Las orugas vivas cotizan hasta 70 dólares en el mercado, especialmente en Asia. «Los adultos que generalmente se comercian muertos, ya y secos, deshidratados, ponenle que por ahí salen menos. Pero varía mucho el precio con respecto al tamaño. Cuanto más chico es el ejemplar, menos sale», acota Zubaran.
«Es una especie que padece tráfico o comercio para nutrir el mercado de coleccionistas y aficionados a los ‘bichos raros’, como también sucede con arañas y escorpiones. Hay muchos videos en Youtube sobre su tenencia. Dudo que esté legislado porque casi todos los invertebrados terrestres para nuestra legislación son ‘res nullius’ (cosa de nadie en latín) –resalta el naturalista y museólogo Claudio Bertonatti, ex director del Zoo porteño–. Al incumplimiento de la ley de bosques o la deforestación no debería sumarse su captura ilegal si queremos seguir contando con este pequeño y notorio titán».